lunes, 11 de marzo de 2019
ARTIGAS, ROSAS y FRANCIA: LA LÍNEA FEDERAL
Gaspar Rodriguez de Francia |
Por: Leonardo Castagnino
Producida la revolución de mayo de 1810 en Buenos Aires, varias
provincias del Virreinato no adhirieron a la revolución y se mantuvieron
leales a las autoridades peninsulares; entre ellas las provincias de
Paraguay y la Banda Oriental del Uruguay.
Gaspar Rodriquez de Francia
En el Paraguay gobernaba Bernardo de Velazco, español, que contaba con
la adhesión de los paraguayos. La Junta revolucionaria de Buenos Aires
envía dos misiones para intentar la adhesión paraguaya a la revolución,
pero fracasan.
Mientras tanto la Junta de Buenos Aires preparaba un ejército “auxiliar”
al mando de Manuel Belgrano, para “convencer” a las autoridades
asunceñas, pero al momento de pisar suelo paraguayo, los pobladores
mostraron un fuerte rechazo al sentirse invadidos por ejercito extraño, a
pesar de enarbolar bandera española como la propia, y se retiran
territorio adentro llevando consigo los abastecimientos que podían
trasladar.
Finalmente se enfrentan en Paraguarí (19 de enero de 1811) y Tacuarí (9 de marzo de 1811), donde el ejército de Buenos Aires es derrotado y se ve obligado a retirarse, seguido de cerca por las tropas paraguayas.
Posteriormente el gobernador Bernardo de Velazco es obligado a gobernar
con una Junta compuesta por dos paraguayos y el propio Velazco, que al
poco tiempo sería desplazado. La Junta quedaría luego formada por tres
paraguayos, uno de ellos Gaspar Rodríguez de Francia, nativo paraguayo
graduado en leyes en Córdoba, admirador de Franklin y de la organización
federal del país del Norte. Hombre de carácter firme, inteligente y
desconfiado, con el tiempo se convertiría en el hombre fuerte de
Paraguay y designado “Dictador Perpetuo”.
En junio de 1811, la Junta asunceña envía una nota, de pluma de Francia,
a la Junta porteña, proponiendo formar una confederación de provincias
autónomas, sin que ninguna tuviera preponderancia sobre las demás. La
nota es clara al exponer la buena voluntad de Asunción de unirse en
confederación con las demás provincias en igualdad, como así también es
contundente en hacer reserva de sus derechos. Plantea la igualdad de
todas las provincias, exige la derogación de impuestos cobrados Buenos
Aires, y deja la resolución del Congreso General sujeta a la
ratificación de los paraguayos. Es demasiado pedir. Buenos Aires no
rechaza explícitamente la nota, pero no está dispuesta a renunciar al
cobro de impuestos ni a perder la supremacía que pretendía.
La nota del 20 de julio, que podría haber sido el germen y base de una
constitución para las Provincias Unidas del Río de la Plata, no es
tenida en cuenta por Buenos Aires. Buenos Aires no solo deja la nota sin
contestación, si no que además comienza una política de hostigamiento y
presión, entorpeciendo el comercio y la navegación fluvial paraguaya,
incluyendo decomiso de mercaderías, retención de buques y aumento de
tasas sobre el comercio. Esta actitud tuvo como consecuencia el
paulatino aislamiento del Paraguay del resto de las provincias,
desentendiéndose de los conflictos internos y de la guerra de la
independencia.
Con el aislamiento, Paraguay llegó a ser un país autónomo, sin deuda ni
injerencia extrajera, alfabetizado y dueño de su propia producción,
industria y comercio. Este aislamiento paraguayo se mantuvo durante todo
el gobierno de Rodríguez de Francia, que muere en 1840.
El sucesor es Carlos Antonio López, quien en 1842 solicita a Rosas el
reconocimiento de la independencia paraguaya. Rosas no consiente el
pedido, y le advierte el peligro de separarse, con que ambas partes se
debilitarían y serian `presa de extranjeros y de brasileños, lo que fue
un vaticino de los sucedido veinte años más tarde con la trágica guerra
de la Triple Alianza contra Paraguay (1865-1870) que costra la vida del
75% de los paraguayos.
Rosas no pretende incorporar por la fuerza al Paraguay, sino que busca
su incorporación por desición voluntaria de Paraguay. La misma actitud
tendrá con la Banda Oriental y Bolivia.
José Artigas
Jose Gervasio Artigas |
En el regreso, se demora unos días haciendo contactos en Entre Ríos, y
mientras tanto, en febrero de 181 se produce el hecho conocido como “El
grito de Asencio”. Un grupo de hombres de la campaña oriental, compuesto
por hombres de toda clase, se reúne a orillas del arroyo de Ascencio, y
el 28 de febrero de 1811 se declaran en rebeldía contra las autoridades
montevideanas. A su llegada, José Artigas asume como su natural
caudillo oriental.
