Brillante exposición publicada en un Foro de GOOGLE, con el que todo compartimos, la copiamos y publicamos.
¿QUÉ ES EL PENSAMIENTO
NACIONAL?
(Me han preguntado. Yo contesto)
El
Gaucho Martín Fierro
No es fácil resumir con claridad qué es el
Pensamiento Nacional porque, primeramente y, sobre todas las cosas, es un sentimiento
que se ha de tener. Aunque amigos y enemigos saben muy bien cuando se
está frente a uno de sus hombres.
Esta dificultad deriva en que no es
sólo una forma de entender la Política y la Patria: también la Vida. Así se
da la paradoja de aquel que tiene el Pensamiento Nacional sin saberlo, como el
otro que lo es sólo de nombre y por ello solamente lo declama.
El Pensamiento Nacional es servir al
verdadero Dios y no a idolillos con facha de mujer pública como la libertad
y su gorro masónico; con cara de inocentona como la democracia; o con ojos
llameantes como la clase. Y, sin embargo, se respetan la clase, la democracia y
la libertad, y sus pinturas y estatuas están por doquier.
Es no buscar la majestad de la justicia con sus ojos
vendados y su balanza fría, pero adherirse a la pobre justicia humana, eterna
pretendiente a un trono inalcanzable, un poco bizca y hasta un algo tonta.
Es buscar los medios para lograr una vida
virtuosa -nosotros y los otros-, sabiendo que son muy pocos los Héroes y los
Santos y muchas nuestras deserciones, aflojadas, lenocinios y cerotes.
Es querer la belleza aunque no la
comprendamos, y saludar el gesto noble para que suene como un bofetón en
el rostro de los que anhelan al plebeyismo como sistema.
Pertenecer al Pensamiento
Nacional es recordar en todos los actos que al Rey la
Hacienda y la vida se han
de dar, pero que el
honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.
Es respetar el valor sin desconocer el
miedo, y respetarlo
entre los nuestros y en nuestros enemigos.
Es amar al hombre concreto y por amor
negarle la adulación, que es rebajarlo e inferirle un mal que resquebraja su
alma llamada a fines trascendentes.
Es admirar al Héroe y al Santo, al
pequeño de todos los días y al de los momentos críticos; al que es capaz de
quemar su vida en un altaraunque no sea el nuestro y aunque ese sea su primer
gesto de grandeza; porque un bel morir tutta la vita onora.
Es saber discernir entre un campeonato y
una guerra, entre un soldado y un zaguero izquierdo; un Jefe y un mandatario;
un servidor y un siervo.
Militar en el Pensamiento Nacional es ser grande con el grande y humilde
con los humildes; que respeto a quien lo merece es justicia, no
servilismo; que misericordia al que sufre es amor, no estupidez. Y que
justicia con misericordia es magnanimidad.
Es pretender una sociedad armoniosa, no
ordenada con la disposición triste y mediocre del termitero. Armoniosa como una
catedral gótica donde los vitrales sirven a la luz, las piedras a los vitrales
y las gárgolas a las piedras: y gárgolas, piedras, vitrales y luz, sirven a
Dios. No como el orden de un templo pagano, maravillosa belleza formal, pura
exterioridad, potente grito de amor a sí mismo. Y el amor que tenemos es para
Dios, la Patria y nuestros semejantes.
Es enraizamos en la tierra de nuestros
padres y abuelos sabiendo que el roble y la cinacina sirven al mismo reparo y
se alimentan de la misma fuente; y en la fuente y el reparo se hermanan.
Pensar como nacionalistas es ser leal
con los nuestros aunque nos duela este espectáculo estéril, ridículo y feo;
porque nosotros también somos de los nuestros y esa fealdad nos toca. Y donde
no nos tocase, justamente por esa pretendida limpieza no tenemos derecho a
ensuciarnos con la deslealtad. Sólo como leales podremos cortar las ramas
enfermas porque, en cada sangre que hagamos, correrá también la nuestra para
con ella lavar la herida enferma.
Es buscar los bienes terrenos en tanto
bienes y no en tanto riquezas. Es adherirse a las cosas porque son mías y
porque son nuestras; no porque son cosas. Es servirse de esos bienes con un
fin superior y no servirlos como a ídolos falsos. Y es saber sofrenar nuestro
apetito de cosas para no morir aplastados por ellas.
