A un año del comienzo formal de la resistencia

Hace exactamente un año, hacia septiembre de 2012, el gobierno de Cristina Kirchner iba por la reforma constitucional, que le posibilitara la reelección indefinida a su lider y única referente de poder, en la búsqueda de lo que la diputada Diana Conti había denominado "Cristina Eterna".
Los think-tanks kirchneristas funcionaban a pleno, tratando de convencer a la gente que el cepo al dolar era la recuperación del valor del peso, y que el ahorro era una entelequia perimida, porque el dinero estaba hecho para ser gastado. Decían que para hacer patria había que consumir en lugar de ahorrar, y que el que tenía un dolar era un cipayo.
Habían instalado la fecha del 7D, como una suerte de refundación nacional, cuando el vencimiento de una medida cautelar permitiría al gobierno ingresar, victorioso, a Clarin para "democratizar las voces", y comenzaban a arreciar las presiones sobre la Corte Suprema de Justicia, lo que más adelante derivaría en otra cruzada nacional, para "democratizar la justicia".
Todas estas democratizaciones, exhibiendo el 54% de los votos conseguidos en Octubre de 2011, lo que, desde su razonamiento y relato, les daba la potestad de hacer absolutamente cualquier cosa en nombre de la representación popular. Cualquier locura, cualquier avasallamiento.
Pero en la noche del 13 de Septiembre de 2012, una cantidad no precisada de argentinos tomó las calles, para explicarles que, a ellos, no los representaban.
Y no sólo que no los representaban, sino que estaban hartos del autoritarismo de Cristina Kirchner y su séquito. Que no les iban a permitir avasallar la Constitución Nacional, que no toleraban más su autoritarismo, su destrato, su corrupción y que querían seguridad y una economía sin falsos relatos.
Acaso hayan sido 300.000, acaso 500.000 en todo el país. Acaso nunca se conocerá cuántos fueron y, acaso, tampoco importe. Pero lo que sí importa es que desde la noche del 13 de Septiembre de 2012 las calles dejaron de lucir banderas multicolores y ajenas, y se vistieron de azul y blanco.
Ha pasado apenas un año desde aquella noche. Casi el mismo lapso que toma un niño entre nacer, y pronunciar su primera palabra definida.
El todopoderoso kirchnerismo, que había venido para hacer la revolución cultural y social en la Argentina, estigmatizando y aplastando a todo el que no la suscribiera, y que atemorizaba desde todos los sitios desde donde pudiera hacerlo, hoy ha sido votado por apenas 1, de cada 4 argentinos, en el país.
Ha debido sepultar definitivamente cualquier ensoñación de continuidad mediante reforma constitucional, y ha vuelto a ensuciar banderas que alguna vez levantó, con la designación de César Milani al frente del ejército, con el acuerdo petrolero secreto con la Chevron, y con la búsqueda de la baja de la edad de imputabilidad.
Y debate su interna, en el ocaso, como si se
tratara de un hormiguero pateado, donde cada hormiga corre,
desesperada, en una dirección distinta.
Está claro que algo se detonó, la noche del 13 de Septiembre de
2012. Un grupo de gente comenzó a descorrer el velo del relato, y el
resto del pais empezó a darse cuenta de que debajo, no había
prácticamente nada.
Algo de razón tenía el soberbio jefe de gabinete Juan Manuel Abal
Medina...
La gente no les había pisado el pasto; pero los estaba comenzando a pisar a
ellos.
Fabián Ferrante
Fabián Ferrante