En el año de 1813, Buenos Aires convoca un Congreso Constituyente
conocido como la Asamblea del Año XIII, invitando a las provincias a
enviar diputados al congreso. La asamblea tenía una gran influencia de
los directoriales, partidarios del centralismo porteño. Paraguay se
abstiene de participar con distintas excusas, mientas que la Banda
Oriental envía sus Diputados al Congreso.
El 13 de abril José Artigas envía las instrucciones a los diputados
orientales al congreso, en las que básicamente se proponía formar una
confederación de provincias autónomas. En su Art.19 proponía “Que
precisa e indispensablemente sea fuera de Buenos Aires donde resida el
sitio del Gobierno de las Provincias Unidas”. Era demasiado pedir; con
excusas formales, los directoriales rechazan la incorporación de los
representantes orientales al Congreso. Esto provocaría el paulatino
distanciamiento de José Artigas, nombrado Protector de los Pueblos
Libres, formado por las actuales provincias de Entre Ríos, Corrientes,
Misiones, Santa Fe y Córdoba, y con sede de gobierno en Purificación,
próxima al actual Paysandú. Artigas propone a Francia a formar parte de
la Liga, pero el paraguayo, desconfiado y en parte por evitar conflictos
con Buenos Aires, no adhiere a la Liga.
En junio de 1815, Artigas convoca al Congreso de Arroyo de la China
(actual localidad de Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos) o
Congreso de Oriente, donde se declara la independencia de España y de
toda potencia extranjera. Buenos Aires desconoce lo resuelto, convocando
al Congreso de Tucumán, al que se abstienen de participar las
provincias que integraban la Liga de Pueblos Libres, a excepción de
Córdoba que participa en los dos congresos.
Las desavenencias de Artigas con Buenos Aire se profundizan con la
invasión portuguesa a la Banda Oriental ante la mirada indiferente o
cómplice de Buenos Aires, que concluye con la ruptura definitiva entre
Artigas y Buenos Aires en 1820. Tras la batalla de Cepeda y el Tratado
del Pilar, se produce el enfrentamiento entre el caudillo entrerriano
Francisco “Pancho” Ramírez y José Artigas. Vencido éste, se exilia
definitivamente en Paraguay.
Luego de la gesta de “Los 33 orientales” (abril de 1825) se convoca al
“Congreso de Florida” (agosto de 1825) donde se “Declara írritos, nulos,
disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de
incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados á
los pueblos de la Provincia Oriental, por la violencia de la fuerza
unida á la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil que
la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos, y
sujetándole al yugo de un absoluto despotismo desde el año de 1817 hasta
el presente de 1825. Y por cuanto el Pueblo Oriental, aborrece y
detesta hasta el recuerdo de los documentos que comprenden tan ominosos
actos…” (Art.1º), “…reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los
derechos, libertades y prerrogativas, inherentes á los demás pueblos de
la tierra, se declara de hecho y de derecho libre é independiente del
Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del
universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y
ejercicio de su soberanía estime convenientes”. “... para resolver y
sancionar todo cuanto tienda á la felicidad de ella, declara: - que su
voto general, constante, solemne y decidido, es y debe ser por la unión
con las demás Provincias Argentinas, á que siempre perteneció por los
vínculos más sagrados que el mundo conoce”… “Por tanto ha sancionado y
decreta por ley fundamental la siguiente: “Queda la Provincia Oriental
del Río de la Plata unida á las demás de este nombre en el territorio de
Sud América, por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que
la componen, manifestada en testimonios irrefragables y esfuerzos
heroicos desde el primer período de la regeneración política de las
dichas Provincias". (Art.2º)
Juan Manuel de Rosas
Algunos alegan que Rosas, como gobernador de Buenos Aires actuó como
unitario y no como federal. Sin embargo Rosas tenía la típica cultura
federal: defensa de la hispanidad, la tradición, la Patria, antilogista y
defensor de la “Santa Federación”. Y como tal, siempre respetó las
autonomías regionales y provinciales. Nunca invadió otro territorio y en
todo caso ejerció su influencia por medio de la política, la
correspondencia y el respeto que inspiraba.
En el enfrentamiento en la Banda Oriental entre Manuel Oribe y Fructuoso
Rivera, que por otra parte le había declarado la guerra a Rosas, éste
no envió un ejército de Buenos Aires, si no un ejecito auxiliar al
servicio de Oribe.
En ocasión del levantamiento unitario de la “Liga del Norte” (Lavalle,
Gral. Paz y Lamadrid) no envió un ejercito propio, si no un ejército de
la Confederación al mando del oriental Oribe, para evitar el celo o
desconfianza de las provincias, según dijo.
