EL ANTICRISTO SEGÚN LACUNZA
[Lacunza
es un escritor católico cuya obra fue puesta en el Índice de libros
prohibidos, ni más ni menos como otras lo fueron por distintos motivos a
lo largo de la historia. Por ejemplo Galileo, Keppler y Copérnico que
sostenían la teoría heliocéntrica ( a mi entender falsa y contraria a
las Escrituras) y que nunca han sido sacados de esa lista. Pero nadie
negará que las circunstancias en la actualidad han cambiado. En mi
opinión es lícito hacer la epiqueya de pensar que si fueran nuestros
tiempos normales en cuanto a la autoridad de la Iglesia, la prohibición
hubiese desaparecido.
De todas maneras el siguiente extracto que nos
aporta un amigo lector, no se refiere a lo esencial de la obra
lacunciana, que trata del Reino Milenario, sino que pueden ilustrarnos
sobre una interpretación del Apocalipsis, quizás oportuna en nuestros
días, y en nada contraria al dogma católico.]
No
veo por que estos textos no debieran ser conocidos. Lacunza es
principalmente quien me ha confirmado que Roncalli y sus sucesores
fueron la segunda Bestia del capítulo XIII del Apocalipsis. Creo que he
sido el primero que ha declarado que la Bestia con dos cuernos parecidos
a unos de cordero pero que hablaba como dragón no podía ser más que un
pseudo papa, falso profeta y la gran ramera sentada sobre la bestia
escarlata embriagada de la sangre de los mártires. Son diferentes
aspectos del clero apóstata que forma un cuerpo moral anti-Cristo con
su cabeza un falso papa.
Michel Mottet
Definición del Anticristo
De “La Venida del Mesías en Gloria y Majestad”.
P. Manuel Lacunza S.J.
Párrafo IV
161.
Lo primero que se entiende bien en un cuerpo moral, y lo primero que no
se entiende de modo alguno en una persona singular es la definición del
Anticristo. En toda la Biblia sagrada desde el Génesis hasta el
Apocalipsis, no se halla esta palabra expresa y formal Anticristo,
sino dos o tres veces en la epístola primera y segunda del Apóstol San
Juan, y aquí mismo es donde se halla su definición. Si preguntamos al
amado discípulo ¿qué cosa es Anticristo? nos responde por estas
palabras: todo espíritu que divide a Jesús, no es de Dios, y este
tal es un Anticristo, de quien habéis oído que viene; y que ahora ya
está en el mundo (499).
162.
Os parecerá sin duda a primera vista, que yo voy a usar aquí de algún
equívoco pueril, o de alguna especie de sofisma; pues a estas palabras
de San Juan les doy el nombre de verdadera definición del Anticristo,
siendo cierto (como decís equivocadamente) que San Juan habla aquí solo
del espíritu, mas no de la persona del Anticristo. Mas si consideráis
este texto con alguna mayor atención; si con la misma consideráis la
explicación que se le da, se puede con razón esperar, que el sofisma
desaparezca por una parte, y se deje ver por otra donde no se esperaba.
163.
Dos cosas claras dice aquí este Apóstol a todos los [282] Cristianos:
Primera, que el Anticristo, de quien han oído que vendrá cuando sea su
tiempo, es todo espíritu que divide a Jesús. La expresión es ciertamente muy singular, y por eso digna de singular reparo. Dividir a Jesús,
según su propia y natural significación, no suena otra cosa, por más
que otros digan, que la apostasía verdadera y formal de la religión
Cristiana, que antes se profesaba; mas considerada esta apostasía con
toda su extensión, esto es, no solamente en sentido pasivo, sino también
y principalmente en sentido activo, esta es, el magisterio de doctrinas
blasfemas contra Cristo. La razón parece evidente y clara por su misma
simplicidad; todos los Cristianos, pertenezcan al verdadero o falso
Cristianismo, están de algún modo atados a Jesús, y tienen a Jesús de
algún modo atado consigo, pues la atadura de dos cosas es preciso que
sea mutua. Esta atadura no es otra, hablando en general, que la fe en
Jesús; la cual así como puede ser una cuerda fortísima, y realmente, lo
es como una cuerda de tres dobleces, cuando la acompasa la esperanza y la caridad; así puede ser una cuerda débil e insuficiente cuando se halla sola, pues sin las obras es muerta,
y así puede ser también una cuerda debilísima, y casi del todo
inservible, si por alguna parte está ya tocada de corrupción. Mas, o sea
fuerte o fortísima la fe en Jesús, como la que tiene un buen católico; o
sea la recibida en el bautismo, como la de muchos herejes; o sea
debilísima, como la que tiene un verdadero hereje, o un mal católico;
todas ellas son verdaderas ataduras, que de algún modo los liga con
Jesús, y forma entre ellos y Jesús cierta relación, o cierta unión mayor
o menor, según la mayor o menor fortaleza de la cuerda.
