Miguel Mateos muy probablemente sea el mejor exponente de habla hispana en la historia del rock, aunque por su bajo
Miguel Mateos muy probablemente sea el
mejor exponente de habla hispana en la historia del rock, aunque por su
bajo perfil y giras en el extranjero (que lo mantienen alejado del país
por meses) no suela ser mostrado de ese modo por la prensa vernácula.
Pero esta semana fue protagonista y noticia a modo de boom, ascendiendo hasta el tope en el trending topic de twitter
durante varias horas: “Macri la reputa madre que te re parió” gritó el
rockstar ante una multitud desde el escenario en la ciudad de Paraná
(festival organizado por el gobierno nacional), al sonar los primeros
acordes de uno de sus himnos más emblemáticos: Un Poco de Satisfacción.
Que el des-gobierno de Macri sea un
desastre no es novedad. Lo curioso es que Mateos no sólo no se refirió
en análogos términos mientras el kirchnerismo saqueaba el país a cuatro
manos, sino que hasta se dio el gusto de tocar en la Casa Rosada siendo a
la sazón anfitrionado por el presidiario Amado Boudou.
En verdad, el problema del episodio no
lo constituyó el exabrupto ni tampoco el “daño a la investidura” (que no
la respetan ni los que la detentan). El problema es que si el autor de Tirá para Arriba
se siente tan a disgusto con la actual gestión (y argumentos tiene de
sobra), ¿entonces por qué no se negó a participar de un evento en el
cuál él cobra sus honorarios del mismísimo gobierno nacional?
Negarse a participar hubiese sido un gesto de dignidad, pues el ídolo no lo tuvo.
Tema complementario. En el día de ayer
todos los canales de TV debatieron el fenómeno, y a ninguno de los
múltiples panelistas se le ocurrió decir que tenemos que cerrar cuanto
antes esa parasitaria usina llamada Sistema Federal de Medios y
Contenidos Públicos (que preside el burócrata radical Hernán Lombardi y
fue la organizadora de todos los eventos de este tenor), milésima
dependencia administrativa utilizada con los impuestos de los
contribuyentes para financiar espectáculos “gratuitos”, máxime en un
país cuyas carencias gravísimas hacen notar que los entretenimientos no
deberían ser en modo alguno un asunto de Estado.
Miguel
Mateos disparó una puteada a destiempo para con la misma gente que lo
contrató. Un desatino doble, habidas cuentas de que tras el escándalo
brindó una explicación en las redes sociales en la cual no sólo no pidió
perdón ni se retractó, sino que en su difuso circunloquio se dedicó a
redondear la nada: extraña actitud en quien no sólo es un eximio músico
sino además un buen letrista. Sería entonces una sana actitud de su
parte no salirse del papel de cantautor en el cual brilla de manera
inversamente proporcional a cuando incurre en menesteres políticos e
ideológicos.