lunes, 4 de agosto de 2014

Algo sobre el relativismo-Alberto Buela



 Algo sobre el relativismo
                                               Alberto Buela (*)
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Sobre el relativismo hoy hablan todos, en general, los que están en contra, porque los relativistas son la inmensa mayoría de los hombres, ya sea por su capricho subjetivo, comodidad, egoísmo, sea porque ven que los otros hacen lo mismo.
De modo tal que nuestra intención no es refutar nada, sino simplemente exponer qué es el relativismo y alguna de su variantes, como el cultural, moral o gnoseológico, para que quien lo lea entienda, medianamente, de qué se trata este fenómeno tan difundido en nuestros días.
Es sabido que en filosofía, y así lo han enseñado filósofos de la talla de Heidegger, Zubiri o Wagner de Reyna, que la primera aproximación al estudio de un tema, problema o fenómeno es a través de análisis de los términos con que se designa éste.
Así el término relativismo proviene de uno más antiguo y original que es el de relación. Ésta es una de las grandes categorías de la filosofía que indica vinculación entre dos o más entes entre sí. Es la menos sustancial de las categorías, la menos dotada de ser. Es aquella que en cuento nos preguntamos por ella se nos escapa en las cosas que ella relaciona. Pero al mismo tiempo es la que constituye la unidad material del mundo, pues esta unidad está constituida por las relaciones entre las cosas. Es que los entes no pueden existir realmente en el mundo al margen de la relación.
Siempre es bueno dar ejemplo de términos relativos: así, padre lo es de hijo como hijo de padre, alto de bajo, izquierda de derecha, el que persigue al que sigue, el amado del amante y viceversa.
En una palabra la relación, que los griegos denominaban prós ti y que los romanos tradujeron por refere, relatum y que podemos traducir por referencia. Esta categoría ha sido utilizada desde siempre por los teólogos para hablar de la vida íntima de Dios entre sus tres personas.
En filosofía el antecedente principal es lo que nos dejó el sofista Protágoras con su máxima: El hombre es la medida de todas las cosas de las que son en cuanto que son y de las que no son en tanto que no son.
Ahora bien, si el hombre es la medida de todas las cosas, todas las cosas pueden ser el hombre, con lo cual todos los seres no son más que uno.
Así razonó Aristóteles cuando en el libro gamma de su Metafisica  “si de todo sujeto es posible afirmar o negar cualquier cosa, podemos decir que el hombre no es un trirreme, pero como lo contradictorio es verdadero, el hombre es un trirreme”. El más célebre de los comentaristas griegos de Aristóteles, Alejandro de Afrodisias (siglo II d.C) comenta así este pasaje: “Si a la afirmación “A es hombre”, uno puede igualmente oponer como verdadera la negación “A es no hombre”. Es  evidente que “A es no hombre” es también “A es un trirreme” (porque lo que no es hombre es también trirreme). “A es mar”,”A es caballo”, y absolutamente todo lo que no es hombre. Todo termina siendo un solo ser”.
Como vemos la refutación del relativismo es incontrastable, indiscutible, contundente y terminante. Pero es eso, es la refutación lógica y teórica.
Podemos observar tres variantes clásicas donde se manifiesta el fenómeno del relativismo.
El relativismo gnoseológico, según el cual el hombre tiene una incapacidad natural de fijar verdades universalmente válidas. Así, el contexto, la estructura, los marcos de referencia, el lenguaje, los paradigmas de un período histórico, la cultura, la etnia, el género, las creencias religiosas, el status social, la experiencia histórica de cada individuo, todo ello nos dice, que no pueden existir verdades universales absolutas y objetivas.
Hoy, zambullidos como estamos en la postmodernidad light no existe una pauta, norma o valor universal, pues la primacía de la subjetividad o mejor aun, del capricho subjetivo, afirma que cada uno tiene su verdad.
En cuanto al relativismo cultural, éste sostiene que todas las culturas tienen igual valor. Que no existe una cultura superior a otra. Que cada cultura tiene su propio criterio y no puede ser juzgada con los criterios de otra. La tesis en vigencia es la del multiculturalismo, según la cual las minorías culturales (gays o mapuches) valen tanto como las grandes culturas. Sin percatarse que las grandes culturas son en realidad intercultural, pues viven muchas dentro de ellas.
En realidad nuestro mundo no es un universo como lo pensó la Ilustración y su consecuencia política, la democracia liberal, sino que nuestro mundo es, en realidad, un pluriverso donde conviven seis o siete grandes ecúmenes culturales (la iberoamericano, la eslava, la anglo sajona, la china etc.) y el relativismo cultural y en todo caso, la igualdad si se quiere, se da entre ellas. O al menos tendría que darse, pues en la realidad una de ellas se impone sobre el resto, imperialmente.
Además existe en la realidad un criterio de jerarquía de los bienes culturales que consiste en la mejor expresión y la mayor valoración universal. Es que el hombre posee de suyo la pretensión de universalidad de sus mejores productos y ante esto no hay relativismo que valga.
Finalmente tenemos el relativismo ético que sostiene que no existen absolutos morales como bueno o malo, sino éstos surgen de las normas sociales, de la ética situacional y de la moral del consenso. No hay una ética universalmente válida pues todas las opiniones son igualmente válidas.
En primer lugar cabe recordar que la ética es una, pues consiste en la reflexión racional o filosófica sobre el obrar humano mientras que las morales son varias: la cristiana, la judía, la musulmana, etc. Y que desde el punto de vista de la ética los que son iguales en dignidad son los hombres y no las opiniones. Y esto es muy importante pues no todas las opiniones son respetables (las racistas, las xenófobas, las prevertidas, etc.)
En definitiva, y para concluir, si todo es relativo, esta es una afirmación absoluta: que todo es relativo. Con lo cual se produce una contradicción insalvable. Al respecto, conviene aquí recordar al filósofo Bertrand Russell, que no es pájaro de nuestra devoción, pero que se destacó como uno de los mayores lógicos matemáticos del siglo XX: “Afirmar que todo es relativo es un absurdo, pues entonces no hay nada relativo a ese todo”.