jueves, 4 de febrero de 2016

Un amor no correspondido: En la sinagoga de Roma, una invitación rechazada…



DENZINGER-BERGOGLIO

Un amor no correspondido: En la sinagoga de Roma, una invitación rechazada…

Sinagogaroma
Escrito por Denzinger-Bergoglio
Pasada la polvareda mediática que provocó la visita de Francisco a la sinagoga de Roma hace algo más de dos semanas, ya comienzan a vislumbrarse los puntos débiles del empeñado esfuerzo del Obispo de Roma por construir el diálogo interreligioso con los hebreos.
El punto más frágil fue destacado por el vaticanista Sandro Magister que simplemente citó las palabras de Riccardo Di Segni, el Rabino Jefe de Roma. He aquí sus palabras pronunciadas al momento de dar la bienvenida a Francisco en el templo judío:

“No recibimos al Papa para discutir de teología. Cada sistema es autónomo, la fe no es objeto de intercambio y de tratamiento político”. (Chiesa, 23.1.2016)
El mismo Magister observó que este “NO” fue preventivo. Efectivamente, al hacer Francisco uso de la palabra convidó en vano a Di Segni y a los demás judíos presentes a “profundizar” el “diálogo judeo-católico” de “dimensión teológica”. Fue su leitmotiv pues a renglón seguido volvió a insistir por segunda vez sobre este “espinoso” tema para el mundo judaico:
“Precisamente desde un punto de vista teológico, es evidente el vínculo inseparable entre los cristianos y los judíos”. (Discurso en la visita a la Sinagoga de Roma, 17 de enero de 2016)
¿Qué pensar de esta rotunda afirmación de Francisco? ¿Es tan evidente este vínculo? A juzgar por las palabras que el Rabino Jefe de Roma ya había proferido, parece claro que es justamente este “punto de vista teológico” la “bomba” que los judíos de todos los cuadrantes no quieren y ni siquiera piensan entrar a “desactivar”. ¿Para qué arriesgarse a sufrir una “explosión teológica”? Precedentes de graves “explosiones” causados precisamente por los mentados “puntos teológicos” judeo-católicos no faltan. Sirvan de ejemplo tres sorprendentes casos. El primero se verificó en Roma cuando en 1842, a continuación de una aparición de la Santísima Virgen María en la basílica Sant’Andrea delle Fratte, el abogado y banquero judío Alphonse Marie Ratisbonne (1814-1888) se convierte al catolicismo… para después fundar una orden religiosa dedicada específicamente a la conversión de los judíos… ¡Sí, aquello que ahora parece haber sido prohibido! El segundo caso explosivo sucedió durante la Segunda Guerra Mundial precisamente en la mismísima Sinagoga de Roma visitada por Francisco. El Gran Rabino que en aquellos años era Israel Anton Zoller (1881-1956), nada más y nada menos abandona su cargo para convertirse al catolicismo… Sí, el mismísimo Jefe de la sinagoga, Israel Anton, adopta el día de su bautismo el nombre de Eugenio en homenaje al Papa Pío XII, Eugenio Pacelli, dejando un relato autobiográfico de su inusitada conversión: Eugenio Zolli. “Antes del alba. La conversión del Rabino de Roma: autobiografía” (Madrid: Palabra, 2006).
Fue el propio Jesucristo que en una de varias apariciones en la misma sinagoga le dijo: “Este es el último día que vienes aquí”. Estos dos casos, cada cual en su momento histórico fueron verdaderas “bombas atómicas” que explotaron en el corazón del judaísmo europeo, acontecimientos a los que por todos los medios se les ha intentado bajar el perfil para que caigan en el olvido. Nadie habla de ellos, ni siquiera en reconocidos medios católicos… sería demasiada incorrección política. ¿Y qué decir de la discípula del célebre filósofo Edmund Husserl, la inteligentísima y voluntariosa Edith Stein (1891-1942)? ¿No es sorprendente que esta doctora en filosofía leyendo la autobiografía de Santa Teresa de Ávila haya decidido a convertirse y luego entrar en el Carmelo como religiosa de clausura? Martirizada en el campo de concentración nazi de Auschwitz en 1942 fue beatificada en 1987 y canonizada en 1998 por el Papa Juan Pablo II. Este tercer caso, ¿no es un ejemplo sorprendente de la fuerza persuasiva que posee la doctrina católica en parangón con el judaísmo?
