LAXITUDES: Los tiempos del senador Pichetto
Pichetto parece ilustrar hasta donde será tolerante.
POR TEODORO BOOT
El senador Pichetto pide darle tiempo al gobierno de Mauricio Macri para que sus políticas muestren resultados.
Dentro de las políticas de las que el senador espera resultados se encuentran:
Una devaluación del 50% que unida a la
eliminación de las retenciones a las exportaciones de bienes primarios
supusieron un aumento del trigo, el maíz y otros cereales y oleaginosas
de cerca del 90 %, provocando casi instantáneamente la mayor
transferencia de ingresos de los asalariados al sector financiero y
exportador desde 1976.
La eliminación de subsidios y aumento
de tarifas de gas y electricidad que respecto a ésta, supone un aumento
de entre el 500 y el 700%.
El regreso al proceso de endeudamiento
externo, aceptación de las recetas del FMI y oferta de pago a los
fondos buitre con tan sólo un 25% de quita contra el 75% aceptado por el
93% de los acreedores.
Incorporación a altos niveles de gobierno
de gerentes y empleados de los grupos trasnacionales y designación de
los jefes de personal de las grandes empresas para velar por los
intereses de los trabajadores. De esta manera:
Susana Malcorra, ex gerenta de IBM,
presidenta de Telecom Argentina, vinculada al Departamento de Estado,
manejará la política exterior.
Juan José Aranguren, presidente en
Argentina de la petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell es el
ministro de Energía y Minería. Empezó su gestión reduciendo los
subsidios a la exploración y autorizando el aumento de precio de los
combustibles.
Marcelo Villegas, jefe de personal de Telecom, es ministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires.
Luis Caputo, del Deutsche Bank, secretario de Finanzas.
Mario Quintana, presidente de
Farmacity, Freddo y Musimundo, empleado de Nicolás Caputo, amigo y
compañero de estudios de Mauricio Macri, principal contratista de la
CABA y principal beneficiario de la primera gran contratación del nuevo
gobierno, fue designado en la Secretaría de Coordinación Administrativa y
Evaluación Presupuestaria de la Jefatura de Gabinete.
Gustavo Lopetegui, director ejecutivo de LAN Chile, es secretario de la Jefatura de Gabinete.
Miguel Puente, director de personal de Techint ocupa el tercer lugar de jerarquía en el Ministerio de Trabajo.
Gisela Costantini, directora ejecutiva de
la automotriz norteamericana General Motors, preside
AerolíneasArgentinas. Su primera medida fue aumentar hasta un 30% el
precio de las tarifas aéreas.
El empleado de la multinacional
Penguin-Ramdom House-Mondadori- Santillana (y antes, de Planeta) ocupa
el Ministerio de Cultura. Su primera medida fue autorizar la
introducción de “libros argentinos” impresos en China, Chile, Uruguay o
donde le convenga a Penguin-Random House-Mondadori.
El principal acusado junto a Horacio
Rodríguez Larreta por el pago de sobreprecios para la construcción del
“metrobus” de la avenida Cabildo y la contratación de los servicios de
asesoría de un asociado suyo, Guillermo Dietrich, fue puesto al frente
de la Secretaría de Transportes.
Jorge Lemus, acusado por la propia
Justicia de la Ciudad de Buenos Aires de “abandono de persona” y
“vaciamiento y desarticulación de la salud pública”, fue designado
ministro de Salud.
El ministro de la Producción es
Francisco Cabrera, fundador de la AFJP Máxima y miembro del grupo
Roberts/HSBC, denunciado por negociaciones incompatibles con la función
pública a raíz de las reiteradas contrataciones en la ciudad de Buenos
Aires a Julieta Spina, cuñada de Horacio Rodríguez Larreta, que se
presentaba en Ciudad de la Moda como la única oferente en las
licitaciones.
Hernán Lombardi, imputado por la
titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
N°10, Paloma Ochoa, por el delito de lavado de activos previamente
sustraídos de manera fraudulenta al Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, es el actual titular de Medios Públicos.
Es secretario de Comunicaciones Oscar
Aguad, procesado por defraudación con un crédito de 60 millones de
dólares que canjeó por cuasimonedas cuando fue interventor de la ciudad
de Corrientes entre 1999 y 2001. También fue acusado de sobornar a una
jueza para conseguir su sobreseimiento en esa causa.
