Recordando Sin Ira
La restauración católica será por la vía del culto y del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo
Vivimos un tiempo de extrema confusión. Es obvio.
Comentar
las cosas que ocurren a diario en la Iglesia, tan mezclada con el mundo
que parecen una sola cosa, resulta, muchas veces, conducir a un
hartazgo desalentador. Es preferible, a veces, el silencio. Pero Dios
nos ha llamado a algunos, lo digo sin jactancia, más bien con pesar, a
seguir y sufrir cotidianamente lo que emerge de entre la más espantosa
podredumbre moral, consecuencia de los desvíos doctrinales modernistas,
liberales, neomodernistas… como deseen llamarlos.
Hace
más o menos 45 años, siendo muy joven, Dios me colocó -por razones
misteriosas- en un círculo de influencias que me ha marcado para
siempre. Por flaquezas humanas nunca pude ser completamente fiel a esa
gracia, pero sí tener claras ideas o intuiciones sobre situaciones,
personas y rumbos. ¡Terrible carga! No crea el lector que estoy en ánimo
de confidencias. Son explicaciones preliminares necesarias. Vi la
Iglesia autodestruyéndose por los años 70. Para mí (implico también a
otras personas que no me es posible nombrar) era clarísimo que la única
reacción posible era unirme a la pequeñísima grey tradicionalista. Y eso
hice. Lo comencé a padecer casi de inmediato, porque era prácticamente,
para el clero y una gran feligresía, como pertenecer a un grupo
terrorista,.
Para
oponerse a la jerarquía, en el sentido de resistir sus errores, a tan
temprana edad se requiere una dosis grande de temeridad (que no es una
virtud) y también de irresponsable jactancia. Ese fue mi aporte, Dios
hizo el resto encarrilándome por diversos medios hacia un objetivo que
tengo como meta, y del que Dios me tironea cuando tiendo a salirme.
Dicho
lo cual, no me jacto, sino compruebo que algunas intuiciones han sido
inspiradas. La permanente desconfianza en el clero posconciliar, fuese o
no “conservador”. Y su denuncia. Me las vi con mis profesores
secundarios, con mi obispo y con el entonces prelado castrense, quien se
ofendió por un panfleto en el que lo ponía entre el sector más cobarde
del episcopado argentino. Mons. Bonamín, entonces provicario castrense,
me citó con formalidades militares a dar explicaciones. Fui y se las di.
Le dije poco más o menos lo que le diría ahora. Bajo gobierno militar.
Mi obispo ya me había denunciado a la brava policía bonaerense por
“subversivo”. Bajo el gobierno del General Camps. La palabra subversivo
dicha por una autoridad eclesiástica a oídos castrenses en esos días no
los dejaba indiferentes.
Recordando Sin Ira
Enviado por Moderador el Lun, 09/17/2018 - 17:15.
La restauración católica será por la vía del culto y del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo
Vivimos un tiempo de extrema confusión. Es obvio.
Comentar
las cosas que ocurren a diario en la Iglesia, tan mezclada con el mundo
que parecen una sola cosa, resulta, muchas veces, conducir a un
hartazgo desalentador. Es preferible, a veces, el silencio. Pero Dios
nos ha llamado a algunos, lo digo sin jactancia, más bien con pesar, a
seguir y sufrir cotidianamente lo que emerge de entre la más espantosa
podredumbre moral, consecuencia de los desvíos doctrinales modernistas,
liberales, neomodernistas… como deseen llamarlos.
Hace
más o menos 45 años, siendo muy joven, Dios me colocó -por razones
misteriosas- en un círculo de influencias que me ha marcado para
siempre. Por flaquezas humanas nunca pude ser completamente fiel a esa
gracia, pero sí tener claras ideas o intuiciones sobre situaciones,
personas y rumbos. ¡Terrible carga! No crea el lector que estoy en ánimo
de confidencias. Son explicaciones preliminares necesarias. Vi la
Iglesia autodestruyéndose por los años 70. Para mí (implico también a
otras personas que no me es posible nombrar) era clarísimo que la única
reacción posible era unirme a la pequeñísima grey tradicionalista. Y eso
hice. Lo comencé a padecer casi de inmediato, porque era prácticamente,
para el clero y una gran feligresía, como pertenecer a un grupo
terrorista,.
Para
oponerse a la jerarquía, en el sentido de resistir sus errores, a tan
temprana edad se requiere una dosis grande de temeridad (que no es una
virtud) y también de irresponsable jactancia. Ese fue mi aporte, Dios
hizo el resto encarrilándome por diversos medios hacia un objetivo que
tengo como meta, y del que Dios me tironea cuando tiendo a salirme.
Dicho
lo cual, no me jacto, sino compruebo que algunas intuiciones han sido
inspiradas. La permanente desconfianza en el clero posconciliar, fuese o
no “conservador”. Y su denuncia. Me las vi con mis profesores
secundarios, con mi obispo y con el entonces prelado castrense, quien se
ofendió por un panfleto en el que lo ponía entre el sector más cobarde
del episcopado argentino. Mons. Bonamín, entonces provicario castrense,
me citó con formalidades militares a dar explicaciones. Fui y se las di.
Le dije poco más o menos lo que le diría ahora. Bajo gobierno militar.
Mi obispo ya me había denunciado a la brava policía bonaerense por
“subversivo”. Bajo el gobierno del General Camps. La palabra subversivo
dicha por una autoridad eclesiástica a oídos castrenses en esos días no
los dejaba indiferentes.
Todos
esos años trabajé para la restauración del culto tradicional. Fundando
capillas en lugares insólitos, sótanos, casas particulares, locales
comerciales. Y consiguiendo como se pudiera no solo los paramentos
litúrgicos sino lo necesario para dar algún grado de solemnidad a esas
misas “de campaña”. Ciertamente fuimos varios, algunos más, otros que no
me es permitido mencionar.
A
partir de Panorama Católico, (2000) he estado empeñado en denunciar los
desvíos doctrinarios y morales del clero con una estructura con más
recursos. Invitamos a los sectores “conservadores” a trabajar de
consuno. Abrimos el desafío de la Misa Tradicional fuera de los
ambientes tradicionalistas. Naturalmente recibimos piedras de los dos
lados. Unos que nos censuraban por “blandos” y otros por “extremos”. El
espectro de la Misa Tradicional se fue abriendo y ha crecido muchísimo.
Más con la fuerza que le dio Summorum Pontificum. El “permiso” que
tantos decían ansiar y cuando lo tuvieron no se molestaron en
aprovecharlo. Con todo lo confuso de algunos de sus pasajes, es quizás
la obra más trascendente del reinado de Benedicto.
Iniciamos
una escuela no ya de cero, sino por debajo de cero. Sería muy difícil
dar una idea de la pobreza de recursos, en medio del campo. Contábamos
con una riqueza invalorable: muchos hijos, algunos que ya venían
haciendo el ahora redescubierto “home schooling”. Con la capellanía y el
apoyo de la FSSPX. Hoy cuenta con más de 200 alumnos de todos los
ciclos. Y cuatro familias proveyeron casi 20 alumnos en su momento.
Uno
de los males morales que se veía en todas partes ya en los tiempos
inmediatos posconciliares ha sido la ruptura de los votos sacerdotales,
luego derivada en homosexualidad, escondida y protegida por la
estructura eclesiástica “colegial”. Es decir, la Conferencia Episcopal
Argentina. Dentro de la cual viarios grupos de poder se enfrentaban,
pocos para purgarla y la mayoría para ganar el manejo de sus
instituciones y recursos ($). El gran premio ha sido siempre el
Arzobispado de Buenos Aires, y la guerra por él, desde fines de los 90
hasta la consolidación de Bergoglio ha tenido dos bandos principales. De
ellos hemos hablado muchísimo en Panorama Católico revista en papel y
en nuestra web.
Desde estas páginas hemos informado muchas veces sobre la lucha sorda entre el llamado Club de San Isidro
y el entonces cada día más influyente Arzobispo de Buenos Aires. El
primer grupo formado por obispos de evidente inclinación homosexual,
protectores de curas igualmente desviados. Mons. Laguna, Bianchi di
Carcano, Cassaretto, y el malafamado Maccarone, eminencia intelectual de
la banda, quien, pese a la protección de la Asamblea Episcopal, debió irse sin mayores opciones, bajo el pontificado de Benedicto por el revulsivo asunto del “remisero-boy”. Quien pese a su descrédito intentó un regreso discreto. Al pie de este artículo donde se denunciaba el intento comentábamos: “Observación: marchamos
inexorablemente hacia un episcopado prostibulario. Garlatti, Salaberry,
Laguna, Cassaretto, Sucunza, García, Maccarone... y siguen los
nombres...” (Dic. 2010)
Finalmente vino el armisticio, con reparto de poder y dinero.
