NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO : SUS PROFECÍAS Y LA HORA ACTUAL
La Iglesia sufrirá en esta ocasión -la noche oscura de la falta de un Prelado y Padre que vele por ellos
con amor paternal, dulzura, fortaleza, discernimiento y prudencia.
Pero
llegará la hora cuando, de una manera sorprendente, arrojaré de su
trono al orgulloso y maldito Satanás, aplastaré su cabeza bajo mis pies y
será encadenado en las profundidades del infierno.”(Nuestra Señora del
Buen Suceso, 2 de febrero 1634).
La noche oscura es un eclipse causado por aquéllos que la ocupan y usurpan el Trono de Pedro haciendo Ia obra de Satanás.
No se puede hablar de una crisis de la Iglesia que la afee y la haga
irreconocible por su suciedad, porque la Esposa de Cristo conserva –
aunque sea en un puñado de fieles sin Pastor y sin templos- impoluta su
belleza y fidelidad a su divino Esposo como nos lo asegura el dogma de su indefectibilidad, que es Ia conservación perenne en su ser hasta el fin de los tiempos.
Asi nos lo asegura S.S. Pío XII :
Y, ciertamente, esta piadosa Madre brilla sin mancha alguna en los sacramentos, con los que engendra y alimenta a sus hijos; en la fe, que en todo tiempo conserva incontaminada; en las santísimas leyes, con que a todos manda, y en los consejos evangélicos, con que amonesta; y, finalmente, en los celestiales dones y carismas con los que, inagotable en su fecundidad[46], da a luz incontables ejércitos de mártires, vírgenes y confesores. Y no se le puede imputar a ella si algunos de sus miembros yacen postrados, enfermos o heridos, en cuyo nombre pide ella a Dios todos los días: Perdónanos nuestras deudas, y a cuyo cuidado espiritual se aplica sin descanso con ánimo maternal y esforzado
(Papa Pío XII, Encyclica Mystici Corporis, n. 66; negrita agregada.)
Asimismo, el Papa Pío XI había enseñado:
cDurante el transcurso de los siglos, la Esposa mística de Cristo nunca ha sido machada ni podrá ser contaminada en el futuro, como lo demuestra Cipriano: “La Esposa de Cristo no puede ser infiel a su Esposo: es hermosa y modesta. Ella guarda la santidad de la cámara nupcial con castidad y modestia “. (Papa Pío XI, Encíclica Mortalium Animos , n. 10)