Pero volvamos a Francisco y su política interreligiosa que, ¡oh sorpresa! jamás ha contemplado la conversión de los judíos. A estas alturas, ¿se habrá enterado del traspié que sufrió invitando a todos ellos a dialogar justamente en este conflictivo campo de la teología? Si leemos con atención los discursos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI cuando ambos visitaron la misma sinagoga de Roma –1986 y 2010 respectivamente– se observa una notable diferencia con el discurso de Francisco. No vamos a entrar en el tema de la oportunidad o inoportunidad de estas visitas… Eso es otra historia. Pero por lo menos, se observa que tanto el Papa Juan Pablo II como el Papa Benedicto XVI tomaron sumo cuidado de no utilizar el problemático y explosivo concepto: “teológico”. Parece que tenían un poco más de cuidado al enunciar ideas teológicas en ambientes controvertidos… y no hace falta ser un genio para darse cuenta que ese no es el fuerte de Francisco. El primero se limitó a formular una invitación para “profundizar el diálogo en lealtad y amistad en el respeto de las íntimas convicciones de unos y otros, tomando como base fundamental los elementos de la Revelación que tenemos en común como “gran patrimonio espiritual (Nostra Ætate, 4)”. (Juan Pablo II, discurso en la Sinagoga de Roma, 13 de abril de 1986).
El segundo se restringió a tres campos. De un lado resaltó la posibilidad que se ofrece a los cristianos de promover “un renovado respeto por la interpretación judía del Antiguo Testamento” (Pontificia Comisión Bíblica); de otro, apuntó para “la centralidad del Decálogo como mensaje ético común de valor perenne para Israel, la Iglesia, los no creyentes y la humanidad entera”; y finalmente destacó “el compromiso por preparar o realizar el reino del Altísimo en el “cuidado de la creación” confiada por Dios al hombre para que la cultive y la custodie responsablemente (cf. Gn 2, 15)”. (Benedicto XVI, discurso visita Sinagoga de Roma, 17 de enero de 2010)
Como se puede comprobar fueron temas que entre los judíos no levantan susceptibilidades. A decir verdad, el convite hecho por el actual Obispo de Roma se asemeja a una comida de amigotes donde un invitado había quedado en llevar la entrada y el plato principal y se olvidó de que sus anfitriones sólo comen… kosher. ¿Qué hacer ahora con el jamón de Jabugo y las tablas de ibéricos, con el cocidito madrileño? ¡¡Qué gafe!!, decimos nosotros recurriendo a un galicismo. ¡Qué macana! Diría un argentino de modo más criollo… Pero no hay problemas, pese a esta “macana” los comensales muy educados le han explicado que el plato principal no lo comen, pero sí algunos dulces y pasteles. Di Segni fue muy claro; sólo algunos dulces:
“Recibimos al Papa para confirmar que las diferencias religiosas, para mantener y respetar, no deben, empero, ser justificación para el odio y la violencia, sino que por el contrario tiene que haber amistad y cooperación y que las experiencias, los valores, las tradiciones, las grandes ideas que nos identifican debe ser puestas al servicio de la comunidad”. (Discurso íntegro en italiano de Riccardo Di Segni)
O sea, señor invitado… no nos venga con esas cosas indigestas como lo es la teología católica… ¡hablemos sólo de repostería! Esperemos que los pastelillos no estén hechos con manteca de cerdo…
Se constata así que a pesar de los besos y abrazos dados por el máximo representante de la Iglesia Católica a los miembros de la comunidad judaica que lo recibió, la cosa es bastante más profunda de lo que parece a primera vista. Puesta así la cuestión, contra todas las expectativas de Francisco y su convite al diálogo teológico judeo-católico, el Rabino jefe de Roma con ese sencillo pero rotundo “NO” dejó claro que él y la comunidad que dirige NO desean “discutir de teología” con los católicos. “Las diferencias religiosas” se deben “mantener y respetar”, dijo. Para encastillarse en esta postura, recordemos que De Segni