Ahora regalan caramelos de plástico.
Y finalmente la fuerza acumulada destrozó las represas,
volaron las compuertas de seguridad. La situación se había
tornado insostenible, pero el “modelo” no permitía cambio alguno,
la orden era la de siempre:
“El modelo no se toca”.
Pese a la escandalosa paliza sufrida en las últimas elecciones se
minimizó la derrota y se alzaron nuevamente las banderas con la
ceguera y la soberbia conocidas.
Sin embargo algo cambió en los últimos días y nos encontramos
ayer con la sanción de una medida largamente reclamada por los
trabajadores y la oposición: La suba del mínimo no imponible en
la aplicación del Impuesto a las Ganancias.
Se trata de una decisión que debió haberse tomado tiempo ha, pero
aunque forzada por las circunstancias es bienvenida y hace
justicia a los sueldos laborales.
Claro que no se tuvo la honestidad de aclarar que se había
aceptado un reclamo tantas veces negado, menos reconocer que el
proyecto había salido del horno de las huestes opositoras. Por el
contrario, al igual que con la Asignación Universal por Hijo, se
la lanzó al ruedo como hija legítima del partido gobernante. Pero eso
es lo de menos, además todo el mundo sabe quienes fueron los que la
reclamaron y quienes los que tozudamente la negaron.
Y no hay dudas de que para Cristina y su mesa chica habrá sido como
tomar aceite de ricino, aunque ni siquiera se les habrá movido un
músculo de la cara al asegurar la paternidad del proyecto.
Pero de ahí a suponer que esta forzada decisión les hará engrosar
la flaca fila de votantes, es de una candidez notable. Entre los
millones de argentinos que conforman el 76% del electorado
seguramente no habrá nadie que no se pregunte:
¿Si ella hubiese mantenido el 54% habría tomado esta decisión?
La unánime respuesta negativa nos pone en la realidad de que esto es simplemente otro caramelo de material plástico.
La unánime respuesta negativa nos pone en la realidad de que esto es simplemente otro caramelo de material plástico.
Autor: Juan Manuel Otero