jueves, 20 de febrero de 2014

BILLUART: LOS JUDIOS Y LA TRINIDAD

Billuart : los judíos y la Trinidad

Como es sabido, los judíos no aceptan el dogma de la Santísima Trinidad. Hay que agradecer que en estos tiempos de ecumanía interrreligiosa y veleidades judaizantes, al menos algunos rabinos se expresen con claridad:  “...sobre la doctrina de Dios, un abismo separa irremediablemente al judaísmo del cristianismo”. “...Si el Dios que adoran los judíos y los cristianos (y se puede agregar a los musulmanes) es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, difícilmente podría ser de otra forma para creyentes que extraen su inspiración común de la Biblia. Si el Antiguo y el Nuevo Testamento veneran a Él, al Creador del universo y al Padre de todos los hombres, bien diferente, sin embargo, es el monoteísmo de los judíos (y de los musulmanes) al de los cristianos.” “La oposición entre la fe de Israel y la creencia de los cristianos aparece irreductible y sería en vano tratar de reducirla. Se pueden estimar puntos comunes de las doctrinas y de los principios semejantes de su moral, donde los judíos y cristianos se acercan a veces hasta llegar a ser idénticos. No se podría borrar, al contrario, ni siquiera animado por el espíritu más liberal, la diferencia capital entre el monoteísmo profesado por la sinagoga y el de la Iglesia. Esta diferencia permanece íntegra, aún cuando los fieles de las dos religiones invocan al mismo Dios, su Padre común, a menudo en los mismo términos, principalmente en los salmos.” “...el dogma trinitario agrava la oposición entre las creencias judías y cristianas divergiéndolas con otro misterio, el de la Encarnación.” “Tal concepción teológica es la negación de los principios fundamentales del judaísmo.”
Ofrecemos hoy la traducción de un fragmento del tomista Billuart. Esperamos contribuya al cese o la reducción de los contubernios judeo-cristianos y de otras prácticas rabinizantes.
“Aunque lo que hasta aquí hemos escrito ha sido tomado del Antiguo Testamento y vale también contra los judíos que lo aceptan, sin embargo, puesto que dicen que interpretamos mal las Escrituras, a fin de cortar esta objeción, argumento contra ellos de la siguiente manera:
Los judíos están obligados a reconocer que interpretamos correcta y legítimamente las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento si los rabinos anteriores al cristianismo lo interpretaron como nosotros. Pero esto es lo que sucede. Ergo.
La Mayor parecería que la deberían aceptar necesariamente: así como ellos no quieren aceptar a los nuestros como parte así tampoco nosotros a ellos; elíjanse pues jueces imparciales como son los doctores de entre su pueblo y religión que han interpretado las Escrituras antes que los cristianos.
Y si estos contradicen su fe ¿A quién van a citar? ¿A las Escrituras? Pero esto no es posible porque precisamente estamos discutiendo con ellos sobre su sentido. Además si los doctores más antiguos y principales de la ley Mosaica erraron en este principal misterio de la religión, entonces le hubiera sobrevenido tanto la sinagoga como al pueblo judío un peligro patentísimo de error contra la fe, lo cual parece del todo ajeno a la providencia y benevolencia que Dios tuvo para con este infeliz pueblo.
La menor la pruebo por el P. Galatino en su obra: “de Arcanis catholicae veritatis lib. 2 cap. 1.
1º Rabí Simeón, hijo de Joahi, en el libro llamado Zohac, comentando las palabras delDeut. cap. VI: “Oye Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Dios” o como dice el texto hebreo: “el Dios, Dios nuestro, es el único Dios”, dice: “Rabí Ibba dice: “Escucha Israel: Dios, que es el principio de todas las cosas, el antiguo entre los antiguos, el origen y la perfección de todas las cosas, es llamado Padre; nuestro Dios es la profundidad de los ríos y la fuente del conocimiento, que procede del Padre, y es llamado Hijo; este Dios es espíritu Santo que procede de los dos y es llamado la medida de la voz. Es uno, y uno con otro concluye y reúne; y ni uno puede dividirse del otro; y por eso dice: “Congrega Israel, este Padre e Hijo y Espíritu Santo, y haz de ella una esencia, una sustancia, puesto que lo que se encuentra en uno, está en el otro, todo estuvo y todo está y todo estará”. El mismo rabí Simeón dice en el mismo lugar: “Este arcano del Hijo no se revelará a todos hasta que venga el Mesías: puesto que entonces, como dice Isaías, la tierra estará repleta del conocimiento de Dios, como las aguas cubren el mar”.
No hay palabras más claras y expresivas con las cuales los doctores Católicos puedan argumentar para probar la verdad de nuestra religión. Dice que este misterio recién será revelado a todos cuando venga el Mesías, y esto a causa de la propensión de los judíos a la idolatría, los cuales, al concebir tres personas en una esencia, podían tomarlos y adorarlos por tres dioses.
 El mismo rabí Simeón interpreta estas palabras de Isaías 6: “Santo, Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos”, así: “Santo aquí es el Padre, Santo aquí es el Hijo, Santo aquí es el Espíritu Santo”.
3º Rabí Jonathas, hijo de Usielis, en la paráfrasis caldaica interpreta el mismo texto desta manera: “Santo el Padre, santo el Hijo, santo el Espíritu Santo”.
 El mismo Jonathas lee en caldeo estas palabras del Salmo 109: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra” así: “Dijo el Señor a su Verbo”.
Es cierto que no se lee así en la paráfrasis caldea de Jonathas, puesto que los judíos más recientes corrompieron el texto; pero Galatinus dice que lo leyó así en un viejísimo ejemplar por la cual tempestad fueron expulsados todos los judíos del reino de Nápoles por orden del rey católico. Lo mismo afirma Lyranus antes de su conversión del judaísmo, y muy versado en los libros de los judíos, al comentar las palabras del Salmo 109. Y finalmente en otro libro de los judíos llamado “Colección de sentencias”, se dice que el Targum, es decir la traducción caldea de Jonathas ben Usielis, traduce así: “Dijo Dios a su Verbo: sede a mi diestra”.
 El mismo Cristo al querer probar su divinidad a los judíos por medio del Salmo 109: “dijo el Señor, etc”, le dijo a los judíos:
Mt XXII: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es Hijo? Le dijeron: De David. Y Él les dijo: ¿Cómo, entonces David inspirado por el Espíritu, lo llama “Señor” cuando dice: “Dijo el señor a mi Señor: siéntate a mi diestra”?, si pues David lo llama “Señor”, ¿cómo es su hijo?” Y nadie, añade el Evangelista, pudo responderle nada.”
Ante el silencio de los Fariseos queda manifiestamente claro que en aquel entonces era una constante e indubitable opinión entre los judíos, que ese Salmo estaba compuesto por David, y que esas palabras fueron dichas sobre el Mesías o Cristo. Lo cual supone Pedro en Hech. 2, para probar por las mismas palabras la divinidad de Cristo, sin que ningún judío lo contradiga, aunque hoy en día nieguen ambas cosas. Así pues, supuesto esto, los judíos están obligados a reconocer que hay en Dios diversidad de personas, de forma tal que una está asociada a otra y sentada a la diestra de la otra”. (Billuart O.PTractatus de Trinitate, Proemio, art. II. )
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