Soy un pelotudo (al que le interesa el país)
Porque, según el colaborador de la ex SIDE y operador mediático
kirchnerista, Señor Luis Ventura, todos los ciudadanos que seguimos
atentamente las emisiones de PPT -Periodismo Para Todos- los días
domingo merecemos ese mote y calificativo, es que he buscado, en esta
sencilla columna, explicar mi grado de idiocia. El que me convierte en
un pelotudo que come carne podrida todos los domingos.
Así es que me creí ingenuamente manipulado por Jorge Lanata, cuando
relató que un señor cajero bancario en una remota provincia se convirtió
en un self-made man y amasó una gruesa fortuna con obra pública.
Dinero que, entre otros milagros, le permitió construir sociedades
comerciales en paraísos fiscales.
Así también, me digerí que un funcionario público -Secretario de
Transporte-, con un sueldo de unos 10 mil pesos, pudo alquilarse un piso
en Avenida Libertador (el alquiler le demandaba su salario total), pudo
comprar un yate de un millón de dólares, un LearJet y viajar como
estrella de rock. Adquirió unas cuántas propiedades aquí y en Brasil, lo
que exhibe que 10 mil pesos bien administrados son, en verdad, mucho
dinero; lógicamente, semejante accionar corrupto terminó derivando en la
muerte de ciudadanos en la estación Once. Pero este episodio, para
Ricardo Jaime, apenas es un mero detalle.
De igual manera, el Gran Hermano orwelliano Lanata -accionando a
distancia sobre mi cerebro- logró que se agudizara mi grado de pelotudez
a incalculable potencia, y “compré” la falacia del enriquecimiento
ilícito de un Jefe de Ejército, el General Gerardo Jesús del Corazón
Milani, en este caso. Personaje que, gracias a un sueldo en blanco de 14
mil pesos, pudo hacerse de una mansión en La Horqueta, valuada
aproximadamente en un millón de dólares. Siendo que soy tan pelotudo,
esta novedad me representó un disgusto con mi esposa, pues me decidí a
exigirle una administración similar a la de la esposa del citado
General.
También respecto de Milani, le “compré” al fabulador Jorge Lanata su
investigación sobre la desaparición del soldado Agapito Ledo, quien
fuera asistente personal del General durante los años de plomo. Dado
que, de este tema, algo conozco, consideré que un oficial jamás se
olvida de su asistente en medio de un teatro de operaciones pero, en
fin; el General César Milani parece haber sido visitado -demasiado
convenientemente- por el Doctor Alzheimer. Pero tengamos en cuenta que,
quien escribe estas líneas, tampoco se caracteriza por sus luces: es que
soy un pelotudo.
Como televidente, se ve que puedo afectar el turismo y, comprobada mi
escasa capacidad monetaria, en mi calidad de pelotudo me entusiasmé
mirando el programa sobre la visita presidencial a Islas Seychelles.
Paraíso al que, como es obvio, me está imposibilitado acceder; fue así
como comprobé que las escalas técnicas de un jet de empresa inglesa de
aviación privada demora unas dieciséis (16) horas promedio en
reabastecerse, consulté a unos amigos pelotudos que he conocido en la
Fuera Aérea y me respondieron: -Tenés razón; sos un reverendo pelotudo.
En definitivia, muchas gracias, Señor Ventura, por el acertado
diagnóstico que ha ofrecido Usted sobre mi persona. Solo un pelotudo
como quien escribe podría dedicarle tiempo a un lavador de cerebros como
Lanata, y prestar atención a los negociados y al uso y cooptación de
los derechos humanos con la confesa finalidad de poder concretar este
gigantesco latrocinio sin molestia alguna. Ya lo dijo la venerable
abuelita Estela Barnes de Carlotto: Milani es bueno; pero Milani también
dijo que “el Nunca Más está plagado de mentiras”. O sea que, en su
visión, está bien desaparecer personas. O, como lo pronunciara en su
momento Groucho Marx, “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo
otros”…
Sorge