“LA CORONA
DE LA VICTORIA NO SE PROMETE SINO A LOS QUE LUCHAN. En la divinas
Escrituras vemos que, con frecuencia, se nos promete la corona si
vencemos. Pero para no ampliar demasiado las citas, bastará recordar lo
que claramente se lee en el apóstol San Pablo: terminé la obra, consumé
la carrera, conservé la fe, ya me pertenece la corona de justicia.
Debemos, pues, conocer quién es el enemigo, al que si vencemos seremos
coronados. Ciertamente es aquel a quien Cristo venció primero, para que
también nosotros, permaneciendo en Él, le venzamos. Cristo es realmente
la Virtud y la Sabiduría de Dios, el Verbo por quien fueron creadas
todas las cosas, el Hijo Unigénito de Dios, que permanece inmutable
siempre sobre toda criatura. Y si bajo Él está la criatura, incluso la
que no pecó, ¿cuánto más lo estará toda criatura pecadora? Si bajo Él
están los santos ángeles, mucho más los estarán los ángeles
prevaricadores cuyo príncipe es el diablo. Pero como el diablo defraudó
nuestra naturaleza, el Hijo único de Dios se dignó tomar esa misma
naturaleza, para que, por ella misma, el diablo fuera vencido.”
San Agustín de Hipona
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