El grave caso del Profesor Roberto de Mattei -
Por Mario Caponnetto
UNA ANTICIPACIÓN DE CABILDO nº 107
El nº 107 de la revista
Cabildo saldrá a la calle aproximadamente en unos 10 días. Habiéndonos enterado
por él de la existencia de una nota que saldría en dicho número, y que reviste
interés para nosotros, le hemos pedido autorización para publicarla a modo de
anticipo. Aquí va:
SOLIDARIDAD CON EL PROFESOR ROBERTO DE MATTEI
El
artículo que leeremos a continuación no necesita introducciones ni agregados.
Todo lo explica y lo aclara con nitidez. Si me permito estas líneas
preliminares es por un triple motivo.
El primero, una deuda
de gratitud pesonal hacia el ilustre Profesor De Mattei. En efecto, a pesar de
no conocernos, él ha tenido la deferencia de citar mi libro “La Iglesia
traicionada” en la que entiendo es su última y valiosa obra, Vicario di Cristo. I primato di Pietro tra
normalitá ed eccezione, Verona, Fede & Cultura, 1983. Este libro mío,
en el que desenmascaro con dolor los múltiples y funestos desvaríos del
Cardenal Bergoglio, ha tomado –para mí, al menos- un trágico carácter
anticipatorio. Silenciado en mi patria, y aún “castigado” por haberlo escrito,
y hasta convertido en ocasión de prudentes tomas de distancia de algunos
supuestos amigos, ha sido un extranjero el que ha tenido la bondad de recordar
su existencia, desde el centro mismo de la
Cristiandad, Italia.
El segundo motivo por el que interfiero con
estas líneas previas es porque el gesto valeroso del Prof. Di Mattei – por el que
fue expulsado de Radio María, como
bien se explica en la nota que continúa estos párrafos- no puede quedar sin
una solidaridad manifiesta, sin un apoyo explícito, sin un abrazo, siquiera en
la lejanía, que contenga todo el aliento y toda la admiración que se le debe a
quien se convierte en testigo de la Verdad. Bienaventurados los que son
perseguidos por causa de su fidelidad a la Cruz; y desdichados aquellos
–ostenten las jerarquias que ostentaren- que deambulan de traición en traición
y de heterodoxia en heterodoxia.
Al fin, entiendo que el tercer motivo
para intervenir como anfitrión de esta valiosa y entrañable nota fraterna, es
para alentar a los débiles, que son muchos, a los pusilánimes que abundan, a
los cómodos distraidos que acrecen y a los aquiescentes que sabiendo
todo,callan, a que consideren seriamente la posibilidad de hablar sí,sí;no,no, en esta hora trágica para
el Papado y, por ende, para la Iglesia:Nuestra Santa Madre.
Antonio Caponnetto
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El grave caso del Profesor Roberto de Mattei
Por Mario Caponnetto
Roberto de
Mattei es, sin lugar a dudas, uno de los más lúcidos y brillantes intelectuales
católicos italianos. Especializado en historia, catedrático de vasta
trayectoria académica en diversas universidades europeas, no ha descuidado el
ejercicio del periodismo en el que vierte con regularidad sus acertadas
reflexiones acerca de los acontecimientos del mundo y de la Iglesia,
reflexiones signadas siempre por un profundo sensus fidei. Es así que hasta el pasado 13 de febrero, de Mattei
estaba a cargo de un programa radial mensual, Radici Cristiane, emitido por Radio María, en Italia. Pues bien, he
aquí que desde la mencionada fecha los oyentes italianos se ven privados de oír
la voz del Profesor de Mattei porque, sencillamente, el Director de Radio
María, el sacerdote Livio Fanzaga suprimió el programa y removió a su
conductor. ¿La causa de tan grave medida? Un artículo publicado por de Mattei, en
su portal Corrispondenza Romana, el
12 de febrero pasado bajo el título Motus
in fine velocior. Según Fanzaga, de Mattei, en el mencionado artículo,
habría acentuado “su posición crítica respecto del Pontificado del Papa
Francisco”. “Estoy muy disgustado -prosigue Fanzaga en la carta personal
enviada al Profesor- y hubiera deseado que Usted pusiese su gran preparación
cultural al servicio del Sucesor de Pedro. Usted comprende, querido Profesor,
que su posición es incompatible con la presencia en Radio María la que, en sus
principios guías, prevé la adhesión no sólo al Magisterio de la Iglesia sino,
además, el apoyo a la acción pastoral del Sumo Pontífice”. Añade, enseguida,
que “por deber de conciencia debo suspender la transmisión mensual, en tanto le
agradezco también en nombre de los oyentes por el empeño puesto, a título
voluntario, en la búsqueda de las raíces cristianas de Europa”.
Sorprende la
extrema gravedad de las razones aducidas por el sacerdote Fanzaga. ¿Qué puede,
en efecto, ser más grave para un intelectual católico que ser removido de una
actividad apostólica nada menos que por su falta de fidelidad al Sucesor de
Pedro? Pero, ¿es así?
De la
lectura del mencionado artículo (y la de otros textos de de Mattei que hemos
tenido ocasión de leer) no surge en absoluto el menor indicio que pueda dar
sustento a las razones de Fanzaga. De Mattei es un laico católico que en uso de
la legítima libertad de los hijos de Dios ha tenido el coraje y la lucidez de
expresar sus graves preocupaciones por la situación actual de la Iglesia
particularmente a partir de la desgraciada renuncia de Benedicto XVI de la que
se ha cumplido un año en estos días.
