Vaca Muerta
Vaca Muerta: Viaje al corazón del big bang petrolero
Vista,
la compañía de Miguel Galuccio, se ubica en la vanguardia de la
explotación de Vaca Muerta, el yacimiento que puede cambiar la historia
de la Argentina.
La
mandíbula de acero pintado de rojo se cierra sobre el tubo reluciente.
Lo operarios se apartan y comienza a girar con la velocidad máxima de
una licuadora. Es brutal y al mismo tiempo hay una precisión de cirujano
en cada movimiento. Como una traqueotomía a un gigante. El tubo penetra
la tierra y va encadenando una serpiente metálica, un gusano infernal
que comerá la roca durante miles de metros hasta que encuentre el punto
exacto para extraer el fluido.
"Antes esto era con una palanca en el piso, muy rústico", explica Martin Lagos, jefe de campo de Vista. Estamos en la cabina de control de la torre de perforación. Yacimiento Medano de la Mora. Una mezcla de modulo lunar y mundo grúa. El piloto está rodeado de pantallas electrónicas, monitores de video, botones de pánico, relojes gigantes. Gira sobre un sillón de helicóptero y tiene un joystick azul en cada mano. Es el corazón de la plataforma RIG F-19, que la multinacional Nabors opera para la petrolera boutique que Miguel Galuccio creó hace poco más de un año y esta revolucionando la manera de trabajar esa inmensa roca madre que se conoce como Vaca Muerta.
Vaca Muerta es como la nave insignia del Imperio, solo que en vez de flotar sobre el planeta, esta estacionada 3.000 metros bajo la superficie. Una piedra del tamaño de Dinamarca que puede cambiar para siempre el destino de la Argentina. Con la potencialidad de generar los dólares que terminen con la restricción externa, causa madre de los cíclicos desequilibrios macroeconómicos del país.
La operación de Vista proyecta generar en tres años unos 65 mil barriles por día. Y es una compañía de tamaño medio. Con apenas diez iguales ya se estarían produciendo divisas por el mismo monto que todo el complejo sojero, unos 19 mil millones de dólares por año. Y todavía no contamos a los gigantes que ya enterraron un pie en ese desierto, como Chevron, Shell, Petronas, Total, Statoil, Exxonmobil y Wintershall, además de las argentinas Pan American Energy y Tecpetrol. Las cifras dan vértigo. Vaca Muerta es otro país. Uno que funciona. En Vista saben que están en el vértice de un movimiento de trascendencia histórica, un cruce de cambio tecnológico, económico, que le devuelva a la Argentina una ventana de prosperidad, como ocurrió en la década del 30 cuando se convirtió en el granero del mundo.
"Somos el próximo unicornio argentino", se entusiasman en las oficinas de Vista. Se habla de un EBIDTA que podría trepar a los 900 millones de dólares en apenas tres años. Una locura.
Galuccio llega a sus increíbles oficinas de Neuquén, frente al río Limay. No hay despachos individuales. Espacios comunes y salas de reuniones. Para un periodista es un entorno familiar: La redacción. Sólo que en vez de escribir notas perforan pozos petroleros. Pero el efecto es el mismo, aplana las jerarquías y se comparte la información de manera orgánica. Se busca romper los silos, el nuevo concepto fetiche de la jerga corporativa.
Recién bajado del avión, Galuccio apoya la mochila de cuero negro en el piso y empieza una reunión que durará horas. Gerentes, técnicos, analistas, van desfilando. Los pone a parir, conoce el negocio como nadie. Es duro, pero lo admiran porque se hizo de abajo y está en la frontera del negocio. Vista es el Apple de Steve Jobs de Vaca Muerta. El lugar para aprender y experimentar.
Macri tiene que liberar la exportación de petróleo como hizo Obama en el 2015 y disparó una prosperidad económica que hoy disfruta Trump. Estados Unidos con un yacimiento de características similares a Vaca Muerta pasó de su histórica dependencia del fluido a estar en camino de convertirse en el principal exportador de petróleo del mundo, por arriba de Arabia Saudita. Además, debería firmar un decreto que obligue a las compañías a compartir su información geológica y de operación. "Así se aprende más rápido", explica Galuccio, que debería ser el menos interesando en socializar el conocimiento que produce Vista. Pero en Vaca Muerta todo adquiere otra dimensión. Si se trabaja para exportar un commoditie el mercado es el mundo y asociarse es el camino lógico para entender un monstruo que llevará décadas ponerlo en valor. Hoy se explota entre un 2 y 3 por ciento del yacimiento. La inversión ronda los 7 mil millones de dólares y algunos estudios indican que la operación total del yacimiento demandará casi doscientas veces esa cifra.
