jueves, 20 de febrero de 2014

EL GRAVE CASO DEL PROFESOR ROBERTO MATTEI

El grave caso del Profesor Roberto de Mattei -

 Por Mario Caponnetto


UNA ANTICIPACIÓN DE CABILDO nº 107
  El nº 107 de la revista Cabildo saldrá a la calle aproximadamente en unos 10 días. Habiéndonos enterado por él de la existencia de una nota que saldría en dicho número, y que reviste interés para nosotros, le hemos pedido autorización para publicarla a modo de anticipo. Aquí va:

SOLIDARIDAD CON EL PROFESOR ROBERTO DE MATTEI

            El artículo que leeremos a continuación no necesita introducciones ni agregados. Todo lo explica y lo aclara con nitidez. Si me permito estas líneas preliminares es por un triple motivo.
            El primero, una deuda de gratitud pesonal hacia el ilustre Profesor De Mattei. En efecto, a pesar de no conocernos, él ha tenido la deferencia de citar mi libro “La Iglesia traicionada” en la que entiendo es su última y valiosa obra, Vicario di Cristo. I primato di Pietro tra normalitá ed eccezione, Verona, Fede & Cultura, 1983. Este libro mío, en el que desenmascaro con dolor los múltiples y funestos desvaríos del Cardenal Bergoglio, ha tomado –para mí, al menos- un trágico carácter anticipatorio. Silenciado en mi patria, y aún “castigado” por haberlo escrito, y hasta convertido en ocasión de prudentes tomas de distancia de algunos supuestos amigos, ha sido un extranjero el que ha tenido la bondad de recordar su existencia, desde el centro mismo de la  Cristiandad, Italia.
            El segundo motivo por el que interfiero con estas líneas previas es porque el gesto valeroso del Prof. Di Mattei – por el que fue expulsado de Radio María, como bien se explica en la nota que continúa estos párrafos- no puede quedar sin una solidaridad manifiesta, sin un apoyo explícito, sin un abrazo, siquiera en la lejanía, que contenga todo el aliento y toda la admiración que se le debe a quien se convierte en testigo de la Verdad. Bienaventurados los que son perseguidos por causa de su fidelidad a la Cruz; y desdichados aquellos –ostenten las jerarquias que ostentaren- que deambulan de traición en traición y de heterodoxia en heterodoxia.
            Al fin, entiendo que el tercer motivo para intervenir como anfitrión de esta valiosa y entrañable nota fraterna, es para alentar a los débiles, que son muchos, a los pusilánimes que abundan, a los cómodos distraidos que acrecen y a los aquiescentes que sabiendo todo,callan, a que consideren seriamente la posibilidad de hablar sí,sí;no,no, en esta hora trágica para el Papado y, por ende, para la Iglesia:Nuestra Santa Madre.