En el
artículo cuestionado, de Mattei en ningún momento ofende la figura del Santo
Padre ni emite juicio alguno que pueda computarse como una falta de fidelidad a
la Cátedra de Pedro. Por el contario, desde una fe acendrada e ilustrada,
alerta acerca de ciertas tendencias y prácticas supuestamente pastorales -muy
presentes y activas a partir de la elección del Papa reinante- que podrían, de
hecho al menos, ponernos al borde del cisma y aún de la herejía. Se refiere,
particularmente, a los más que visibles intentos de ciertos sectores eclesiales
en orden a permitir la comunión a los divorciados y de “flexibilizar” la moral
católica (básicamente en temas de moral sexual y familiar) considerada como
“rígida” y “desactualizada”. Son esos sectores lo que promueven una
“adaptación” de la Iglesia a la sociedad contemporánea que, de llevarse a cabo,
significaría, lisa y llanamente, la destrucción de la Fe. Subraya, también, de
Mattei la paradoja de que mientras Cristo y la Iglesia son el blanco de una
feroz persecución por parte del mundo actual, especialmente en una Europa
descristianizada y apóstata, ese mismo mundo rinde homenaje al Papa Bergoglio y
lo proclama “el hombre del año”. Todo esto en un proceso de franca aceleración
de los tiempos a la que alude, precisamente, el título de la nota. Lo
dramáticamente ausente hoy, concluye de Mattei, “es el espíritu intransigente y
sin compromiso de los santos”. Por eso, “urge una acies ordinata, una armada pronta a entrar en batalla que empuñando
las armas del Evangelio anuncie una palabra de vida al mundo moderno que muere,
en vez de abrazarse al cadáver”.
Nada, pues,
que roce ni de lejos la fidelidad y la lealtad al Papado. Tal
como lo expresa el mismo de Mattei en su respuesta a Fanzaga, “La devoción al
Papado constituye parte esencial de mi vida espiritual. Pero la doctrina
católica nos enseña que el Papa es infalible sólo en determinadas condiciones y
que puede cometer errores, por ejemplo, en el campo de la política
eclesiástica, de las opciones estratégicas, de la acción pastoral y hasta del
magisterio ordinario. En este caso no es un pecado sino un deber de conciencia para
un católico remarcarlo siempre que lo haga con todo el respeto y el amor que se
debe al Sumo Pontífice. Así hicieron los santos que deben ser nuestros modelos
de vida”.
Ante estas
razones tan exactas y ponderadas, el Director Fanzaga responde, a su vez, con
estas extrañas palabras: “Agradezco su respuesta. Su artículo me fue señalado
por algún oyente que lo sigue. Ciertas decisiones se toman con sufrimiento. Es
mi firme convicción que la Iglesia pueda salir de su actual tribulación
siguiendo a la Virgen y al Papa. Como nos enseña Benedicto XVI, esta es más que
nunca la hora de la oración”.
Resulta poco
creíble que la sola advertencia de algún
oyente haya interpelado la sensible conciencia del padre Fanzaga obligándolo,
no sin gran sufrimiento, a adoptar decisión tan extrema. Más bien es lícito
sospechar que se trató, en realidad, de alguna presión, o una orden, de “lo
alto” y que el bueno de Fanzaga no tuvo más alternativa que ejercer el triste
papel de verdugo. También sorprende que Fanzaga admita que la Iglesia se ve hoy
envuelta en tribulaciones de las que sólo puede salir con el auxilio de María y
la guía del Papa. Pero, ¿no son, acaso, esas mismas tribulaciones actuales de
la Iglesia las que desvelan y preocupan al Profesor de Mattei? ¿No es el honor
y el triunfo del Corazón Inmaculado de María la cifra de su esperanza como
taxativamente lo enuncia en el cierre de su cuestionado artículo? ¿No es al
Papa, en última instancia, a su autoridad magisterial, a las que sirve con
total fidelidad y lealtad que no es, precisamente, la cómoda obsecuencia de
quienes no ven o no quieren ver que vivimos una hora de tribulación? ¿Qué es lo
que, en definitiva, molesta? ¿Acaso el sí,
sí, no, no del Evangelio?
Lo que
fastidia, lo que no se tolera, es la vox
clamantis in deserto que movida por la Fe advierte, amonesta, denuncia,
exhorta, señalando con ponderación y respeto lo que ya no es posible disimular
ni soslayar. No se tolera a quien se alza en defensa de la Fe recibida y que ha
de ser custodiada sin mancilla hasta el fin de los tiempos. Se aplaude, en
cambio, y se alienta, no sólo la insoportable imbecilidad de quienes proclaman
imaginarias primaveras de la Iglesia sino, y esto es más grave, la cháchara
anacrónica de los modernistas, las gastadas fórmulas de los “teólogos de la
liberación” salidos como espectros de los sepulcros postconciliares, la
retórica marxistoide de las comunidades eclesiales de base bendecidas desde
Roma… Todo se tolera mientras se acompañe de alguna adecuada dosis de obsecuencia,
que no de obsequio, al Papa.
El episodio
del Profesor de Mattei es grave y repudiable. No es el único, ciertamente, sino
que se suma a otros similares y revela
una vez más, que en la Iglesia de hoy los únicos reducidos al silencio
son quienes defienden la Fe; los únicos, además que, permanecerán, fieles y
obedientes, junto al Santo Padre cuando
el mundo que ahora lo adula y alaba acabe por abandonarlo. Pusillus grex.
Es esta, más
que nunca, la hora de la oración, escribe el Padre Fanzaga. De acuerdo. Pero es
también la hora de defender la Fe amenazada y de respetar la legítima libertad
de aquellos que, como el Profesor de Mattei, tienen no sólo la capacidad
intelectual sino también la incuestionable autoridad moral para hacerlo.
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista