lunes, 6 de julio de 2015

Una puerta que nadie podrá cerrar


Una puerta que nadie podrá cerrar

En la Sagrada Escritura encontramos esta frase: “porque fueron débiles, yo les abrí una puerta que nadie podrá cerrar”. Esta puerta abierta para la flaqueza del hombre contemporáneo es el Corazón Inmaculado de María.
 
En efecto, nada puede darnos mayor confianza, esperanza más fundada, estímulo más seguro, que la convicción de que en todas nuestras miserias, en todas nuestras caídas, no tenemos sólo mirándonos con rigor de Juez, a la infinita Santidad de Dios, sino también al Corazón lleno de ternura, de compasión y de misericordia, de Nuestra Madre celeste.
Omnipotencia suplicante, Ella sabrá conseguir para nosotros todo cuanto nuestra flaqueza pide para la gran tarea de nuestro reerguimiento moral.
Con este Corazón, todos los terrores se disipan, todos los desánimos se desvanecen, todas las incertidumbres se despejan.
El Corazón Inmaculado de María es la Puerta del Cielo abierta de par en par para los hombres de nuestro tiempo, tan extremamente débiles. Y esta puerta “nadie la podrá cerrar”, ni el demonio, ni el mundo, ni la carne.
Plinio Corrêa de Oliveira in Legionário, N.º 625, 30 de julio de 1944