Un amor no correspondido: En la sinagoga de Roma, una invitación rechazada…
Pasada
la polvareda mediática que provocó la visita de Francisco a la sinagoga
de Roma hace algo más de dos semanas, ya comienzan a vislumbrarse los
puntos débiles del empeñado esfuerzo del Obispo de Roma por construir el
diálogo interreligioso con los hebreos.
El punto más frágil fue destacado por el vaticanista Sandro Magister
que simplemente citó las palabras de Riccardo Di Segni, el Rabino Jefe
de Roma. He aquí sus palabras pronunciadas al momento de dar la
bienvenida a Francisco en el templo judío:
“No recibimos al Papa para discutir de teología. Cada sistema es autónomo, la fe no es objeto de intercambio y de tratamiento político”. (Chiesa, 23.1.2016)
El mismo Magister observó que este “NO” fue preventivo.
Efectivamente, al hacer Francisco uso de la palabra convidó en vano a Di
Segni y a los demás judíos presentes a “profundizar” el “diálogo
judeo-católico” de “dimensión teológica”. Fue su leitmotiv pues a renglón seguido volvió a insistir por segunda vez sobre este “espinoso” tema para el mundo judaico:
“Precisamente desde un punto de vista teológico, es evidente el vínculo inseparable entre los cristianos y los judíos”. (Discurso en la visita a la Sinagoga de Roma, 17 de enero de 2016)
¿Qué pensar de esta rotunda afirmación de Francisco? ¿Es tan evidente
este vínculo? A juzgar por las palabras que el Rabino Jefe de Roma ya
había proferido, parece claro que es justamente este “punto de vista
teológico” la “bomba” que los judíos de todos los cuadrantes no quieren y
ni siquiera piensan entrar a “desactivar”. ¿Para qué arriesgarse a
sufrir una “explosión teológica”? Precedentes de graves “explosiones”
causados precisamente por los mentados “puntos teológicos”
judeo-católicos no faltan. Sirvan de ejemplo tres sorprendentes casos.
El primero se verificó en Roma cuando en 1842, a continuación de una
aparición de la Santísima Virgen María en la basílica Sant’Andrea delle
Fratte, el abogado y banquero judío Alphonse Marie Ratisbonne
(1814-1888) se convierte al catolicismo… para después fundar una orden
religiosa dedicada específicamente a la conversión de los judíos… ¡Sí,
aquello que ahora parece haber sido prohibido! El segundo caso explosivo
sucedió durante la Segunda Guerra Mundial precisamente en la mismísima
Sinagoga de Roma visitada por Francisco. El Gran Rabino que en aquellos
años era Israel Anton Zoller (1881-1956), nada más y nada menos abandona
su cargo para convertirse al catolicismo… Sí, el mismísimo Jefe de la
sinagoga, Israel Anton, adopta el día de su bautismo el nombre de
Eugenio en homenaje al Papa Pío XII, Eugenio Pacelli, dejando un relato
autobiográfico de su inusitada conversión: Eugenio Zolli. “Antes del alba. La conversión del Rabino de Roma: autobiografía” (Madrid: Palabra, 2006).
Fue el propio Jesucristo que en una de varias apariciones en la misma
sinagoga le dijo: “Este es el último día que vienes aquí”. Estos dos
casos, cada cual en su momento histórico fueron verdaderas “bombas
atómicas” que explotaron en el corazón del judaísmo europeo,
acontecimientos a los que por todos los medios se les ha intentado bajar
el perfil para que caigan en el olvido. Nadie habla de ellos, ni
siquiera en reconocidos medios católicos… sería demasiada incorrección
política. ¿Y qué decir de la discípula del célebre filósofo Edmund
Husserl, la inteligentísima y voluntariosa Edith Stein (1891-1942)? ¿No
es sorprendente que esta doctora en filosofía leyendo la autobiografía
de Santa Teresa de Ávila haya decidido a convertirse y luego entrar en
el Carmelo como religiosa de clausura? Martirizada en el campo de
concentración nazi de Auschwitz en 1942 fue beatificada en 1987 y
canonizada en 1998 por el Papa Juan Pablo II. Este tercer caso, ¿no es
un ejemplo sorprendente de la fuerza persuasiva que posee la doctrina
católica en parangón con el judaísmo?
