viernes, 18 de octubre de 2019

Antes de votar piense si quiere seguir informándose o vivir del relato kirchnerista





Antes de votar piense si quiere seguir informándose o vivir del relato kirchnerista los cuatro años por venir





Alberto Fernández en Río Gallegos el pasado mes de mayo - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
11:30 – (Por Rubén Lasagno) – No hay duda que el kirchnerismo, detrás de la imagen armada de hombre superado que trata de mostrar Alberto Fernández, es lo que su esencia nos ha mostrado en su histórico y penoso paso de 12 años por la Argentina: un conjunto de hombres y mujeres a quienes lo único que les importa es el poder total, el control, el sometimiento del pueblo y desprecian la diversidad, la crítica, no aceptan un “no” y perciben al oponente como enemigo. 
Hay tres facetas fundamentales del kirchnerismo más rancio: el gusto por el dinero fácil, la tendencia a corromperse permanentemente y el odio a la prensa. Sobre esa base el kirchnerismo construye con relato (mentiras, delirios, elucubraciones), arma los escenarios más convenientes a sus intereses partidarios y genera las condiciones para controlar al pueblo, a la oposición y a quien no coincida con su pensamiento o bien sea una piedra en el zapato, como si fuera un Gran Hermano que todo lo ve y en ese juego perverso, apoyado por la fuerza del Estado (o para estatal a través de sus tentáculos como 6,7,8, Navarro, Silvestre, Morales), no duda en actuar de la forma que sea, con tal de lograr acallar conciencias, voces o suprimir “amenazas” a su status quo.