El big bang
Galuccio es Vaca Muerta. Asumió la conducción de YPF con la mira láser en ese yacimiento que para muchos era otra fantasía argentina. Pudo convencer a Cristina que había pocas cosas más importantes en el país a las que prestarle atención y logró que firmara el decreto que habilitó el primer joint venture con la multinacional norteamericana Chevron, para empezar a explotar el yacimiento. Una audacia extrema para el relato de esa administración. Y atrás vino Dow, Petronas y tantas otras. Hoy cuando se recorren los caminos de ripio de ese desierto se pueden ver la primer condensación de aquel esfuerzo. Más de treinta equipos de perforación operando. En Eagle Ford y Permian, los yacimientos gemelos de Estados Unidos, hay más de mil. De ese tamaño es el potencial de crecimiento.
"Esta ciudad va a cambiar para siempre", dice el petrolero norteamericano apenas aterriza en el modesto aeropuerto de Neuquén. Y está pasando. Cyan, el hotel que usa Vista para su personal tiene ocupación completa todos los días todo el mes. "Nos dijeron que el fin de semana y los feriados iba a caer, pero no ocurre, hace varios meses que estamos al cien por ciento", comenta la encargada. La ciudad empieza poblarse de torres, para los nuevos ejecutivos y trabajadores de una industria que paga bien y en muchos casos en dólares. "Estoy agradecido a mis padres que hace treinta años decidieron venirse a vivir aca", dice el chofer de origen porteño, que comenta con orgullo que pudo comprar una casa para su familia.
Una década atrás apenas un vuelo diario conectaba esta capital patagónica con Buenos Aires. Hoy son más de doce y ya hay rutas directas a Córdoba y otros puntos del interior. Los desk de las aerolíneas se apilan uno encima del otro y casi no llegan a pintar los carteles, como ocurre con las rentadoras de autos. Todo esta desbordado. Como las rutas. Llegar a Vaca Muerta es una tortura. Tramos de autovía, rutas en reparación, caminos de tierra. La infraestructura no va a ser -ya es- el gran cuello de botella. Y la regulación. Dos clásicos argentinos.
Pero tenemos suerte. El yacimiento está en el medio de un desierto, sin poblaciones urbanas cerca, en un terreno plano de fácil acceso. En Estados Unidos tienen que perforar en el patio trasero de vecinos y en China, donde se ubica el otro gran yacimiento de shale, es prácticamente inaccesible. Además, el petróleo de Vaca Muerta es liviano, dulce, elegante. Top quality.
El modelo Vista
El chico abre la botella de aire y conecta un globo. Una línea de globos grises y blancos. La rubia ensaya un cover. Las chicas se van a maquillar. Vista cumple su primer año de vida y tienen motivos para festejar. En días se conocerán los primeros resultados de la operación no convencional. Se percibe la euforia contenida. Como un secreto que no se aguanta.
Galuccio innovó desde el minuto cero. La compañía se creó con un Spac, un novedoso vehículo financiero que instrumentó la bolsa de México, para financiar proyectos sin activos. Si en dos años no se cumplen los objetivos prometidos, la plata se devuelve. Es básicamente un cheque en blanco. Reunió 800 millones de dólares para financiar una compañía que no existía. Tenía la idea de crear la petrolera independiente más importante de la región. Y el prestigio acumulado de su gestión en YPF y Schlumberger, la mayor operadora se servicios petroleros del mundo. Le creyeron.
Miró acá y allá: Argentina, Brasil, México, Colombia. Y puso el primer pleno fuerte en Vaca Muerta. Así nació Vista. Se asoció con los ex YPF Juan Garoby, Pablo Vera Pinto y Alejandro Cherñacov. Y sumaron a Matías Weissel como cerebro de la operación del yacimiento. Un nerd del petróleo que estuvo en la primera perforación de Vaca Muerta. No hay un equipo que conozca mejor el yacimiento. Gaston Remy de Dow vino a completar el team como CEO de Argentina.
Pero no fue la única innovación. Lo primero que hizo fue comprarle una operación en declive de petróleo convencional a Pampa Energía. Y después un campo bien grande en Bajada de Palo, en el corazón de Vaca Muerta, rodeado de los gigantes del sector. No se entendía bien. Hasta que se entendió.
La operación convencional la puso slim fit, lidió con las deficiencias y elevó la producción. Generó cash flow y con eso aceleró la exploración de la operación no convencional. Ir al pasado para financiar el futuro. Una genialidad.
Hoy la acción de la compañía ya subió un 30 por ciento y todavía no entregó sus primeros números. "Hay olor a gol", dicen en Vista. Los pedidos de políticos, periodistas y empresarios, para visitar el campo se amontonan y el nombre de Galuccio vuelve a circular para cargos importantísimos.
Pero el hombre está enfocado. Vaca Muerta es ese hijo que vio crecer desde la cuna, pero la mirada larga está en Latinoamérica. Una tierra salvaje y vibrante, peligrosa, donde el espíritu pionero encuentra su mejor elemento.