Cuando el pedido de Carlos López de reconocimiento de la independencia
de Paraguay en 1842, contestó por nota oficial que ni aprobaba ni
desaprobaba el pedido de independencia, para lo que no tenía
atribuciones, y que en todo caso lo tratarían entre todas las provincias
cunado se pacificaran.
Con motivo de la revolución untaría de Corrientes, Carlos López envió un
ejército al mando de Francisco Solano López en apoyo a la revolución.
Rosas ordenó a Urquiza desalojar de la provincia de Corrientes las
tropas paraguayas, pero que de ninguna manera cruzara el Paraná.
Cuando la guerra contra el dictador Santa Cruz de la Confederación
peruano-boliviana, que complotado con Cullen y los unitarios de
Montevideo pretendía anexar las provincias del Norte, luego de la
victoria Argentina un grupo de generales, a través del general Pacheco,
le propusieron a Rosas que era la oportunidad de reincorporar Bolivia a
la Confederación. Rosas le contestó en una extensa carta donde, entre
otras cosas, le decía que eso no iba a suceder mientras el estuviera en
el gobierno, porque seria aprovecharse de la situación y crearía un
resentimiento perdurable, y que mas bien convendría esperar a que se
organicen y luego adhieran a la Confederación por su propia voluntad.
Durante las negociaciones a raíz del bloqueo Anglo-Francés, Rosas se
negó a negociar por separado con los anglo-franceses sin tener en cuenta
la opinión de Manuel Oribe, a quien reconocía con autoridad sobre la
Banda Oriental.
Estos son solo algunos ejemplos.
Respecto a la acusación que se le hace de ser ”pro ingles”, los
unitarios se basan en dos argumentos principales: que Rosas respetó a
los comerciantes ingleses, y que no recuperó las islas Malvinas.
En relación con el primer argumento, vale hacer notar que Rosas era
profundamente legalista, y como tal respetó él tratado de amistad de
1825 con Inglaterra, pero cuando quisieron violar la soberanía navegando
libremente los ríos interiores, Rosas opuso tenazmente, dejó de pagar
el servicio de la deuda del Empréstito Baring de 1824 y no solamente les
hizo morder el polvo de la derrota, si no que se dio el gusto de
salirse con la suya, haciéndole devolver los buques capturados y saludar
con 22 cañonazos el pabellón Nacional.
Respecto a la recuperación de Malvinas, la Confederación no estaba en
condiciones de recuperarlas por la fuerza; la escuadra había sido
entregada por los unitarios en pago de servicios de la deuda del
empréstito Baring; pero Rosas no dejó de reclamarlas en la prensa
escrita y en la Legislatura anualmente. Es más: intentó recuperarlas por
medio de un ardid diplomático: ordenó a Manuel Moreno, representante en
Londres, que “como cosa suya” ofreciera las Malvinas a cambio de la
deuda; si los ingleses aceptaban, estarían reconociendo que las islas
pertenecían a la Confederación, y bastaría con desautorizar a Manuel
Moreno en su ofrecimiento “como cosa suya”, para que la Confederación
tenga reconocida la soberanía sobre las islas. Lamentablemente los
ingleses no picaron el anzuelo.
A instancias de Juan Manuel de Rosas, el 4 de enero de 1831 se firma el
Pacto Federal entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre
Ríos, invitando a la posterior adhesión de las demás. Era básicamente un
pacto de mutua defensa. Se delega en Rosas la representación de las
Relaciones Exteriores.
En un notable documento conocido como “Carta de Hacienda de Figueroa”,
enviado por Rosas a Facundo Quiroga el 20 de diciembre de 1834,
refiriéndose a la formación de una Confederación de provincias y a la
reunión de un congreso, Rosas entre otros conceptos le expresa: “El
punto sobre el lugar de la residencia del Gobierno suele ser de mucha
gravedad, y trascendencia por los celos y emulaciones que esto excita en
los demás pueblos, y la complicación de funciones que sobrevienen en la
corte o capital de la República con las autoridades del Estado
particular a que ella corresponde. Son éstos inconvenientes de tanta
gravedad que obligaron a los norteamericanos a fundar la ciudad de
Washington, hoy Capital de aquella República que no pertenece a ninguno
de los Estados confederados”.
La línea federal
Como vemos, el pensamiento de los tres hombres, Francia, Artigas y Rosas, son coincidentes.
Derrocado Rosas, el liberalismo centralista porteño toma la iniciativa.
Desplaza al gobierno oriental, blanco federal, y con el colorado
Venancio Flores en el gobierno y Bartolomé Mitre presidente argentino,
forman con Brasil la Triple Alianza contra Paraguay. Se destruye
Paraguay y queda postrado el federalismo en el Río de La Plata. A partir
de entonces, empréstitos de por medio, los países de la cuenca del
Plata serían presa fácil del imperialismo inglés.
Tomado de: http://www.lagazeta.com.ar/