Es una modernoza clase de fascismo encubierto, que en Argentina no se ha podido desarrollar completamente por factores esencialmente sociales que se lo han impedido y algunos arriesgados actores políticos o medios con intereses opuestos a los suyos, está a poco de reingresar recargado, al plano nacional. El accionar de quienes por 12 años han balanceado una instancia de equilibrio muy fina luchando contra esta escoria de corrupción, mentiras y desinformación, podría cortarse si el 27 de octubre la fórmula Fernández-Fernández fuera votada en las urnas y el rejunte Kicilof-Magario en la provincia de Buenos Aires. El plan está urdido, solo necesitan el voto  y luego apoyarse en el relato de legitimidad, como aquel 54% que nos enrostraba la viuda, cada vez que se le criticaba por los actos de autoritarismo y perversión política desarrollado durante su último mandato.
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Uno de los mayores anatemas para el kirchnerismo es el periodismo libre e independiente; es decir, aquel periodismo que no escribe ni titula como ellos quieren, no ensalza ni alaba a sus figuras icónicas, no reduce todo al relato y se anima a investigar la corrupción, las mentiras y los engaños del poder, lo cual, en este caso (si fueran votados nuevamente) viene con precuela incluída.
Pero si algo tiene el kirchnerismo es la transparencia en la acción previa y no precisamente por ser honestos, justos o correctos, sino más bien son traslúcidos en los armados previos, donde por brutos y ordinarios evidencian sus propósitos y utilizan aviesas intenciones para generar nichos de oportunidad a fin de aplicar las acciones planificadas que luego decantarán en atropellos, defraudaciones, persecuciones o simplemente el afano de los fondos públicos, como hemos visto hasta el cansancio en estos 4 años de exposición de la corrupción madre en el país. Y esto comenzó a verse en relación a la actitud a tomar ante la información y los periodistas en un hipotético caso de ganar las elecciones.
Específicamente en el caso que nos ocupa, tenemos por delante (en caso de resurgir el kirchnerismo como poder) una enorme posibilidad de vivir como sociedad, ciega, sorda y muda, a partir de la supresión de la prensa crítica, lo cual la ex presidenta y su títere, tienen como prioritario en la agenda para comenzar a aplicar desde el primer día, en caso de que los argentinos decidamos tropezar por cuarta vez con la misma piedra.
El delirio de “la Conadep de periodismo” del vocacionalmente arrastrado Dady Brieva, luego expuesto por “notables” del más rancio kirchnerismo nacional, no fue ni es una cuestión improvisada, es un proyecto palpable y concreto de los Fernández para dejar a la sociedad argentina ciega, sorda y muda, como intentaron hacerlo en 12 años de régimen político decadente y cerrado, porque una prensa libre amenaza esencialmente con destruir su principal objetivo: controlar, robar y corromper en beneficio propio y con total impunidad.
Lo que marca claramente la intención de establecer el control mediático y la persecución a la prensa libre es el adefesio “legal”  inventado por el Juez Alejo Ramos Padilla en una causa claramente abierta con intenciones de aleccionar y condicionar al resto del periodismo, utilizando como laderos de esta infamia anticonstitucional a la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) a quienes puso “a peritar” información de prensa de los periodistas Santoro, Lanata, Majul, Wiñazki, Laborda, Grabia, Graña y Alegre para que estos “notables” dijeran si a su buen saber y entender, los comunicadores estaban cometiendo la ilegalidad de informar mediante la utilización de fuentes ilegales y más concretamente si realizaron o ejercieron “Acción psicológica” desde los medios en los cuales desarrollaron y desarrollan su labor, utilizando recursos de “inteligencia ilegal”.
La absurda como irracional premisa de la que parte este abogado K con poder para decidir sobre la vida y el patrimonio de mucha gente, es tan irrisoria como las estúpidas pero peligrosas “conclusiones” que obtuvo la Comisión donde pulula Adolfo Pérez Esquivel, un hombre que nadie sabe bien qué hizo para recibir el Premio Nobel de la Paz y se completa con Víctor Mendibil, Ernesto Alonso y el secretario coordinador de ese organismo provincial, Roberto Cipriano García, todos ultra k y serviles a los propósitos oscuros del kirchnerismo que asoma por la ventana de la política nacional, obviamente de lo cual hay un solo culpable: Mauricio Macri. Él y no otro, es el responsable de estar sufriendo hoy la amenaza con la vuelta de esta suerte de chavismo menguado, que una vez no pudo recalar en el país, pero no es seguro que en este nuevo periodo no pueda lograrlo.
Esta comisión avaló que del informe del delincuente D`Alesio “emergen indicios de una posible interacción de inteligencia ilegal con periodistas y medios de comunicación, ya que el falso abogado “instaba a diferentes periodistas a que la información colectada y analizada de manera ilegal sobre sus “blancos” de investigación fuera publicada”.
En 200 páginas mal escritas con errores hasta en los nombres de quienes imputan (Daniel Santoro, Jorge Lanata, Luis Majul, Gustavo Grabia, Nicolás Wiñazki, Rodrigo Alegre, Rolando Graña y Guillermo Laborda, entre otros) Esquivel y los “notables”, sin la mínima preparación para decidir nada al respecto, concluyen que estos periodistas y otros (que pueden ser cualquiera) fueron en estos años meros canales de transmisión de operaciones de inteligencia, alentados por una supuesta “fuente” que en realidad les vendía “pescado podrido” para destruir a la ex presidenta, su familia y el entorno político que la acompañó en la corrupción de sus 8 años en el poder y 4 antes de su marido.
Obviamente esta atrocidad mereció de repudio de todas las organizaciones periodísticas como FOPEA y ADEPA de la cual OPI es integrante, pero lo fundamental es que el día 27 de octubre, sea la sociedad quien castigue a quienes vienen por el silencio de los medios para encubrir sus actos corruptos y marginales.
A este gris e ignoto Esquivel habría que pedirle que entregue el premio por vergüenza e inmerecimiento. Precisamente uno de los argumentos en que se basa su honorífica premiación es en defensa de la libertad, la democracia y los Derechos Humanos.
Estos señores de la Comisión por la Memoria vulneran todos y cada uno de estos preceptos. Intentan que el pueblo argentino pierda la libertad de estar informado por fuera de los estándares del populismo barato que personifican, abaten uno de los principales pilares de la democracia y van contra los principales artículos de la Constitución Nacional, a la cual no dudo van a modificar a instancia de los declarado por el ex juez prostibulario Eugenio Zafaroni, para adaptarla a su nuevo plan de venganza y prohibición hacia la prensa libre e independiente.
Esto es Alberto Fernández y su mentora, Cristina. Si por alguna razón desconocida en la psiquis social de los argentinos está la vuelta de ellos, todos perderemos libertades esenciales y básicamente el pueblo quedará ciego, sordo y mudo.
Ni siquiera se trata de política partidaria, solo se trata de sobrevivir a los regímenes marginales como el de Venezuela o Cuba, el alter ego de CFK y el modelo a seguir, especialmente, en materia de pérdida de libertades y sumisión del pueblo, para darle manos libres a la cleptocracia que ya estuvo y amenaza con volver. (Agencia OPI Santa Cruz)