También nos inculcaron por ejemplo que para llegar a una sentencia condenatoria era imprescindible contar con pruebas contundentes dado el principio “in dubio pro reo”. O que no es admisible la prueba testimonial como única forma de justificar la condena. También aprendí que es nulo el proceso basado en Ley posterior al hecho imputado y que no se puede mantener en prisión a quien lleva determinado tiempo procesado sin condena, o que a los mayores de 70 años se les debe permitir cumplir el arresto en sus domicilios. Lo recuerdo perfectamente, aunque hoy me surgen dudas, pero el Dr. Fontán Balestra falleció y el Dr. Smart está preso, acusado de cometer un delito tipificado mediante ley posterior a la fecha de su supuesta comisión, en un proceso que admitió como única prueba falaces testimonios, que lleva años detenido sin sentencia y no se lo excarcela, habiéndosele negado el arresto domiciliario. Y son centenas los argentinos que están en su misma situación olvidados de la justicia y octogenarios mueren en crueles mazmorras sin la debida atención médica.
No, hoy no tengo a quien consultar.
Supongo que ellos olvidaron enseñarnos que todo este andamiaje judicial, fruto de siglos de universales experiencias, creación de insignes jurisconsultos, respetado por gobiernos democráticos, pudiese ser destruido ante la impensada posibilidad de un gobierno basado en el odio, la venganza, la sinrazón, la corrupción, la violación de las más elementales normas jurídicas y hasta de la propia Constitución Nacional. Un gobierno que confundiera los conceptos de “derechos” y “privilegios” denominando Derechos Humanos a los que pueden gozar sólo sus amigos y negándonos a quienes piensan diferente. Un gobierno con jueces federales postrados y deshonrando sus cargos. Nada de eso nos enseñaron.
Claro que tal vez no llegaron a imaginar que semejante caos podría suceder.
Saludo a Ud. atte.
Autor: Esc. Juan Manuel Otero