Pero volvamos a Francisco y su política interreligiosa que, ¡oh
sorpresa! jamás ha contemplado la conversión de los judíos. A estas
alturas, ¿se habrá enterado del traspié que sufrió invitando a todos
ellos a dialogar justamente en este conflictivo campo de la teología? Si
leemos con atención los discursos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI
cuando ambos visitaron la misma sinagoga de Roma –1986 y 2010
respectivamente– se observa una notable diferencia con el discurso de
Francisco. No vamos a entrar en el tema de la oportunidad o
inoportunidad de estas visitas… Eso es otra historia. Pero por lo menos,
se observa que tanto el Papa Juan Pablo II como el Papa Benedicto XVI
tomaron sumo cuidado de no utilizar el problemático y explosivo
concepto: “teológico”. Parece que tenían un poco más de cuidado al
enunciar ideas teológicas en ambientes controvertidos… y no hace falta
ser un genio para darse cuenta que ese no es el fuerte de Francisco. El
primero se limitó a formular una invitación para “profundizar el diálogo
en lealtad y amistad en el respeto de las íntimas convicciones de unos y
otros, tomando como base fundamental los elementos de la Revelación que
tenemos en común como “gran patrimonio espiritual (Nostra Ætate, 4)”. (Juan Pablo II, discurso en la Sinagoga de Roma, 13 de abril de 1986).
El segundo se restringió a tres campos. De un lado resaltó la
posibilidad que se ofrece a los cristianos de promover “un renovado
respeto por la interpretación judía del Antiguo Testamento” (Pontificia Comisión Bíblica);
de otro, apuntó para “la centralidad del Decálogo como mensaje ético
común de valor perenne para Israel, la Iglesia, los no creyentes y la
humanidad entera”; y finalmente destacó “el compromiso por preparar o
realizar el reino del Altísimo en el “cuidado de la creación” confiada
por Dios al hombre para que la cultive y la custodie responsablemente
(cf. Gn 2, 15)”. (Benedicto XVI, discurso visita Sinagoga de Roma, 17 de enero de 2010)
Como se puede comprobar fueron temas que entre los judíos no levantan
susceptibilidades. A decir verdad, el convite hecho por el actual
Obispo de Roma se asemeja a una comida de amigotes donde un invitado
había quedado en llevar la entrada y el plato principal y se olvidó de
que sus anfitriones sólo comen… kosher. ¿Qué hacer ahora con el
jamón de Jabugo y las tablas de ibéricos, con el cocidito madrileño?
¡¡Qué gafe!!, decimos nosotros recurriendo a un galicismo. ¡Qué macana!
Diría un argentino de modo más criollo… Pero no hay problemas, pese a
esta “macana” los comensales muy educados le han explicado que el plato
principal no lo comen, pero sí algunos dulces y pasteles. Di Segni fue
muy claro; sólo algunos dulces:
“Recibimos al Papa para confirmar que las diferencias religiosas, para mantener y respetar, no deben, empero, ser justificación para el odio y la violencia, sino que por el contrario tiene que haber amistad y cooperación y que las experiencias, los valores, las tradiciones, las grandes ideas que nos identifican debe ser puestas al servicio de la comunidad”. (Discurso íntegro en italiano de Riccardo Di Segni)
O sea, señor invitado… no nos venga con esas cosas indigestas como lo
es la teología católica… ¡hablemos sólo de repostería! Esperemos que
los pastelillos no estén hechos con manteca de cerdo…
Se constata así que a pesar de los besos y abrazos dados por el
máximo representante de la Iglesia Católica a los miembros de la
comunidad judaica que lo recibió, la cosa es bastante más profunda de lo
que parece a primera vista. Puesta así la cuestión, contra todas las
expectativas de Francisco y su convite al diálogo teológico
judeo-católico, el Rabino jefe de Roma con ese sencillo pero rotundo
“NO” dejó claro que él y la comunidad que dirige NO desean “discutir de
teología” con los católicos. “Las diferencias religiosas” se deben
“mantener y respetar”, dijo. Para encastillarse en esta postura,
recordemos que De Segni argumentó: “cada sistema es autónomo”. A buen
entendedor estas tres palabras y el verbo bastan. De Segni, al hablar de
“sistemas autónomos” puso de relieve algo evidente. El catolicismo da
Fe en Jesús de Nazaret como el Cristo, el Mesías Redentor, Hijo de Dios
encarnado. Por el contrario, el judaísmo rechaza tal testimonio pues el
Mesías aún no ha venido al mundo. Luego se trata de una “autonomía”
religiosa que De Segni y la parte judía que él representa no están
dispuestos a negociar. Y para que nadie tenga duda de esta cerrazón, el
Gran Rabino de Roma finalmente sentenció: “la fe no es objeto de
intercambio y de tratamiento político”. En otras palabras para De Segni,
la fe judaica que aún espera la llegada del Mesías es tan noble y
elevada que no es pasible de un “intercambio” y un “tratamiento
político”… ¿Cómo no ver en el uso de las expresiones “intercambio” y
“tratamiento político” un algo de peyorativo? ¿En qué grado fue este uso
peyorativo? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Lo habrá entendido Francisco?
