ALEJANDRO BAYER: ORACIONES DE PETICIÓN DE LA VERDAD Y POR LA INTERCESIÓN DE MONS. MARCEL LEFEBVRE |
Apreciado Fabián:
Rogar
ayuda del Cielo para perseverar en la fe, la esperanza y la caridad
parece prioritario, siempre y especialmente en estos días, pues nunca
debe olvidarse que sin Él no es posible complacerlo: quia sine te placere non possumus.
Acudir
insistentemente al Señor, rogarle a Su Madre, conseguir buenos
intercesores… y pedir lo que nos conviene, pues tantas veces no pedimos
bien y no conseguimos lo que queremos… parece quizás más importante que
ganar discusiones, callar al contrario, denunciar al lobo: sin dejar
esto, hemos de intensificar hasta hacer prioritario aquello.
Ofrezco
para eso dos cosas: una oración por Mons. Lefébvre y para pedir su
intercesión, y otra para que el Señor nos conceda siempre y para siempre
el conocimiento de la Verdad.
La
primera es oración compuesta, al parecer, por algún sacerdote de la
Fraternidad, que encontré en forma de estampa y cuya redacción corregí
(no brillan entre nosotros buenos escritores o buenos hablantes: natural
en esta época).
La
segunda es oración compuesta por mí y que sugiero a todos rezar a
diario, convencido, como lo estoy, de que es petición gratísima a Dios y
especialmente urgente e importante en esta batalla final en que el arma
principal del enemigo es la confusión, la mentira, el engaño, la
corrupción de la inteligencia. ¡Cuán estropeadas están nuestras
inteligencias formadas por la televisión, la música, el cine y la
prensa!
Espero que a todos los lectores sirva, para la mayor gloria de Dios.
Alejandro Bayer
ORACIÓN PARA PEDIR LA INTERCESIÓN DE MONS. MARCEL LEFEBVRE
Señor mío y Dios mío Jesucristo:
En
medio de la ingratitud de los hombres y de la apostasía difundida en tu
Iglesia buscaste consuelo para tus lágrimas recostando el peso de Tu
Cruz en tu amantísimo sucesor apostólico, Marcel Lefébvre, arzobispo
misionero, eligiéndolo como celoso defensor del depositum fidei,
de Tu honor y de Tu Gloria, y como testigo intransigente del único
camino de salvación —que eres Tú en tu Cuerpo Místico, la Iglesia
Católica— ante pastores que buscan agradar al mundo —antiguo enemigo
tuyo—, habiendo bendecido su sufrida fidelidad y su cumplida caridad con
abundante fruto frente a quienes han traído la ruina a la viña que les
encomendaste. Por todo esto te imploro confesarlo delante de tu Padre y
de tus ángeles, y recompensarlo según tu promesa; concederle a tu
Iglesia, por los méritos de tu apóstol Marcel, la gloria prometida con
tu venida mediante el establecimiento de tu Reino; y a mí, Señor, como
él y por él, concederme vivir en íntima unión contigo y con la Iglesia
triunfante, combatiendo todos los errores y reparando las ofensas al
doloroso e Inmaculado Corazón de tu Santísima Madre, aquel que
finalmente triunfará, procurando de este modo vigilar y orar, velando tu
llegada como apóstol de los últimos tiempos.
Pater noster; Ave Maria; Gloria.
PETICIÓN DE VERDAD
Oh, Dios, Padre todopoderoso, Creador, Redentor y Santificador nuestro:
Infinitas
gracias te doy por habernos dado a conocer, en el impenetrable
entramado de tus designios, por medio de los profetas, por medio de tu
Hijo único, Nuestro amadísimo Señor Jesucristo, por medio de sus
Apóstoles y de sus sucesores, y por medio de su santísima y bellísima
Iglesia, los insondables misterios y los maravillosos planes que has
previsto y realizado por nosotros los hombres, criaturas tuyas que, para
dolor de tu Amantísimo Corazón, pagan tanta bondad revelante con
desamores, olvidos y traiciones de odiosísimo aspecto e insoportable
olor, hasta el punto de preferir a los monstruosos ángeles rebeldes
¡¡antes que a tu Preciosísimo Hijo!! Gracias, Padre; gracias, Hijo;
gracias, Espíritu Santo. Una y millones de veces: ¡gracias! Y perdona,
perdona, perdona.
Te
suplico fervorosísimamente que, para poder corresponder debidamente a
tu Palabra tantas y de tan variadas maneras dirigida a los hombres, te
apiades de este hijo tuyo e ilumines con tal claridad su entenebrecida
inteligencia que de ninguna manera, ni aún la más pequeña, llegue a ser
engañado por el sagacísimo Satanás, Príncipe de este mundo.
Padre
Sapientísimo: ayúdame a conocer la Verdad, la que me enseñas con todas
tus palabras y en la doctrina de la Iglesia, de tal manera que yo sepa
conocerte a ti, Verdad Suprema, y reconocer en cada momento de mi vida
todos los sutilísimos engaños de ese Enemigo tuyo y mío, esa inmunda
serpiente, de quien de tantos modos nos has advertido que nos tenderá
lazos y mentiras sutilísimas hasta casi lograr confundir a tus elegidos.
Padre
Amantísimo: por favor considérame y hazme digno de ser uno de tus
elegidos, siempre vigilante y haciendo oración, haciéndome, como deseas,
"astuto como serpiente y manso como paloma", y evitando que persiga
cosa alguna distinta de servirte a Ti, Única Verdad; para lo cual te
ruego me concedas la ayuda constante e indispensable de tu Santísima
Madre, y la de tus ángeles y tus santos.
Te lo pido, Dios Padre, por quien no me lo puedes negar: tu Hijo Jesucristo, Señor y Redentor nuestro.
Amén