En
2010 denuncié a un obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires
por el delito de adulterio, lo que implicaba que su protector, actual
papa, quedara muy incómodo en caso de que Roma tomara cartas en el
asunto. Bajo el gobierno Benedicto, sin embargo, las denuncias elevadas
al nuncio, a Roma y en la propia prensa fueron inútiles, más allá de un
escándalo que hizo subir a Panorama Católico al tope de los sitios
visitados durante un tiempo.
Tras ello, la maniobra por la cual la Arquidiócesis de Buenos Aires se incautó de una enorme cantidad de bienes de la Congregación de la Hijas del Divino Salvador,
intervenida por dos personajes de oscura moralidad: Mons. Salaverry y
el propio auxiliar de Bergoglio, Mons. García. En este caso hubo
maniobras para corromper moralmente a las religiosas. Embarazos,
desapariciones y agresiones físicas a religiosas. Algunos detalles pueden leerse aquí. Llegué a temer por mi vida. Como estoy vivo seguramente era un ataque de paranoia.
Ex hermana Mirna da testimonio de los procedimientos de Mons. García para destruir la orden.
Las
imágenes de las que habla es un tesoro cultural de la Santa Casa de
Ejercicios Espirituales de las que el Arzobispado quería hacerse.
Panorama Católico denunció también el alquiler de un monumento histórico de la Ciudad y convento franciscano activo,
con la complicidad de sus autoridades y el silencio del Arzobispado,
para “fiestas”. En las que participaban también los propios religiosos, o
algunos de ellos. Tuvimos que hacer frente a presiones y amenazas de
bufetes que hacen lobby para que este edificio, de enorme valor
inmobiliario, sea vendido para desarrollar edificios en el casco
histórico de la ciudad.
De
todas estas aventuras, las mayores amarguras vinieron de los propios
sitios católicos “amigos”, que me atacaron o me defendieron poco y mal.
Hablo siempre en primera persona, pero trabajé con otros, cuyos nombres
no estoy habilitado a revelar. Varias veces me he preguntado porqué
hacía esas cosas, cuando todos me aconsejaban lo contrario. Un riesgo
inútil, porque la autoridades no tenían el menor interés en impedirlo. Y
yo mismo, si lo analizaba racionalmente llegaba a esa misma conclusión,
y sin embargo sentía el deber de hacerlo.
En
2013 denuncié a Bergoglio apenas a pocas horas de su elección. Esta vez
no necesito decirlo porque todos lo saben, fui apoyado por un sitio
amigo, Rorate Caeli. Ambos sufrimos las consecuencias. Consecuencias que se sufren más cuando los que nos censuran son los amigos y no el enemigo.
Luego
el desierto, una larga travesía espiritual en el desprestigio.
Nuevamente, la gracia de Dios puso a mi alcance santos sacerdotes que me
brindaron consejo y los sacramentos.
Hoy
considero que la realidad ha reivindicado, por desgracia, esas
intuiciones. No digo por saber lo que publiqué de Bergoglio, que eso lo
sabían muchos. Sino hacerlo. ¿Para qué si todo era inútil? Pues, no
sabía decirlo hasta que hoy leo, en múltiples sitios, la información
“descubierta” por “investigadores” que por cierto no quieren citar la
fuente. No ofende, pero me da mala espina.
Prácticas de corrupción para desalentar a las religiosas a seguir en la orden
En estos vídeos yo mismo hago las preguntas en off
Agradezco
a Rorate Caeli su generoso recordatorio, pero no me alineo sin reservas
en este movimiento que se ha formado para que Francisco renuncie.
Intuyo que no es el camino, esto de pedir la renuncia del papa, por los
motivos que ensayé en su momento y por ese mismo sentimiento o certeza de que la Iglesia no se puede regenerar así.
