domingo, 7 de febrero de 2016

LAXITUDES: Los tiempos del senador Pichetto


LAXITUDES: Los tiempos del senador Pichetto

Pichetto señala hasta dónde piensa llegar
Pichetto parece ilustrar hasta donde será tolerante.
POR TEODORO BOOT
El senador Pichetto pide darle tiempo al gobierno de Mauricio Macri para que sus políticas muestren resultados. Dentro de las políticas de las que el senador espera resultados se encuentran:
Una devaluación del 50% que unida a la eliminación de las retenciones a las exportaciones de bienes primarios supusieron un aumento del trigo, el maíz y otros cereales y oleaginosas de cerca del 90 %, provocando casi instantáneamente la mayor transferencia de ingresos de los asalariados al sector financiero y exportador desde 1976.
 
La eliminación de subsidios y aumento de tarifas de gas y electricidad que respecto a ésta, supone un aumento de entre el 500 y el 700%.
El regreso al proceso de endeudamiento externo, aceptación de las recetas del FMI y oferta de pago a los fondos buitre con tan sólo un 25% de quita contra el 75% aceptado por el 93% de los acreedores. Incorporación a altos niveles de gobierno de gerentes y empleados de los grupos trasnacionales y designación de los jefes de personal de las grandes empresas para velar por los intereses de los trabajadores. De esta manera:
Susana Malcorra, ex gerenta de IBM, presidenta de Telecom Argentina, vinculada al Departamento de Estado, manejará la política exterior.
Juan José Aranguren, presidente en Argentina de la petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell es el ministro de Energía y Minería. Empezó su gestión reduciendo los subsidios a la exploración y autorizando el aumento de precio de los combustibles.
Marcelo Villegas, jefe de personal de Telecom, es ministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. Luis Caputo, del Deutsche Bank, secretario de Finanzas.
Mario Quintana, presidente de Farmacity, Freddo y Musimundo, empleado de Nicolás Caputo, amigo y compañero de estudios de Mauricio Macri, principal contratista de la CABA y principal beneficiario de la primera gran contratación del nuevo gobierno, fue designado en la Secretaría de Coordinación Administrativa y Evaluación Presupuestaria de la Jefatura de Gabinete.
Gustavo Lopetegui, director ejecutivo de LAN Chile, es secretario de la Jefatura de Gabinete. Miguel Puente, director de personal de Techint ocupa el tercer lugar de jerarquía en el Ministerio de Trabajo. Gisela Costantini, directora ejecutiva de la automotriz norteamericana General Motors, preside AerolíneasArgentinas. Su primera medida fue aumentar hasta un 30% el precio de las tarifas aéreas.
El empleado de la multinacional Penguin-Ramdom House-Mondadori- Santillana (y antes, de Planeta) ocupa el Ministerio de Cultura. Su primera medida fue autorizar la introducción de “libros argentinos” impresos en China, Chile, Uruguay o donde le convenga a Penguin-Random House-Mondadori.
El principal acusado junto a Horacio Rodríguez Larreta por el pago de sobreprecios para la construcción del “metrobus” de la avenida Cabildo y la contratación de los servicios de asesoría de un asociado suyo, Guillermo Dietrich, fue puesto al frente de la Secretaría de Transportes.
Jorge Lemus, acusado por la propia Justicia de la Ciudad de Buenos Aires de “abandono de persona” y “vaciamiento y desarticulación de la salud pública”, fue designado ministro de Salud.
El ministro de la Producción es Francisco Cabrera, fundador de la AFJP Máxima y miembro del grupo Roberts/HSBC, denunciado por negociaciones incompatibles con la función pública a raíz de las reiteradas contrataciones en la ciudad de Buenos Aires a Julieta Spina, cuñada de Horacio Rodríguez Larreta, que se presentaba en Ciudad de la Moda como la única oferente en las licitaciones.
Hernán Lombardi, imputado por la titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°10, Paloma Ochoa, por el delito de lavado de activos previamente sustraídos de manera fraudulenta al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, es el actual titular de Medios Públicos.
Es secretario de Comunicaciones Oscar Aguad, procesado por defraudación con un crédito de 60 millones de dólares que canjeó por cuasimonedas cuando fue interventor de la ciudad de Corrientes entre 1999 y 2001. También fue acusado de sobornar a una jueza para conseguir su sobreseimiento en esa causa.
