sábado, 14 de septiembre de 2013

PEDOFILIA NARANJA

Publicado en Revista Cabildo Nº 104
Mes de Julio/Agosto de 2013- 3era.Época
INTERNACIONALES
Miguel DE LORENZO

Envío: A la Reina Máxima
Pedofilia Naranja



DISIMULADA entre la música y los bailes, escondida en medio de lo que aparentaba ser la dulce fiesta naranja, subyacía otra Holanda. ¿Otra? Y sí, otra, y bien distinta de esas imágenes cordiales que mostraban las pantallas. El asunto no es nuevo, hace tiempo que los holandeses se presentan como una sociedad "progresista". Y ya sabemos, que al amparo de esa palabrita mágica, se puede aceptar cualquier cosa. Pero en este caso, diseñaron una curiosa versión, ensamblando al progreso, con la aprobación legislativa y social de conductas que degradan a la condición humana.
Nadie ignora que los holandeses fueron progresistas en lo de la prostitución, la droga libre, el aborto, la eutanasia de los adultos y después de los niños, etc., pero parecería que, aún esa tremebunda demasía, les quedó chica y entonces avanzaron sobre la pedofilia, que a partir de ahora será un derecho más, a ejercer a la luz del día. Tal, la tristísima noticia que llega de una Corte de Apelaciones holandesa, que autorizó el libre funcionamiento de una asociación de pedófilos, por considerar "que no existe amenaza para la desintegración de la sociedad".
A tal extremo llega el extravío de una sociedad en la que cada cual reclama "derechos", aún los más absurdos y aberrantes, una suerte de igualitarismo absoluto, sin deberes, y donde parece que todos tienen derecho a todo, por el simple hecho de desearlo.
Muy pocos escritores como Dostoievski, pensaron la cuestión del hombre en el mundo moderno, penetrando en el problema del mal, del crimen y de la conciencia. Él sostiene que toda persona humana, tiene un valor absoluto, aún la más ínfima y hasta la más despreciable, posee un valor incondicional, que está dado por la inmortalidad del alma. Para el ruso la negación de ese valor absoluto, es lo mismo que negar al hombre mismo y como resultado de esa negación, el hombre se transformaría apenas en medio, o instrumento apto para cualquier deseo, o cualquier provecho.
Y no erraba Dostoievski si miramos lo que sucede hoy en el mundo y en esta Holanda naranja enemiga de Dios, donde de tumbo en tumbo moral, ahora llegaron hasta admitir legalmente la pedofilia. Legislar no sólo para despenalizar, sino para promover conductas capaces de lastimar grave y definitivamente a los niños, habla del clima asfixiante, humanamente hablando, que se vive en ese país.
Entendemos que la cosa sería más o menos así, los chicos holandeses, (los que no hayan sido abortados) podrán ser ultrajados y mancillados a gusto por los pedófilos que, protegidos por la ley, podrán agruparse, publicitar sus actividades, en suma aunar esfuerzos para difundir y consumar sus propósitos. No será que a fuerza de ir admitiendo como "naturales" los hechos menos dignos y para que ninguno se sienta discriminado u ofendido, llegamos hasta sacrificar a los niños y a reconocer como "natural" ese sacrificio pavoroso.
En contraste, debemos valorar la decisión de la Tate Gallery de Londres, que suspendió la exhibición de las obras de Graham Ovenden, un celebrado artista inglés de setenta años, al que un tribunal francés, encontró culpable de cuatro cargos de conducta indecente contra menores.
De acuerdo a la popular leyenda, el capitán de un barco holandés, en medio de la tempestad, pacta con el diablo y por eso es condenado a navegar sin descanso, sin rumbo y sin jamás tocar tierra. Es cierto que las leyendas son leyendas, pero que algo debe andar muy mal, en un país que no acierta a distinguir el bien del mal, llegando al extremo de establecer normas no solo para proteger, sino para auspiciar, a quienes van a degradar a sus niños, no parece cuento, ni leyenda, sino atroz triunfo del mismísimo demonio. •