domingo, 22 de septiembre de 2013

NADIE EN LA IGLESIA PUEDE OBEDECER A LA JERARQUIA

Nadie en la Iglesia puede obedecer a la Jerarquía

inferno
Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II fueron verdaderos Papas, porque fueron elegidos en la muerte del Papa. Y, por tanto, sus enseñanzas hay que seguirlas, porque dan la Verdad de la Iglesia. Por ellos, habló Dios al Pueblo. Y a ellos se les da la Obediencia. Y a los Obispos que se unen a esos Papas, se les obedece, porque dan la Verdad.
Benedcito XVI es verdadero Papa, porque fue elegido en la muerte de Juan Pablo II, pero no se le puede seguir. Su Pontificado queda sin resolver, por su renuncia al Papado. Es un Papa pecador. Y su pecado hace del Papado un negocio para los hombres.
Con Benedicto XVI, con su renuncia, el fundamento de la Iglesia, que es el Papado, ha sido aplastado hasta el polvo.
Jesús edifica Su Iglesia sobre la Roca, que es el Papado. Y llama a Pedro a ser Roca. El Papado no es sólo el Papa, el hombre de carne y hueso, un hombre débil, pecador, un hombre que es hombre, que piensa como el hombre y vive como el hombre.
El Papado es la unión que se da entre Cristo y el hombre de carne y hueso. Una unión misteriosa que no se puede explicar con palabras humanas, porque es el Misterio de la Iglesia.
Con la renuncia de Benedicto XVI al Papado, a ser Roca, a ser uno con Cristo en la Cabeza de la Iglesia, los hombres han aplastado la cabeza visible de la Iglesia. Ahora mismo, no existe el Papa, la Cabeza Visible de la Iglesia. Existe la Roca del Papado, en que se fundamenta todo el edificio de la Iglesia. Pero Dios no guía a Su Iglesia a través de una Cabeza Visible, que es el hombre de carne y hueso, -y que sigue siendo Benedicto XVI-, por su pecado.
Este es el problema de la Iglesia. Cada Pastor de la Iglesia, cada sacerdote, cada Obispo, por el pecado del Papa Benedicto XVI ha dejado de ser cabeza en la Iglesia. Luego no se da la Obediencia a ellos. Si no hay Papa, no hay obediencia.
Si el Papa renuncia al Papado, se rompe la unión entre el Papa y los Obispos. Los Obispos ya no están unidos al Papa y, por tanto, no tienen el poder para gobernar a la Iglesia. Y los sacerdotes no están sometidos a los Obispos, por el pecado del Papa. Y los fieles en la Iglesia están libres de toda sujección a la Jerarquía.
No se puede acudir, ahora, a los Santos para dilucidar la Obediencia en la Iglesia. Porque los Santos, al hablar de Obediencia se referían al Papa. Sin Papa, entonces ya no hay Obediencia. No se puede obedecer a un impostor. Esa Verdad va a en contra de la mentira que dice que hay que seguir al que está en la Silla de Pedro, porque tiene el título de Papa.
El título de Papa no hace ser Papa. El Papa es Papa por su unión con Cristo, que se produce en la verdadera elección de los Cardenales cuando se muere un Papa. Pero el Papa no es Papa cuando es elegido viviendo el Papa. Luego no se da la obediencia a ese impostor porque tenga el título del Papa. No se da la obediencia a ese impostor porque no está unido a Cristo. Y no se da la obediencia a la Jerarquía por haber elegido a ese impostor sin la Voluntad de Dios.
Nadie ha meditado las consecuencias trágicas para la Iglesia de la decisión de Benedicto XVI de renunciar al Papado. Nadie ve esto: ahora en la Iglesia no hay Cabezas, sólo por el pecado del Papa. Luego no hay obediencias. No se hable de obedecer a alguien, porque no existe ahora. Sólo se da la Obediencia al Espíritu de la Iglesia, que siempre está ahí.
Ahora toda la Iglesia tiene que preguntar a Dios quién guía la Iglesia. ¿Cómo Dios guía a la Iglesia en estos momentos?¿Dónde está la Verdad en la Iglesia?
Porque el Papa, y los Obispos unidos a Él, son los que guardan la Verdad de la Iglesia, los que transmiten la Verdad de la Iglesia, de una forma íntegra, sin desvirtuarla, sin corromperla. Pero el mismo Papa rompió esta Verdad con su renuncia. Y la Verdad no puede estar en ningún Obispo, en ningún sacerdote, porque Cristo funda Su Iglesia en la Verdad del Papado, en la Roca del Papado, no en las cabezas de sus sacerdotes, Obispos, fieles de la Iglesia.
