¿La bandera republicana y la bandera del águila son ilegales e inconstitucionales?
El uso de esas banderas por algunos militantes del PSOE -en el
caso de la primera- y algunos del PP -en el caso de la segunda- llevó
ayer al portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael Hernando, a
rechazar el uso de ambas y reclamar al PSOE que expulse a sus afiliados si exhiben la tricolor, pues ésta “no es constitucional y no respeta la legalidad”. Además, Hernando
dijo que la tricolor es un símbolo tan “inconstitucional” como la
bandera del águila de San Juan, y que desde la Constitución del 78 la
bandera española es otra.
Censuran la Constitución por “franquista”
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Hernando confunde lo legal con lo oficial
Hernado también dijo que desde 1978 la bandera de España es “otra”, y en su Twitter afirmó: “la única bandera legal de España es la constitucional” “Otras ofenden los sentimientos de muchos españoles y ademas no son legales”, añadió. Con sus declaraciones Hernando manifiesta una tremenda confusión entre lo oficial y lo legal,
igual que les ocurre a algunos con el tema de las lenguas. La bandera
actual, ciertamente, está marcada por ley -lo veremos más abajo- como la
bandera oficial de España. Por supuesto, y uno puede usar
libremente la bandera del aspa de Borgoña, la rojigualda con el águila o
la tricolor republicana si así lo desea, mientras no las ice en un
organismo oficial (en estos organismos el uso de las banderas está regulado por la Ley 39/1981,
también conocida como Ley de Banderas). El uso de las otras banderas al
margen del ámbito oficial es perfectamente legal. El señor Hernando
debería saberlo, que para eso es legislador.
La Constitución no habla del escudo de España
Por otra parte, Hernando también demuestra una enorme ignorancia sobre lo que dice la Constitución. Le bastaría con leerse su Artículo 4:
“La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.”
Dicho artículo no cambió el diseño de la bandera de España adoptada por el Real Decreto de 28 de mayo de 1785,
que implantó la rojigualda como bandera naval española, salvo lo que
señalaba dicha norma en lo referido al escudo. A propósito del emblema
heráldico de nuestro país hay que señalar, además, que en los 169 artículos y 15 disposiciones que forman nuestra Constitución no hay ni una sola mención al escudo de España. Dicho escudo quedó definido por la Ley 33/1981,
casi tres años después de ser aprobada la Constitución. Como se puede
comprobar leyendo la disposición transitoria primera de esa ley, el uso del escudo nacional obliga a los organismos públicos, no a los particulares.
Es decir, que si en vez del escudo de España quieres poner el toro de
Osborne, el águila de San Juan, el emblema de tu equipo de fútbol
favorito, tu blasón familiar, el Sagrado Corazón de Jesús o la cruz de
Santiago, puedes hacerlo mientras no ices esa bandera en un organismo
oficial ni utilices un símbolo que constituya un ultraje u ofensa a la
bandera.
¿Es “inconstitucional” el primer escudo que figuró en la Constitución?
Las críticas de Hernando a la bandera con el escudo del águila de San Juan son aún más equivocadas si tenemos en cuenta que ése era el escudo que figuraba en los primeros ejemplares de la Constitución
-como se puede ver sobre estas líneas-, y siguió siendo el escudo en
vigor durante los tres primeros años de vigencia de nuestra actual Carta
Magna. Por todo ello resulta cómico que algunos consideren que la
bandera con ese escudo es “anticonstitucional” o “preconstitucional”.
La tricolor: una bandera diseñada partiendo de un error
Por otra parte, hay que recordar que la rojigualda es una bandera que
tiene un notorio arraigo en España. En 1808 la enarbolaron muchos
españoles como expresión de su patriotismo en la Guerra de la
Independencia, a pesar de que entonces dicha bandera sólo era el
pabellón naval, pero no la bandera nacional con carácter oficial (empezó
a serlo en 1843 durante el reinado de Isabel II). Tal era el aprecio
popular por esa enseña que en contra de lo que creen algunos, la
Primera República de 1873 conservó la bandera roja y gualda,
limitándose a suprimir la corona real y el emblema de los Borbones en el
escudo. El diseño básico de la bandera, con las franjas rojas
de un cuarto de grosor cada una y la franja amarilla tan ancha como las
otras dos juntas, se conservó hasta 1931, al instaurarse la Segunda
República. Además de igualar las tren franjas, el segundo régimen republicano cambió el rojo de la tercera franja por el morado por una confusión entre ambos colores, al considerar que el morado era el color del pendón de Castilla,
enarbolado por los comuneros. Sin embargo, y como revelan la mayor
parte de las representaciones heráldicas del escudo de Castilla llegadas
hasta nuestros días, las armas castellanas tenían un fondo rojo carmesí, no morado.
