Billuart : los judíos y la Trinidad
Como es sabido, los judíos no
aceptan el dogma de la Santísima Trinidad. Hay que agradecer que en estos tiempos
de ecumanía interrreligiosa y veleidades judaizantes, al menos algunos rabinos se
expresen con claridad: “...sobre la doctrina de
Dios, un abismo separa irremediablemente al judaísmo del cristianismo”. “...Si el
Dios que adoran los judíos y los cristianos (y se puede agregar a los
musulmanes) es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, difícilmente podría ser
de otra forma para creyentes que extraen su inspiración común de la Biblia. Si
el Antiguo y el Nuevo Testamento veneran a Él, al Creador del universo y al
Padre de todos los hombres, bien diferente, sin embargo, es el monoteísmo de
los judíos (y de los musulmanes) al de los cristianos.” “La oposición entre la
fe de Israel y la creencia de los cristianos aparece irreductible y sería en
vano tratar de reducirla. Se pueden estimar puntos comunes de las doctrinas y
de los principios semejantes de su moral, donde los judíos y cristianos se
acercan a veces hasta llegar a ser idénticos. No se podría borrar, al
contrario, ni siquiera animado por el espíritu más liberal, la diferencia
capital entre el monoteísmo profesado por la sinagoga y el de la Iglesia. Esta
diferencia permanece íntegra, aún cuando los fieles de las dos religiones
invocan al mismo Dios, su Padre común, a menudo en los mismo términos,
principalmente en los salmos.” “...el dogma trinitario agrava
la oposición entre las creencias judías y cristianas divergiéndolas con otro
misterio, el de la Encarnación.” “Tal concepción teológica es la negación de
los principios fundamentales del judaísmo.”
Ofrecemos hoy la traducción
de un fragmento del tomista Billuart. Esperamos contribuya al cese o la reducción de los contubernios judeo-cristianos y de otras prácticas rabinizantes.
“Aunque lo que hasta aquí hemos escrito ha
sido tomado del Antiguo Testamento y vale también contra los judíos que lo
aceptan, sin embargo, puesto que dicen que interpretamos mal las Escrituras, a
fin de cortar esta objeción, argumento contra ellos de la siguiente manera:
Los judíos están obligados a reconocer que
interpretamos correcta y legítimamente las Sagradas Escrituras del Antiguo
Testamento si los rabinos anteriores al cristianismo lo interpretaron como
nosotros. Pero esto es lo que sucede. Ergo.
La
Mayor parecería que la deberían aceptar necesariamente: así como ellos no
quieren aceptar a los nuestros como parte así tampoco nosotros a ellos;
elíjanse pues jueces imparciales como son los doctores de entre su pueblo y
religión que han interpretado las Escrituras antes que los cristianos.
Y si estos contradicen
su fe ¿A quién van a citar? ¿A las Escrituras? Pero esto no es posible porque
precisamente estamos discutiendo con ellos sobre su sentido. Además si los
doctores más antiguos y principales de la ley Mosaica erraron en este principal
misterio de la religión, entonces le hubiera sobrevenido tanto la sinagoga como
al pueblo judío un peligro patentísimo de error contra la fe, lo cual parece
del todo ajeno a la providencia y benevolencia que Dios tuvo para con este infeliz
pueblo.
La menor la pruebo por
el P. Galatino en su
obra: “de Arcanis catholicae veritatis lib. 2 cap. 1”.
1º Rabí Simeón, hijo de Joahi, en el
libro llamado Zohac, comentando las palabras delDeut. cap. VI: “Oye Israel, el Señor,
nuestro Dios, es el único Dios” o como dice el texto hebreo: “el Dios, Dios
nuestro, es el único Dios”, dice: “Rabí
Ibba dice: “Escucha
Israel: Dios, que es el principio de
todas las cosas, el antiguo entre los antiguos, el origen y la perfección de
todas las cosas, es llamado Padre; nuestro Dios es la profundidad de los ríos y
la fuente del conocimiento, que procede del Padre, y es llamado Hijo; este Dios
es espíritu Santo que procede de los dos y es llamado la medida de la voz.
Es uno, y uno con otro concluye y reúne; y ni uno puede dividirse del otro; y
por eso dice: “Congrega Israel, este
Padre e Hijo y Espíritu Santo, y haz de ella una esencia, una sustancia, puesto
que lo que se encuentra en uno, está en el otro, todo estuvo y todo está y todo
estará”. El mismo rabí Simeón dice en el mismo lugar: “Este arcano del Hijo no se revelará a todos
hasta que venga el Mesías: puesto que entonces, como dice Isaías, la tierra
estará repleta del conocimiento de Dios, como las aguas cubren el mar”.
No hay palabras más
claras y expresivas con las cuales los doctores Católicos puedan argumentar
para probar la verdad de nuestra religión. Dice que este misterio recién será
revelado a todos cuando venga el Mesías, y esto a causa de la propensión de los
judíos a la idolatría, los cuales, al concebir tres personas en una esencia,
podían tomarlos y adorarlos por tres dioses.
2º El mismo rabí Simeón interpreta estas palabras de Isaías 6: “Santo, Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos”, así: “Santo aquí es el Padre, Santo aquí es el Hijo, Santo aquí es el Espíritu Santo”.
3º Rabí Jonathas, hijo de Usielis, en la paráfrasis caldaica interpreta el mismo texto desta manera: “Santo el Padre, santo el Hijo, santo el Espíritu Santo”.
4º El mismo Jonathas lee en caldeo estas palabras del Salmo 109: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra” así: “Dijo el Señor a su Verbo”.
Es cierto que no se lee así en la paráfrasis caldea de Jonathas, puesto que los judíos más recientes corrompieron el texto; pero Galatinus dice que lo leyó así en un viejísimo ejemplar por la cual tempestad fueron expulsados todos los judíos del reino de Nápoles por orden del rey católico. Lo mismo afirma Lyranus antes de su conversión del judaísmo, y muy versado en los libros de los judíos, al comentar las palabras del Salmo 109. Y finalmente en otro libro de los judíos llamado “Colección de sentencias”, se dice que el Targum, es decir la traducción caldea de Jonathas ben Usielis, traduce así: “Dijo Dios a su Verbo: sede a mi diestra”.
5º El mismo Cristo al querer probar su divinidad a los judíos por medio del Salmo 109: “dijo el Señor, etc”, le dijo a los judíos:
Mt XXII: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es Hijo? Le dijeron: De David. Y Él les dijo: ¿Cómo, entonces David inspirado por el Espíritu, lo llama “Señor” cuando dice: “Dijo el señor a mi Señor: siéntate a mi diestra”?, si pues David lo llama “Señor”, ¿cómo es su hijo?” Y nadie, añade el Evangelista, pudo responderle nada.”
Ante el silencio de los Fariseos queda manifiestamente claro que en aquel entonces era una constante e indubitable opinión entre los judíos, que ese Salmo estaba compuesto por David, y que esas palabras fueron dichas sobre el Mesías o Cristo. Lo cual supone Pedro en Hech. 2, para probar por las mismas palabras la divinidad de Cristo, sin que ningún judío lo contradiga, aunque hoy en día nieguen ambas cosas. Así pues, supuesto esto, los judíos están obligados a reconocer que hay en Dios diversidad de personas, de forma tal que una está asociada a otra y sentada a la diestra de la otra”. (Billuart O.P. Tractatus de Trinitate, Proemio, art. II. )
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