No es sólo un tirano corrupto, es toda una estructura de corrupción que
ha permitido llegar a la cima de los cargos humanos a una persona
completamente indigna. Con el plan de sostener y ampliar su modo acción
corruptora de la Iglesia local a la Iglesia universal.
La
prensa anglosajona conservadora y los sitios web tradicionales, salvo
pocas excepciones, en su afán de obtener la renuncia de Francisco la
pasan indagando sus antecedentes en la Argentina. Y como no buscan donde
deberían buscar, confunden, muchas veces, los hechos. Un importante
portal del Canadá acaba de publicar un informe de las andanzas de
Bergoglio en la Argentina, centrándose en el caso Grassi, que es uno de
los más confusos y menos aptos para mostrar al ex Arzobispo en sus
conductas reprochables. Tal vez dedique un artículo a corregir la
interpretación que el articulista realiza, sobre todo si se me permite
publicarla en el mismo sitio o en otros, de su mismo nivel de
importancia.
Destaco
ese artículo porque me ha decidido a publicar este, sobre el que tenía
muchas dudas acerca de su utilidad. En el empeño de presionar la
renuncia de Francisco, sin embargo, se corren muchos riesgos, uno de
ellos es el de dar por buena la información sacada de la prensa secular
sobre casos mucho más intrincados de lo que puede resumirse en un
artículo y así mezclar medias verdades con mentiras, sin querer. Sobre
Grassi puede leerse en nuestro artículo “Otra pústula que revienta”,
de 2005 una síntesis del estado moral del clero argentino en ese
momentos, que no ha hecho otra cosa que empeorar, y quienes son sus
acusadores en las sombras. Allí, en esos personajes deberían haber
buscado los datos.
Parece obvio que Francisco no durará mucho, pero lo suficiente como para hacer enormes daños. Uno de ellos, apresurar
-para que se ventee el olor nauseabundo del escándalo- sus delirantes
reformas: diaconisas, celibato optativo, homosexualidad justificada.
Tal vez se lo ha empujado a adelantar la agenda. Tal vez los más
confusos que comenzaban a dudar sean envueltos en una nube de humo, que
es su especialidad, y ahora sigan tras él.
Cuando
todo estalle no quedará sino mirar a quienes nunca aceptaron el
Concilio ni la Misa Nueva. El nuevo papa, si quiere hacer un bien a la
Iglesia y acaso lo dejan, no nos salvará con la reforma de la reforma ni con un retoque conservador. No quiero volver sobre lo dicho, pero es necesario.
La cornisa para caminar ya casi se ha desmoronado, y los equilibristas
deben elegir el lado por el que van a caer. Confío en que Dios nos hará a
todos la gracia de intervenir de un modo tan contundente que los que
elijan el non serviam lo harán con entera responsabilidad.
Los
que deban ejercer la diplomacia que lo hagan, los que estén destinados a
jugar en la política que se esmeren. Yo estoy entre los que no sabe
hacer ni una cosa ni otra, ni quiere aprender. Yo solo tengo esta
convicción surgida de la experiencia extensa de toda mi vida dedicada a
este objetivo: La restauración
católica será por la vía del culto y del reinado social de Nuestro Señor
Jesucristo. Dios ha resguardado el sacerdocio y el culto por medio de
una obra minúscula en sus orígenes que hoy es de importancia crucial
para el destino del catolicismo. La restauración que debemos realizar
día a día se nutre del fruto de ese resguardo. No podemos poner
esperanzas en el bullicio "provida", confuso e indiscriminado. Ni
despreciar sus aportes, que Dios aplica a la buena causa del modo que
quiere. No podemos invocar, ante la amenaza de los tiempos, una
"educación sexual" correcta, ni una misa nueva "bien rezada", ni una
piedad "sin catecismo bien aprendido". Esto es la garantía de la
derrota, lo viejo que ha fracasado. Pongamos la mirada en "lo eterno",
la sagrada doctrina, el culto sagrado, la sagrada Tradición.
Si
Dios quiere otro camino, ruego para que esta vez la intuición sea
equivocada. Y rompa el récord de inmerecidos aciertos. Me haría más
feliz.
Quien quiera conocer otros detalles puede leer aquí.