Mientras un turbio empleado del FMI
procesado por su participación en la estafa del Megacanje, Federico
Sturzenegger, ocupa la presidencia del Banco Central. Un director de la
banca JP Morgan, Alfonso Prat Gay, es ministro de Economía.
El JP Morgan fue el banco
norteamericano que lideró el Megacanje en el año 2000. Según el fisco
francés, como apoderado de Amalia Lacroze de Fortabat, Prat Gay es
responsable de un depósito en el HSBC de 68 millones de dólares que
jamás declaró. Acusado de facilitar operaciones millonarias de evasión
impositiva y fuga de capitales, en su informe de 2002 la Comisión
Especial Investigadora sobre Fuga de Divisas de la Cámara de Diputados,
presidida por Elisa Carrió, estableció que durante el corralito, y
violando las disposiciones legales, Prat Gay giró al exterior unos
790.000 dólares de su peculio.
Carlos Melconián, autor intelectual de
una de las mayores estafas al país -la estatización de las deudas
privadas perpetrada en dos oportunidades por Domingo Cavallo- ocupa la
presidencia del Banco Nación, es el verdadero ministro de Economía y el
estratega del gobierno al que el senador Pichetto propone darle más
tiempo.
En el tiempo que el senador tan
generosamente le brinda, el gobierno le hará perder el empleo a por lo
menos un millón de trabajadores, según oportunamente y con toda claridad
anunció Melconián y ratifican abiertamente Prat Gay y el ministro de
Trabajo Jorge Triaca. Será el costo a pagar –siempre por otros, nunca
por ministros, economistas y senadores– para la recuperación de la
“competitividad” de la producción nacional.
La “competitividad” de estos genios de
las finanzas a los que el senador quiere darles tiempo nunca se basa en
la mayor inversión en tecnología, en el aumento de la producción, en la
razonabilidad de las ganancias empresarias y los sueldos de Ceos y
gerentes, sino en la baja de los salarios de los trabajadores.
Así como los salarios suben cuando
todos los trabajadores tienen empleo –método aconsejado por un mítico
líder de cuya existencia el senador parece no tener idea llamado Juan
Domingo Perón–, bajan en proporción a la cantidad de desesperados
dispuestos a realizar un trabajo por menor remuneración.
Un millón deben ser esos desesperados,
según estableció el señor Melconián, a quien el senador quiere darle
tiempo. Y ese, el explicitado por Melconián, Prat Gay y Triaca, es el
motivo por el cual, con los más imaginativos argumentos, se despide a
mansalva empleados del sector público y se seguirá muy rápidamente en la
industria gráfica, el calzado, textiles y, acumulativamente, en las
demás áreas de la industria privada, como preludio a una caída general
de la actividad.
Sería interesante que el tiempo que el
senador quiere ofrecer al gobierno del Pro para que den resultado sus
medidas, lo ocupara en observar lo extraño que resulta que mientras se
reducen los salarios con la excusa de aumentar la competitividad, se la
reduzca incrementando los costos de insumos tan importantes para la
industria como la luz, el gas, el combustible o los peajes.
¿Qué interesa al gobierno al que el senador le quiere dar tiempo? ¿Aumentar la productividad o reducir los salarios?
El senador tal vez también alcance a
advertir que, arrogándose facultades legislativas y hasta judiciales el
gobierno le está quitando también a él su trabajo. ¿Para qué hacen falta
senadores y diputados si existen los DNU?
¿Para qué son necesarios los jueces si el ejecutivo se cisca en los amparos y fallos judiciales?
El senador parece dispuesto a otorgar
todo el tiempo del mundo, aun si le quitan el trabajo, siempre y cuando
no le quiten el salario, claro.
¡Así, cualquiera es capaz de dar todo el tiempo del mundo!
Pero el senador insiste en dar tiempo para que estas políticas muestren resultados.
¿Más resultados de los que ya están mostrando?
¿Puede encontrar el senador alguna
ley, alguna disposición, algún artículo –¡alguna coma!– de todas las
leyes, decretos y disposiciones del actual gobierno que resulte
favorable a los trabajadores, a los desempleados, a los humildes, a los
más débiles?
¡Encuentre un solo ejemplo, un solo caso, senador!
Parece ser que para reconocer a un rengo, el senador Pichetto necesita verlo llegar caminando hasta Luján.
¿Qué más le hace falta al senador para
entender de qué viene la cosa? ¿Que lo sodomicen en el salón de los
pasos perdidos, de uno en fondo, durante los próximos cuatro años?
En fin, ya se sabe: sobre gustos no hay nada escrito.