Por eso, se está ante algo que es muy grave para la Iglesia.
Con la renuncia del Papa Benedicto XVI se da una división en la misma Iglesia. Una división en el Papado. Unos siguen a un impostor, -y es la mayoría-, porque todavía no han acabado de entender la situación de la Iglesia, y otros no pueden seguir a ese impostor, pero tampoco pueden seguir al Papa verdadero, que es Benedicto XVI, porque renunció a ser Papa. Y, entonces, ¿a quién se sigue? ¿Quién da la Verdad de la Iglesia? ¿Dónde está la Verdad de la Iglesia? ¿Quién guía hacia la Verdad de la Iglesia si nadie la tiene, si sólo el Papa y los Obispos unidos a él la poseen?
Esta es la tragedia de la Iglesia que nadie ha meditado en profundidad. ¿Qué se hace, ahora, en la Iglesia? ¿Como se hace la Iglesia si no hay Papa? ¿Quién conduce la Iglesia? ¿Hacia dónde va la Iglesia?
Hay que meterse en el Misterio de la Iglesia para responder a todas estas preguntas. Y no es fácil ir desentrañando ese Misterio, porque, para eso, se necesita Luz del Espíritu.
Es claro que el Señor sigue guiando a Su Iglesia con Su Espíritu. Es claro que la Roca de la Iglesia permanece, pero está de otra manera que no se puede entender.
En el Cielo no se da la Cabeza Visible de la Iglesia y, sin embargo, se da la Roca de la Iglesia, que es el Papado. En el Purgatorio no se da la Cabeza Visible de la Iglesia, pero se da la Roca de la Iglesia. En la tierra ya no se da la Cabeza Visible de la Iglesia, pero sigue la Roca de una forma misteriosa.
¿Qué es la Roca de San Pedro que no sólo es el hombre de carne y hueso, sino algo más que no se puede describir con palabras, pero que es una realidad en la que se funda toda la Iglesia?
Benedicto XVI fue forzado a dejar el Papado. Fue forzado a romper la Unidad de la Iglesia. Fue forzado a mentir a la Iglesia y a poner en la Iglesia el fundamento de la Abominación.
Es lo que los hombres levantan ahora. Ahora el hombre edifica su iglesia sobre la Abominación, no sobre la Verdad, no sobre Cristo.
Por eso, presentan otro Cristo, lavan la cara de la Iglesia para hacer su iglesia.
Y los hombres de la Iglesia, la Jerarquía no se ha dado cuenta de este engaño sólo por su falta de fe. Y no hay otra razón. ¿De qué les sirve tantos conocimientos, tanta teología, tanta sabiduría humana si no tienen fe, si se han apresurado a elegir a un Papa mientras está vivo el verdadero?
¿De qué les ha servido su ciencia teológica, si no han sabido ver esta sencilla verdad: mientras el Papa está vivo no se puede elegir a otro Papa?
Pero están ciegos por el Poder de la Iglesia. Están ciegos por el dinero que da ese Poder. Están ciegos por el amor desordenado que produce el dinero y el poder. Están ciegos porque han hecho de sus vidas, como sacerdotes, como Obispos, como religiosos, una cuna para el demonio. Fornican con la mente del demonio y hacen en sus sacerdocios lo que esa mente quiere.
La Jerarquía de la Iglesia es toda culpable por elegir a un Papa cuando no tenían que elegirlo. Y lo han hecho por su pecado de soberbia y de orgullo.
Y hasta que no quiten ese pecado de soberbia y de orgullo, nadie en la Iglesia puede obedecerlos, seguirlos. Hay que oponerse, ahora, a todos los Pastores de la Iglesia que no ven esta Verdad de la Iglesia, que se han conformado con un impostor. Si siguen a un impostor no pueden hacer Iglesia, no se puede dar la obediencia, no hay sometimiento al pensamiento de ningún Obispo, sacerdote, religioso en la Iglesia. Esto es muy grave, pero es la Verdad.
Hay que seguir ahora sólo al Espíritu que guía a cada alma en la Iglesia y le dice lo que hay que hacer en la Iglesia.
Ahora todos quieren poner su verdad en la Iglesia. Ahora es cuando se da la verdadera confusión en la Iglesia, porque el fundamento de la Verdad, que es el Papa, ha sido destrozado.
Y nadie medita sobre esto. Todos tan contentos de tener a un impostor en la Iglesia que hace de la Iglesia la cueva del demonio.
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