argumentó: “cada sistema es autónomo”. A buen entendedor estas tres palabras y el verbo bastan. De Segni, al hablar de “sistemas autónomos” puso de relieve algo evidente. El catolicismo da Fe en Jesús de Nazaret como el Cristo, el Mesías Redentor, Hijo de Dios encarnado. Por el contrario, el judaísmo rechaza tal testimonio pues el Mesías aún no ha venido al mundo. Luego se trata de una “autonomía” religiosa que De Segni y la parte judía que él representa no están dispuestos a negociar. Y para que nadie tenga duda de esta cerrazón, el Gran Rabino de Roma finalmente sentenció: “la fe no es objeto de intercambio y de tratamiento político”. En otras palabras para De Segni, la fe judaica que aún espera la llegada del Mesías es tan noble y elevada que no es pasible de un “intercambio” y un “tratamiento político”… ¿Cómo no ver en el uso de las expresiones “intercambio” y “tratamiento político” un algo de peyorativo? ¿En qué grado fue este uso peyorativo? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Lo habrá entendido Francisco?
Una clave de lectura teológica y exegética
Este cerrarse al diálogo teológico judeo-católico propuesto por Francisco, pone de relieve dos aspectos teológicos esenciales que se leen en el Nuevo Testamento. En primer lugar, la “piedra angular rechazada” que corresponde a la figura simbólica que el propio Jesús, citando el Salmo 118,22-23, aplicó para sí mismo en la Parábola de los “Viñadores Infieles”. Los jefes de los Sacerdotes y fariseos que oyeron esta parábola entendieron perfectamente que era para ellos el recado (Mt 21,33-46; Mc 12,1-12; Lc 20,9-19). Se trata de la misma “piedra angular rechazada” que luego San Pedro, como parte de su proclamación kerigmática, les reprochará a todos los miembros del Sanedrín (Hech 4,11).
En segundo lugar, Jorge Mario Bergoglio, el Obispo de Roma, contra todos sus objetivos dialogantes, con su invitación a los judíos para conversar desde “el punto de vista teológico”, llevó a todos ellos a “tropezar” una vez más con la “piedra” y la “roca de escándalo” de la cual también nos habla San Pedro en su Primera Carta 2,8 y el mismo San Pablo en su Epístola a los Romanos 9,30-33. Ambos Apóstoles citando estas figuras simbólicas desde el pasaje mesiánico del profeta Isaías 8,14, las aplicaron a Cristo Jesús. De este modo mostraron la culpa y el extravío de Israel que no admitió la Fe que viene por el Hombre y el Dios verdadero que muere en el Calvario y resucita al tercer día. San Pablo a este propósito es muy elocuente:
“¿Qué diremos, pues? Que los gentiles, que no buscaban la justicia, han hallado la justicia – la justicia de la fe – mientras Israel, buscando una ley de justicia, no llegó a cumplir la ley. ¿Por qué? Porque la buscaba no en la fe sino en las obras. Tropezaron contra la piedra de tropiezo, como dice la Escritura: He aquí que pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de escándalo; mas el que crea en él, no será confundido” (Rm 9, 30.33).
Recemos y pidamos por los Judíos para que finalmente dejen de rechazar la “Piedra Angular”; tropezar con la “Roca de Escándalo” y de buen corazón acojan a Cristo Jesús como el Mesías, tal como Alphonse Marie Ratisbonne, el ex rabino de Roma, Eugenio Zolli, Santa Edith Stein y tantos otros judíos desconocidos para los hombres pero no para el Señor. Solamente así el pueblo elegido encontrará una vía segura de salvación.
¿Seguirá Francisco insistiendo en el diálogo teológico judeo-católico? ¿Asistiremos a una mutilación por parte de Francisco de las verdades de Fe enseñadas por el Magisterio de la Iglesia para congraciarse con los judíos? ¿Qué le responderán los judíos? Estemos atentos y muy atentos…
Mientras tanto, para tener las ideas claras, invitamos a nuestros lectores a ver lo que en este sentido siempre ha enseñado la doctrina católica por voz de los Papas y el Magisterio. Entra aquí → ¿La Antigua Alianza está vigente y el Judaísmo es un camino de salvación válido?
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