Una clave de lectura teológica y exegética
Este cerrarse al diálogo teológico judeo-católico propuesto por
Francisco, pone de relieve dos aspectos teológicos esenciales que se
leen en el Nuevo Testamento. En primer lugar, la “piedra angular
rechazada” que corresponde a la figura simbólica que el propio Jesús,
citando el Salmo 118,22-23, aplicó para sí mismo en la Parábola de los
“Viñadores Infieles”. Los jefes de los Sacerdotes y fariseos que oyeron
esta parábola entendieron perfectamente que era para ellos el recado (Mt
21,33-46; Mc 12,1-12; Lc 20,9-19). Se trata de la misma “piedra angular
rechazada” que luego San Pedro, como parte de su proclamación
kerigmática, les reprochará a todos los miembros del Sanedrín (Hech
4,11).
En segundo lugar, Jorge Mario Bergoglio, el Obispo de Roma, contra
todos sus objetivos dialogantes, con su invitación a los judíos para
conversar desde “el punto de vista teológico”, llevó a todos ellos a
“tropezar” una vez más con la “piedra” y la “roca de escándalo” de la
cual también nos habla San Pedro en su Primera Carta 2,8 y el mismo San
Pablo en su Epístola a los Romanos 9,30-33. Ambos Apóstoles citando
estas figuras simbólicas desde el pasaje mesiánico del profeta Isaías
8,14, las aplicaron a Cristo Jesús. De este modo mostraron la culpa y el
extravío de Israel que no admitió la Fe que viene por el Hombre y el
Dios verdadero que muere en el Calvario y resucita al tercer día. San
Pablo a este propósito es muy elocuente:
“¿Qué diremos, pues? Que los gentiles, que no buscaban la justicia,
han hallado la justicia – la justicia de la fe – mientras Israel,
buscando una ley de justicia, no llegó a cumplir la ley. ¿Por qué?
Porque la buscaba no en la fe sino en las obras. Tropezaron contra la
piedra de tropiezo, como dice la Escritura: He aquí que pongo en Sión
piedra de tropiezo y roca de escándalo; mas el que crea en él, no será
confundido” (Rm 9, 30.33).
Recemos y pidamos por los Judíos para que finalmente dejen de
rechazar la “Piedra Angular”; tropezar con la “Roca de Escándalo” y de
buen corazón acojan a Cristo Jesús como el Mesías, tal como Alphonse
Marie Ratisbonne, el ex rabino de Roma, Eugenio Zolli, Santa Edith Stein
y tantos otros judíos desconocidos para los hombres pero no para el
Señor. Solamente así el pueblo elegido encontrará una vía segura de
salvación.
¿Seguirá Francisco insistiendo en el diálogo teológico
judeo-católico? ¿Asistiremos a una mutilación por parte de Francisco de
las verdades de Fe enseñadas por el Magisterio de la Iglesia para
congraciarse con los judíos? ¿Qué le responderán los judíos? Estemos
atentos y muy atentos…
Mientras tanto, para tener las ideas claras,
invitamos a nuestros lectores a ver lo que en este sentido siempre ha
enseñado la doctrina católica por voz de los Papas y el Magisterio.
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