O San Pablo exagera o nosotros estamos en problemas
Enviado por Moderador el Lun, 01/28/2019 - 17:37.
Apostillas a la Carta a los Romanos
Confieso que
siempre tuve a San Pablo por un hombre un poco exagerado. Inclusive,
algo falto de pudor, dicho esto con todo respeto. Porque no me parecía
necesario ser tan explícito en la enumeración de los vicios humanos. El
mismo recomienda que de ciertos temas no se hable entre vosotros.
Y apenas nos ponemos a leer su primera carta canónica, a los Romanos,
después de una salutación y una doxología -que se debe leer con
comentarios- les-nos lanza un tremendo reproche a los paganos de
su tiempo, no sin antes consolarlos con estas paternales palabras,
llenas de misericordia:
Ante todo doy gracias a mi Dios, mediante Jesucristo, por todos vosotros, porque vuestra fe es celebrada en todo el mundo.
San
Pablo puede ser tierno como una madre y terrible como un padre
justamente airado. Y ahí suelta su vena amenazadora. Pero sigamos en la
transición temática:
Pues
no me avergu?enzo del Evangelio; porque es fuerza de Dios para
salvación de todo el que cree, del judío primeramente, y también del
griego. Porque en él se revela la justicia que es de Dios, mediante fe
para fe, según está escrito: “El justo vivirá por la fe”
Fíjense
que estamos frente a un san Pablo “inclusivo”. Aunque jerárquicamente,
porque la primacía la tienen los judíos, pero en la medida que no
aceptan a Cristo… ya no. Lo que sigue está dirigido a los paganos de su
tiempo, aunque toda palabra de las Sagradas Escrituras es una revelación
para todos los tiempos. Pensemos, pues, esto que dice el Apóstol en
relación con el mundo de hoy.
Pues
la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres, que injustamente cohíben la verdad; puesto
que lo que es dable conocer de Dios está manifiesto en ellos, ya que
Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su
divinidad, se hacen notorios desde la creación del mundo, siendo
percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa; por cuanto
conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensato
corazón fue oscurecido. Diciendo ser sabios, se tornaron necios, y
trocaron la gloria del Dios incorruptible en imágenes que representan al
hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles.
¿Les
suena una campana? Traduzcamos a la actualidad y veremos cuantos
tópicos de actualidad son hijos de estos corazones oscurecidos.
Ningún
observador atento puede negar esta realidad. Atento y con la
inteligencia en ejercicio, al menos semipleno. No por ser despectivo,
pero sí realista en la observación, hay que reconocer la enorme
dificultad del hombre moderno para superar su exacerbado sentimentalismo
y hacer un ejercicio racional, más allá de las materias prácticas y
técnicas.
Las
ideas o ideologías que aparecen en cardúmenes sustituyen el ejercicio
propio de unas inteligencias ya disminuidas por la flaca dosis de
sentido común que heredaron de sus mayores. De modo que no solo
articulan la realidad a modo de estructura ideológica, sino que viven en
la contradicción permanente. Por poner un ejemplo, la zoolatría, el
culto a los animales, sea a modo de ecologismo o de adoración de sus
mascotas, llega a niveles alarmantes. Y entretanto no se puede
desinfestar la calle de perros vagabundos porque se producen alzamientos
populares: pero esos mismos que protestan, piden o al menos son
indiferentes al aborto o al hambreado de niños en condiciones de pobreza
extrema. Y repiten con orgullo que no debieron haber nacido… mientras
saturan sus tarjetas de crédito comprando tonterías y dando lujos
increíbles a sus perros y gatos. Paganismo que, en otros niveles,
prefiere extinguir a la población humana para “salvar el planeta”. Esta
es una idea demoníaca, sin exagerar.
Y
aquí San Pablo pasa a decir, con su habitual franqueza, las
consecuencias de lo anterior. No es necesario señalar que la descripción
parece del mundo actual, pero invitamos al lector a comprobarlo.
Por
lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su
corazón, de modo que entre ellos afrentasen sus propios cuerpos. Ellos
trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a
la creatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.
Amén. Por esto los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus
mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza. E
igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron
en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con
varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos.
Y
como no estimaron el conocimiento de Dios, los entregó Dios a una mente
depravada para hacer lo indebido, henchidos de toda injusticia,
malicia, codicia, maldad, llenos de envidia, homicidio, riña, dolos,
malignidad; murmuradores, calumniadores, aborrecedores de Dios,
indolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades,
desobedientes a sus padres; insensatos, desleales, hombres sin amor y
sin misericordia. Y si bien conocen que según lo establecido por Dios
los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen,
sino que también se complacen en los que las practican.
Esta
es la sociedad moderna, y más en particular la sociedad de hoy, del
mundo en el que los servidores del demonio han lanzado su embate final.
Todo este daño se potencia porque no venimos del paganismo sino de la
sociedad cristiana apóstata, en degradación desde hace varios siglos y
hoy sencillamente anticristiana. Y ni decir, de la jerarquía de la
Iglesia corrompida masivamente tanto en su doctrina como en sus
costumbres. Tanto así que les cabe perfectamente la descripción que el
Apóstol hace de los paganos, pero siendo ellos no solo cristianos sino
receptores del Orden Sagrado, resultan verdaderos anticristos.