                                                                      Antonio Caponnetto

                                                                           ººººººººººººº
El grave caso del Profesor Roberto de Mattei
 Por Mario Caponnetto

Roberto de Mattei es, sin lugar a dudas, uno de los más lúcidos y brillantes intelectuales católicos italianos. Especializado en historia, catedrático de vasta trayectoria académica en diversas universidades europeas, no ha descuidado el ejercicio del periodismo en el que vierte con regularidad sus acertadas reflexiones acerca de los acontecimientos del mundo y de la Iglesia, reflexiones signadas siempre por un profundo sensus fidei. Es así que hasta el pasado 13 de febrero, de Mattei estaba a cargo de un programa radial mensual, Radici Cristiane, emitido por Radio María, en Italia. Pues bien, he aquí que desde la mencionada fecha los oyentes italianos se ven privados de oír la voz del Profesor de Mattei porque, sencillamente, el Director de Radio María, el sacerdote Livio Fanzaga suprimió el programa y removió a su conductor. ¿La causa de tan grave medida? Un artículo publicado por de Mattei, en su portal Corrispondenza Romana, el 12 de febrero pasado bajo el título Motus in fine velocior. Según Fanzaga, de Mattei, en el mencionado artículo, habría acentuado “su posición crítica respecto del Pontificado del Papa Francisco”. “Estoy muy disgustado -prosigue Fanzaga en la carta personal enviada al Profesor- y hubiera deseado que Usted pusiese su gran preparación cultural al servicio del Sucesor de Pedro. Usted comprende, querido Profesor, que su posición es incompatible con la presencia en Radio María la que, en sus principios guías, prevé la adhesión no sólo al Magisterio de la Iglesia sino, además, el apoyo a la acción pastoral del Sumo Pontífice”. Añade, enseguida, que “por deber de conciencia debo suspender la transmisión mensual, en tanto le agradezco también en nombre de los oyentes por el empeño puesto, a título voluntario, en la búsqueda de las raíces cristianas de Europa”.
Sorprende la extrema gravedad de las razones aducidas por el sacerdote Fanzaga. ¿Qué puede, en efecto, ser más grave para un intelectual católico que ser removido de una actividad apostólica nada menos que por su falta de fidelidad al Sucesor de Pedro? Pero, ¿es así?
De la lectura del mencionado artículo (y la de otros textos de de Mattei que hemos tenido ocasión de leer) no surge en absoluto el menor indicio que pueda dar sustento a las razones de Fanzaga. De Mattei es un laico católico que en uso de la legítima libertad de los hijos de Dios ha tenido el coraje y la lucidez de expresar sus graves preocupaciones por la situación actual de la Iglesia particularmente a partir de la desgraciada renuncia de Benedicto XVI de la que se ha cumplido un año en estos días.
En el artículo cuestionado, de Mattei en ningún momento ofende la figura del Santo Padre ni emite juicio alguno que pueda computarse como una falta de fidelidad a la Cátedra de Pedro. Por el contario, desde una fe acendrada e ilustrada, alerta acerca de ciertas tendencias y prácticas supuestamente pastorales -muy presentes y activas a partir de la elección del Papa reinante- que podrían, de hecho al menos, ponernos al borde del cisma y aún de la herejía. Se refiere, particularmente, a los más que visibles intentos de ciertos sectores eclesiales en orden a permitir la comunión a los divorciados y de “flexibilizar” la moral católica (básicamente en temas de moral sexual y familiar) considerada como “rígida” y “desactualizada”. Son esos sectores lo que promueven una “adaptación” de la Iglesia a la sociedad contemporánea que, de llevarse a cabo, significaría, lisa y llanamente, la destrucción de la Fe. Subraya, también, de Mattei la paradoja de que mientras Cristo y la Iglesia son el blanco de una feroz persecución por parte del mundo actual, especialmente en una Europa descristianizada y apóstata, ese mismo mundo rinde homenaje al Papa Bergoglio y lo proclama “el hombre del año”. Todo esto en un proceso de franca aceleración de los tiempos a la que alude, precisamente, el título de la nota. Lo dramáticamente ausente hoy, concluye de Mattei, “es el espíritu intransigente y sin compromiso de los santos”. Por eso, “urge una acies ordinata, una armada pronta a entrar en batalla que empuñando las armas del Evangelio anuncie una palabra de vida al mundo moderno que muere, en vez de abrazarse al cadáver”.
Nada, pues, que roce ni de lejos la fidelidad y la lealtad al Papado. Tal como lo expresa el mismo de Mattei en su respuesta a Fanzaga, “La devoción al Papado constituye parte esencial de mi vida espiritual. Pero la doctrina católica nos enseña que el Papa es infalible sólo en determinadas condiciones y que puede cometer errores, por ejemplo, en el campo de la política eclesiástica, de las opciones estratégicas, de la acción pastoral y hasta del magisterio ordinario. En este caso no es un pecado sino un deber de conciencia para un católico remarcarlo siempre que lo haga con todo el respeto y el amor que se debe al Sumo Pontífice. Así hicieron los santos que deben ser nuestros modelos de vida”.
Ante estas razones tan exactas y ponderadas, el Director Fanzaga responde, a su vez, con estas extrañas palabras: “Agradezco su respuesta. Su artículo me fue señalado por algún oyente que lo sigue. Ciertas decisiones se toman con sufrimiento. Es mi firme convicción que la Iglesia pueda salir de su actual tribulación siguiendo a la Virgen y al Papa. Como nos enseña Benedicto XVI, esta es más que nunca la hora de la oración”.
Resulta poco creíble  que la sola advertencia de algún oyente haya interpelado la sensible conciencia del padre Fanzaga obligándolo, no sin gran sufrimiento, a adoptar decisión tan extrema. Más bien es lícito sospechar que se trató, en realidad, de alguna presión, o una orden, de “lo alto” y que el bueno de Fanzaga no tuvo más alternativa que ejercer el triste papel de verdugo. También sorprende que Fanzaga admita que la Iglesia se ve hoy envuelta en tribulaciones de las que sólo puede salir con el auxilio de María y la guía del Papa. Pero, ¿no son, acaso, esas mismas tribulaciones actuales de la Iglesia las que desvelan y preocupan al Profesor de Mattei? ¿No es el honor y el triunfo del Corazón Inmaculado de María la cifra de su esperanza como taxativamente lo enuncia en el cierre de su cuestionado artículo? ¿No es al Papa, en última instancia, a su autoridad magisterial, a las que sirve con total fidelidad y lealtad que no es, precisamente, la cómoda obsecuencia de quienes no ven o no quieren ver que vivimos una hora de tribulación? ¿Qué es lo que, en definitiva, molesta? ¿Acaso el sí, sí, no, no del Evangelio?
Lo que fastidia, lo que no se tolera, es la vox clamantis in deserto que movida por la Fe advierte, amonesta, denuncia, exhorta, señalando con ponderación y respeto lo que ya no es posible disimular ni soslayar. No se tolera a quien se alza en defensa de la Fe recibida y que ha de ser custodiada sin mancilla hasta el fin de los tiempos. Se aplaude, en cambio, y se alienta, no sólo la insoportable imbecilidad de quienes proclaman imaginarias primaveras de la Iglesia sino, y esto es más grave, la cháchara anacrónica de los modernistas, las gastadas fórmulas de los “teólogos de la liberación” salidos como espectros de los sepulcros postconciliares, la retórica marxistoide de las comunidades eclesiales de base bendecidas desde Roma… Todo se tolera mientras se acompañe de alguna adecuada dosis de obsecuencia, que no de obsequio, al Papa.
El episodio del Profesor de Mattei es grave y repudiable. No es el único, ciertamente, sino que se suma a otros similares y revela  una vez más, que en la Iglesia de hoy los únicos reducidos al silencio son quienes defienden la Fe; los únicos, además que, permanecerán, fieles y obedientes,  junto al Santo Padre cuando el mundo que ahora lo adula y alaba acabe por abandonarlo. Pusillus grex.
Es esta, más que nunca, la hora de la oración, escribe el Padre Fanzaga. De acuerdo. Pero es también la hora de defender la Fe amenazada y de respetar la legítima libertad de aquellos que, como el Profesor de Mattei, tienen no sólo la capacidad intelectual sino también la incuestionable autoridad moral para hacerlo.

Nacionalismo Católico San Juan Bautista