Mientras un turbio empleado del FMI procesado por su participación en la estafa del Megacanje, Federico Sturzenegger, ocupa la presidencia del Banco Central. Un director de la banca JP Morgan, Alfonso Prat Gay, es ministro de Economía.
El JP Morgan fue el banco norteamericano que lideró el Megacanje en el año 2000. Según el fisco francés, como apoderado de Amalia Lacroze de Fortabat, Prat Gay es responsable de un depósito en el HSBC de 68 millones de dólares que jamás declaró. Acusado de facilitar operaciones millonarias de evasión impositiva y fuga de capitales, en su informe de 2002 la Comisión Especial Investigadora sobre Fuga de Divisas de la Cámara de Diputados, presidida por Elisa Carrió, estableció que durante el corralito, y violando las disposiciones legales, Prat Gay giró al exterior unos 790.000 dólares de su peculio.
Carlos Melconián, autor intelectual de una de las mayores estafas al país -la estatización de las deudas privadas perpetrada en dos oportunidades por Domingo Cavallo- ocupa la presidencia del Banco Nación, es el verdadero ministro de Economía y el estratega del gobierno al que el senador Pichetto propone darle más tiempo.
En el tiempo que el senador tan generosamente le brinda, el gobierno le hará perder el empleo a por lo menos un millón de trabajadores, según oportunamente y con toda claridad anunció Melconián y ratifican abiertamente Prat Gay y el ministro de Trabajo Jorge Triaca. Será el costo a pagar –siempre por otros, nunca por ministros, economistas y senadores– para la recuperación de la “competitividad” de la producción nacional.
La “competitividad” de estos genios de las finanzas a los que el senador quiere darles tiempo nunca se basa en la mayor inversión en tecnología, en el aumento de la producción, en la razonabilidad de las ganancias empresarias y los sueldos de Ceos y gerentes, sino en la baja de los salarios de los trabajadores.
Así como los salarios suben cuando todos los trabajadores tienen empleo –método aconsejado por un mítico líder de cuya existencia el senador parece no tener idea llamado Juan Domingo Perón–, bajan en proporción a la cantidad de desesperados dispuestos a realizar un trabajo por menor remuneración.
Un millón deben ser esos desesperados, según estableció el señor Melconián, a quien el senador quiere darle tiempo. Y ese, el explicitado por Melconián, Prat Gay y Triaca, es el motivo por el cual, con los más imaginativos argumentos, se despide a mansalva empleados del sector público y se seguirá muy rápidamente en la industria gráfica, el calzado, textiles y, acumulativamente, en las demás áreas de la industria privada, como preludio a una caída general de la actividad.
Sería interesante que el tiempo que el senador quiere ofrecer al gobierno del Pro para que den resultado sus medidas, lo ocupara en observar lo extraño que resulta que mientras se reducen los salarios con la excusa de aumentar la competitividad, se la reduzca incrementando los costos de insumos tan importantes para la industria como la luz, el gas, el combustible o los peajes.
¿Qué interesa al gobierno al que el senador le quiere dar tiempo? ¿Aumentar la productividad o reducir los salarios?
El senador tal vez también alcance a advertir que, arrogándose facultades legislativas y hasta judiciales el gobierno le está quitando también a él su trabajo. ¿Para qué hacen falta senadores y diputados si existen los DNU?
¿Para qué son necesarios los jueces si el ejecutivo se cisca en los amparos y fallos judiciales?
El senador parece dispuesto a otorgar todo el tiempo del mundo, aun si le quitan el trabajo, siempre y cuando no le quiten el salario, claro. ¡Así, cualquiera es capaz de dar todo el tiempo del mundo!
Pero el senador insiste en dar tiempo para que estas políticas muestren resultados.
¿Más resultados de los que ya están mostrando?
¿Puede encontrar el senador alguna ley, alguna disposición, algún artículo –¡alguna coma!– de todas las leyes, decretos y disposiciones del actual gobierno que resulte favorable a los trabajadores, a los desempleados, a los humildes, a los más débiles?
¡Encuentre un solo ejemplo, un solo caso, senador!
Parece ser que para reconocer a un rengo, el senador Pichetto necesita verlo llegar caminando hasta Luján.
¿Qué más le hace falta al senador para entender de qué viene la cosa? ¿Que lo sodomicen en el salón de los pasos perdidos, de uno en fondo, durante los próximos cuatro años?
En fin, ya se sabe: sobre gustos no hay nada escrito.