Si se interpretó como tal fue por la degradación del color en las
banderas más viejas de las conservadas hasta entonces. Tema aparte es el
curioso hecho de que los secesionistas de hoy prefieran la tricolor a
la rojigualda, cuando la tricolor se diseñó por la inspiración
castellanista de los republicanos de la época. Lo que hace la ignorancia…
La tricolor: una bandera preconstitucional, pero no “inconstitucional”
Y ya que hablamos de ignorancia y de la bandera tricolor, volvamos a las declaraciones de Hernando. El
portavoz adjunto del PP se equivoca también al calificar de
“inconstitucional” esta bandera, si por tal entendemos que su uso no
está permitido en nuestro actual régimen constitucional. Sí que lo está, obviamente, igual que lo está el de la bandera del águila de San Juan. Lo que sí es la bandera tricolor es preconstitucional,
si con el adjetivo nos remitimos a la Carta Magna de 1978, claro. Es un
adjetivo, por cierto, que se suele aplicar en los medios -erróneamente-
a la bandera del águila, pero no a la tricolor. Pero que ésta sea
preconstitucional sólo identifica su situación en la historia, no la
legalidad de su uso.
Dos banderas ligadas a una guerra entre compatriotas
Otro debate es el relativo a los sentimientos. Ciertamente, tanto la bandera del águila como la tricolor ofenden los sentimientos de muchos por razones diversas.
La primera se asocia con una dictadura que llegó al poder mediante una
rebelión militar y se asentó mediante una feroz represión. La tricolor
identifica a una república que convirtió a buena parte de España en una
dictadura de tipo soviético que -como bien señalaba ayer Luis del Pino-
asesinó en un solo mes (noviembre de 1936) y en una sola provincia
(Madrid) a más gente -unas 5.000 personas, incluyendo hombres, mujeres y
niños- que la Inquisición española en toda su historia (1.500-2.000
personas ejecutadas en tres siglos), pese a lo cual esa república aún
tiene defensores entusiastas entre muchos que se dicen demócratas.
Personalmente no me identifico con ninguna de las dos, aunque entiendo
que otros sí sientan algo hacia ellas, aunque sea porque también
fueron enarboladas por compatriotas nuestros en actos de gran valor:
desde los republicanos que lucharon en la liberación de París contra los
nazis, hasta los guripas que combatieron en la Batalla de Krasni Bor contra los soviéticos,
por poner un par de ejemplos. Eso me parece digno de respeto, y lo digo
teniendo en cuenta las críticas que conlleva -en una España corroída
por el sectarismo político- reconocer y honrar el sacrificio de quienes
murieron luchando con valor y con honor, bajo una bandera o bajo la
otra.
Una bandera para una España democrática nacida de la reconciliación
Obvia decir que la bandera de España con el actual escudo también
ofende a muchos españoles, empezando por todos aquellos que parecen no
tener más premisa ideológica que el odio a todo lo que se relacione con
España, hasta llegar a los que consideran que sentir amor por España y
usar la bandera rojigualda es de “fachas”, y que lo “democrático” es
usar la bandera de un régimen que terminó sus días convertido en una
dictadura bolchevique. No es mi caso, por supuesto. Yo no soy
monárquico, pero soy español y esa bandera es la que cuelga en mi
cuarto, porque es la bandera de España, la que aceptaron y votaron los
españoles de forma abrumadora y en libertad en 1978, cuando
nuestros abuelos y nuestros padres fueron capaces de traer a España la
democracia superando el odio incubado durante años de guerra y
dictaduras. Eso lo consiguieron a base de grandes dosis de piedad,
perdón y afán de reconciliación, una receta que les vendría muy bien a
muchos que a estas alturas, y en su mayoría sin haber vivido ni la
contienda ni sus consecuencias, parecen buscar una bandera que
les identifique con un bando de una guerra de hace más de 75 años, y no
la bandera que aquí y ahora, de cara al mundo, representa a la Patria
común de todos los españoles