EL PRECIO DE LA VIDA
Hay que repetir sin cesar, cual es el precio de la vida.
Es el instrumento admirable, puesto en nuestras manos para
forjar la voluntad, pare educar nuestra conciencia, para construir una obra de
razón y de corazón.
La vida no es tristeza, sino alegría hecha carne.
Alegría de ser útil.
Alegría de dominar lo que podría empequeñecernos.
Alegría de actuar y de entregarse.
Alegría de amar todo lo que vibra, espíritu o materia,
porque todo, engarzado en una vida recta, eleva y aligera en lugar de pesar
sobre nosotros.
Tenemos que amar la vida.
A veces, en las horas de cansancio y de hastío, llegamos a
dudar de ella.
Debemos dominarnos, reaccionar.
Son muchos los hombres viles. Pero junto a ellos, junto a
esos cuya bajeza es una blasfemia de vida, existen otros: Todos aquellos, los
que vemos y los que no vemos, que no son así y que, por no serlo, salvan al
mundo y al honor de vivir.
Léon Degrelle