Es amar y respetar a nuestras mujeres:
que no es nuestro estilo aquello de llorar engaños. Recordando siempre que
sin ellas no somos nada.
Es ser padres de nuestros hijos, no sus
amigos. Amigos: ya se ocuparán ellos de buscarlos. Padres no tienen más que
los que Dios les ha dado.
Es cumplir con nuestro trabajo como Dios
manda sin dejar que el trabajo nos carcoma el alma y magulle el cerebro.
Es apuntar a las estrellas de pié, no de
rodillas; con la cabeza fría y el corazón caliente.
Es respetar las libertades: no el
Liberalismo.
Es respetar la materia: no el
Materialismo Dialéctico.
Es respetar el alma: no el Espiritualismo
canalla, ni el Espiritismo estafador.
Es respetar la Inteligencia: no la Diosa
Razón.
En respetar las tradiciones heredadas de
padres y abuelos: no el Festival de Cosquín.
Es ser valiente: no un compadrito.
Es ser bueno: no un idiota.
Es ser pacífico: no un Premio Nobel de la
Paz.
Es ser religioso: no un clerical ni andar
con la clerigalla.
Es amar al hombre: no a la Humanidad.
Es saber reírnos de nosotros mismos,
pero no dejar que otros se rían de nosotros.
Es ser humildes como individuos y
orgullosos como Nación. Es estimar la política como uno de los más nobles
oficios, por más que nuestros políticos sean una banda de forajidos.
Es el Bien Común, distinto y por encima
de los bienes particulares, por legítimos que ellos fueren.
Poseer el Pensamiento Nacional es pensar en la Nación como un pasado
común y como una empresa con un destino común, con un ministerio en el
concierto de otras patrias; que sea el ámbito propicio donde se pueda alcanzar
una vida virtuosa, cuyos medios para lograrla sean el bien común subordinado al
Bien.
Es el Estado como rector del bien común.
Rector y no como su dueño. Rector y no como su dispensador tiránico.
Es la Fuerza y la Justicia bajo exclusivo
monopolio del Estado. Fuerza para defendernos de nuestros enemigos, con
justicia para propios y extraños. Fuerza limitada por la justicia y justicia
apoyada en la fuerza.
Es tener al Estado por un bien necesario,
digno de ser servido porque sirve; no como el mal necesario de los liberales
que quieren un malevo con cofia de niñera o los marxistas que presentan
a una niñera que todos saben que es un malevo.
Es sentir orgullo por servir al Estado y
humildad porque por él servimos a nuestros iguales. Que hemos sido llamados
para servir; no para servirnos ni para que nos sirvan. Se trata de servir sin
que nos sirvan. Esa es la idea. Queremos servidores no empleados para nuestro
propio provecho.
Es la economía no al servicio del Estado
pero sí controlada por él, en tanto hace al bien común. Que si iniciativa
personal, propiedad privada y espíritu de lucro están inscriptos en nuestra naturaleza,
no son derechos absolutos; y es función específica del Estado el regularlos,
limitarlos cuando se desmadran, y facilitar todos los medios a su alcance para
protegerlos y promoverlos.
El Pensamiento Nacional no necesita de
ideas o ideologías extranjeras o extranjerizantes. Pensar de otro modo es una
afrenta a nuestra inteligencia y un aplauso a nuestra incapacidad. Si se piensa
en Dios, la Patria y su Pueblo, todo está dicho y lo que sea extranjero estará
sobrando por más que, eventualmente, coincida con nosotros (Pero atentos y
vigilantes con esas “coincidencias”).
Estos son los fines que el Pensamiento Nacional nos ha propuesto
diariamente, por más que los medios contingentes sean siempre materia de
discusión. Me atrevo por eso a llegar a una definición: el Pensamiento
Nacional es la Patria inteligentemente amada y servida con sacrificio.
Se terminó por la Gracia de Dios, en el día de San Celestino y Crispín,
del año 2014 de la llegada de Nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo. Que sus
vidas y muertes por martirios en tiempos de Maximiano nos sirvan de guía y
ejemplo.
El Señor de Mailín, Santiago del Estero
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