Asombrado
por el modo explícito en que San Pablo menciona los pecados propios de
los paganos, adoradores de ídolos, que es como decir, del Demonio, me
remito al texto donde recomienda el pudor con el cual hay que tratar
estas cosas “entre vosotros”, o sea, entre los cristianos. Desconcertado
también por el lenguaje que muchos cristianos y “provida” utilizan para
combatir la Teoría del Género, asquerosa perversión satánica. Resulta
indudable que el “pudor” de otros tiempos es impracticable, porque los
niños, por más que se los cuide, están expuestos a todo tipo de escenas,
o más bien, de obscenas. Pero me preocupa la ligereza con que se
combate esa monstruosidad con un lenguaje igualmente impúdico. Y allí
voy enlazando el texto de San Pablo, en su carta a los Efesios , 5-3.
Fornicación
y cualquier impureza o avaricia, ni siquiera se nombre entre vosotros,
como conviene a santos; ni torpeza, ni vana palabrería, ni bufonerías,
cosas que no convienen, antes bien acciones de gracia. Porque tened bien
entendido que ningún fornicario, impuro o avaro, que es lo mismo que
idólatra, tiene parte en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe
con vanas palabras, pues por estas cosas descarga la ira de Dios sobre
los hijos de la desobediencia. No os hagáis, pues, copartícipes de
ellos.
Esta
preocupación que comparto con el lector paciente me invita a la
reflexión. ¿Hasta qué punto estamos contaminados en nuestra vida y
transmitimos en nuestra lucha contra estos males las semillas de los
propios males?
Porque
antes erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Andad, pues, como
hijos de la luz; el fruto de la luz consiste en toda bondad y justicia y
verdad, aprendiendo por experiencia qué es lo que agrada al Señor y no
toméis parte con ellos en las obras infructuosas de las tinieblas, antes
bien manifestad abiertamente vuestra reprobación; porque si bien da
vergüenza hasta el nombrar las cosas que ellos hacen en secreto, sin
embargo todas las cosas, una vez condenadas, son descubiertas por la
luz, y todo lo que es manifiesto es luz.
“Las
cosas que ellos hacen en secreto… etc.” dice Mons. Straubinger en su
comentario, es un mandato del Apóstol a denunciar esos pecados, algo que
hacemos con mucha timidez o no hacemos en absoluto para tener una
convivencia más pacífica con los pecadores. Imaginemos que (aunque
también en ese tiempo había lugares no tan secretos para estas
prácticas) hoy se exhiben por las calles, en Netflix (gran furor hoy),
en medios innumerables y en los programas de “educación sexual”, con o
sin perspectiva de género, a los niños de jardín de infantes. “Da
vergüenza hasta nombrar las cosas que hacen”. Otra terrible confusión
que desorienta a los “provida”. La llamada “educación sexual” es mala,
sin atenuantes y sin ese tramposo aditamento: “en los valores” o “en el
amor". Y el lenguaje que se usa para contrarrestarla no puede ser tal
que cause vergüenza a quienes lo combatimos.
Por
eso dice: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y
Cristo te iluminará”. Mirad, pues, con gran cautela cómo andáis; no
como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los
días son malos. Por lo tanto, no os hagáis los desentendidos, sino
entended cuál sea la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino,
en el cual hay lujuria, sino llenaos en el Espíritu, entreteniéndoos
entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando de todo corazón al Señor, dando gracias siempre y
por todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
sujetándoos los unos a los otros en el santo temor de Cristo.
Un
detalle: no os embriaguéis con vino… ni con cerveza, fernet con Coca,
tragos, etc. Digo esto por los jóvenes (algunos no tanto) que consideran
la embriaguez una virtud, y hablo de los ambientes tradicionales. En el
vino hay lujuria…
No parece difícil sacar conclusiones. Sugiero algunas:
No hay posible lucha eficaz contra las leyes inmorales si no se vive conforme a la moral y a la buena doctrina.
No
hay posible eficacia en nuestros actos públicos en defensa de “la vida y
la familia” si no tenemos en claro qué nos pide Dios en nuestra vida y
para con nuestras familias.
Los
vicios, de cualquier naturaleza, nos hacen infieles. El primer combate
es con uno mismo con el auxilio de la Iglesia y sus sacramentos.
En
conclusión, no se debe uno engañar pensando estar justificado porque ha
ido a una marcha contra el aborto, etc. si no vive según el mandato de
Cristo. O sea, si después no se respeta ni la debida continencia, ni el
debido culto a Dios, ni se ponen en orden nuestras familias para que no
se vean manchadas por la impureza en el lenguaje, los temas, los
entretenimientos y las amistades.
La lucha final, dice Sor Lucía, será contra la familia. Eso es hoy.
El remedio lo dio la Virgen hace más de 100 años en Fátima. Empecemos
por el Rosario. Sigamos por la misa (tradicional), y la enmienda de
nosotros y nuestros hijos. Y si ya es tarde, penitencia y oración para
que quienes deben convertirse se conviertan.