Todos
esos años trabajé para la restauración del culto tradicional. Fundando
capillas en lugares insólitos, sótanos, casas particulares, locales
comerciales. Y consiguiendo como se pudiera no solo los paramentos
litúrgicos sino lo necesario para dar algún grado de solemnidad a esas
misas “de campaña”. Ciertamente fuimos varios, algunos más, otros que no
me es permitido mencionar.
A
partir de Panorama Católico, (2000) he estado empeñado en denunciar los
desvíos doctrinarios y morales del clero con una estructura con más
recursos. Invitamos a los sectores “conservadores” a trabajar de
consuno. Abrimos el desafío de la Misa Tradicional fuera de los
ambientes tradicionalistas. Naturalmente recibimos piedras de los dos
lados. Unos que nos censuraban por “blandos” y otros por “extremos”. El
espectro de la Misa Tradicional se fue abriendo y ha crecido muchísimo.
Más con la fuerza que le dio Summorum Pontificum. El “permiso” que
tantos decían ansiar y cuando lo tuvieron no se molestaron en
aprovecharlo. Con todo lo confuso de algunos de sus pasajes, es quizás
la obra más trascendente del reinado de Benedicto.
Iniciamos
una escuela no ya de cero, sino por debajo de cero. Sería muy difícil
dar una idea de la pobreza de recursos, en medio del campo. Contábamos
con una riqueza invalorable: muchos hijos, algunos que ya venían
haciendo el ahora redescubierto “home schooling”. Con la capellanía y el
apoyo de la FSSPX. Hoy cuenta con más de 200 alumnos de todos los
ciclos. Y cuatro familias proveyeron casi 20 alumnos en su momento.
Uno
de los males morales que se veía en todas partes ya en los tiempos
inmediatos posconciliares ha sido la ruptura de los votos sacerdotales,
luego derivada en homosexualidad, escondida y protegida por la
estructura eclesiástica “colegial”. Es decir, la Conferencia Episcopal
Argentina. Dentro de la cual viarios grupos de poder se enfrentaban,
pocos para purgarla y la mayoría para ganar el manejo de sus
instituciones y recursos ($). El gran premio ha sido siempre el
Arzobispado de Buenos Aires, y la guerra por él, desde fines de los 90
hasta la consolidación de Bergoglio ha tenido dos bandos principales. De
ellos hemos hablado muchísimo en Panorama Católico revista en papel y
en nuestra web.
Desde estas páginas hemos informado muchas veces sobre la lucha sorda entre el llamado Club de San Isidro
y el entonces cada día más influyente Arzobispo de Buenos Aires. El
primer grupo formado por obispos de evidente inclinación homosexual,
protectores de curas igualmente desviados. Mons. Laguna, Bianchi di
Carcano, Cassaretto, y el malafamado Maccarone, eminencia intelectual de
la banda, quien, pese a la protección de la Asamblea Episcopal, debió irse sin mayores opciones, bajo el pontificado de Benedicto por el revulsivo asunto del “remisero-boy”. Quien pese a su descrédito intentó un regreso discreto. Al pie de este artículo donde se denunciaba el intento comentábamos: “Observación: marchamos
inexorablemente hacia un episcopado prostibulario. Garlatti, Salaberry,
Laguna, Cassaretto, Sucunza, García, Maccarone... y siguen los
nombres...” (Dic. 2010)
Finalmente vino el armisticio, con reparto de poder y dinero.
En
2010 denuncié a un obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires
por el delito de adulterio, lo que implicaba que su protector, actual
papa, quedara muy incómodo en caso de que Roma tomara cartas en el
asunto. Bajo el gobierno Benedicto, sin embargo, las denuncias elevadas
al nuncio, a Roma y en la propia prensa fueron inútiles, más allá de un
escándalo que hizo subir a Panorama Católico al tope de los sitios
visitados durante un tiempo.
Tras ello, la maniobra por la cual la Arquidiócesis de Buenos Aires se incautó de una enorme cantidad de bienes de la Congregación de la Hijas del Divino Salvador,
intervenida por dos personajes de oscura moralidad: Mons. Salaverry y
el propio auxiliar de Bergoglio, Mons. García. En este caso hubo
maniobras para corromper moralmente a las religiosas. Embarazos,
desapariciones y agresiones físicas a religiosas. Algunos detalles pueden leerse aquí. Llegué a temer por mi vida. Como estoy vivo seguramente era un ataque de paranoia.