164.
Ahora pues, ¿quién desata del todo a Jesús, o se desata de Jesús, que
es una misma cosa? Solo es aquel que estando de algún modo atado con él,
o teniendo con él alguna relación, renuncia enteramente aquella fe en
que se funda esta relación; y si antes creía en Jesús, ya no cree, si
antes creía que Jesús es Hijo de Dios, hecho hombre, que es el Mesías,
que es el Cristo del Señor, prometido en las [283] Escrituras, etc., ya
nada de esto cree, ya se burla de todo, y de las mismas Escrituras, ya
se avergüenza del nombre Cristiano, esto es lo que llamamos propiamente
apostasía de la religión Cristiana, la cual ninguno puede dudar que está
anunciada en términos bien claros para los últimos tiempos. El Espíritu manifiestamente dice, que en los postrimeros tiempos apostatarán algunos de la fe (500), dice San Pablo, y en otra parte, que el Señor no vendrá sin que suceda primero esta apostasía (501).
Esta anuncia San Pedro en todo el capítulo II de su epístola II, y en
la católica de San Judas, y por abreviar, esta anuncia el mismo
Jesucristo, cuando dice como preguntando: Mas cuando viniere el Hijo del Hombre, ¿pensáis que hallará fe en la tierra? (502) Pues esta apostasía de la religión Cristiana, este dividir a Jesús,
cuando ya sea público y casi universal; cuando ya sea con guerra
declarada contra Jesús; cuando no contentos muchos con haber desatado a
Jesús respecto de sí mismos, procuren con todas sus fuerzas desatarlo
también respecto de los otros, este es, nos dice el amado discípulo, el
verdadero Anticristo, de quien habéis oído que vendrá (503).
165.
La segunda cosa que nos dice es, que este mismo Anticristo, de quien
hemos oído que vendrá, estaba ya en su tiempo en el mundo (504), porque aún en tiempo de San Juan ya comenzaba a verse en el mundo el carácter inquieto, duro y terrible del espíritu, que divide a Jesús,
ya muchos apostataban de la fe, renunciaban a Jesús, y eran después sus
mayores enemigos, a los cuales el mismo Apóstol les da el nombre de
Anticristo, [284] así ahora muchos se han hecho Anticristos(505),
y para que ninguno piense que habla de los judíos o de los étnicos, que
en algún tiempo perseguían a Cristo, y a su cuerpo místico, añade
luego, que estos Anticristos habían salido de entre los cristianos; salieron de entre nosotros.
Lo mismo en sustancia dice San Pablo, hablando de la apostasía de los
últimos tiempos, esto es, que en su tiempo ya comenzaba a obrarse este
misterio de iniquidad (506).
166.
De esta definición del Anticristo, que es lo más claro y expreso que
sobre este asunto se halla en las Escrituras, parece que podemos sacar
legítimamente esta consecuencia: que el Anticristo, de quien hemos oído
que ha de venir, no puede ser un hombre, o persona individual y
singular, sino un cuerpo moral que empezó a formarse en tiempo de los
apóstoles, juntamente con el cuerpo místico de Cristo, que desde
entonces empezó a existir en el mundo, y que ahora ya está en el mundo. Porque ya se está obrando el misterio de la iniquidad,
que ha existido hasta nuestros tiempos, que existe actualmente, y bien
crecido y robusto, y que en fin, se dejará ver en el mundo entero, y
perfecto en todas sus partes, cuando esté concluido enteramente el
misterio de iniquidad. Esta consecuencia se verá más clara en la
observación que vamos a hacer de las ideas que nos da la Escritura del
Anticristo mismo, con que nos tiene amenazados.