Ex hermana Mirna da testimonio de los procedimientos de Mons. García para destruir la orden.
Las
imágenes de las que habla es un tesoro cultural de la Santa Casa de
Ejercicios Espirituales de las que el Arzobispado quería hacerse.
Panorama Católico denunció también el alquiler de un monumento histórico de la Ciudad y convento franciscano activo,
con la complicidad de sus autoridades y el silencio del Arzobispado,
para “fiestas”. En las que participaban también los propios religiosos, o
algunos de ellos. Tuvimos que hacer frente a presiones y amenazas de
bufetes que hacen lobby para que este edificio, de enorme valor
inmobiliario, sea vendido para desarrollar edificios en el casco
histórico de la ciudad.
De
todas estas aventuras, las mayores amarguras vinieron de los propios
sitios católicos “amigos”, que me atacaron o me defendieron poco y mal.
Hablo siempre en primera persona, pero trabajé con otros, cuyos nombres
no estoy habilitado a revelar. Varias veces me he preguntado porqué
hacía esas cosas, cuando todos me aconsejaban lo contrario. Un riesgo
inútil, porque la autoridades no tenían el menor interés en impedirlo. Y
yo mismo, si lo analizaba racionalmente llegaba a esa misma conclusión,
y sin embargo sentía el deber de hacerlo.
En
2013 denuncié a Bergoglio apenas a pocas horas de su elección. Esta vez
no necesito decirlo porque todos lo saben, fui apoyado por un sitio
amigo, Rorate Caeli. Ambos sufrimos las consecuencias. Consecuencias que se sufren más cuando los que nos censuran son los amigos y no el enemigo.
Luego
el desierto, una larga travesía espiritual en el desprestigio.
Nuevamente, la gracia de Dios puso a mi alcance santos sacerdotes que me
brindaron consejo y los sacramentos.
Hoy
considero que la realidad ha reivindicado, por desgracia, esas
intuiciones. No digo por saber lo que publiqué de Bergoglio, que eso lo
sabían muchos. Sino hacerlo. ¿Para qué si todo era inútil? Pues, no
sabía decirlo hasta que hoy leo, en múltiples sitios, la información
“descubierta” por “investigadores” que por cierto no quieren citar la
fuente. No ofende, pero me da mala espina.
Prácticas de corrupción para desalentar a las religiosas a seguir en la orden
En estos vídeos yo mismo hago las preguntas en off
Agradezco
a Rorate Caeli su generoso recordatorio, pero no me alineo sin reservas
en este movimiento que se ha formado para que Francisco renuncie.
Intuyo que no es el camino, esto de pedir la renuncia del papa, por los
motivos que ensayé en su momento y por ese mismo sentimiento o certeza de que la Iglesia no se puede regenerar así.
No es sólo un tirano corrupto, es toda una estructura de corrupción que
ha permitido llegar a la cima de los cargos humanos a una persona
completamente indigna. Con el plan de sostener y ampliar su modo acción
corruptora de la Iglesia local a la Iglesia universal.
La
prensa anglosajona conservadora y los sitios web tradicionales, salvo
pocas excepciones, en su afán de obtener la renuncia de Francisco la
pasan indagando sus antecedentes en la Argentina. Y como no buscan donde
deberían buscar, confunden, muchas veces, los hechos. Un importante
portal del Canadá acaba de publicar un informe de las andanzas de
Bergoglio en la Argentina, centrándose en el caso Grassi, que es uno de
los más confusos y menos aptos para mostrar al ex Arzobispo en sus
conductas reprochables. Tal vez dedique un artículo a corregir la
interpretación que el articulista realiza, sobre todo si se me permite
publicarla en el mismo sitio o en otros, de su mismo nivel de
importancia.
Destaco
ese artículo porque me ha decidido a publicar este, sobre el que tenía
muchas dudas acerca de su utilidad. En el empeño de presionar la
renuncia de Francisco, sin embargo, se corren muchos riesgos, uno de
ellos es el de dar por buena la información sacada de la prensa secular
sobre casos mucho más intrincados de lo que puede resumirse en un
artículo y así mezclar medias verdades con mentiras, sin querer. Sobre
Grassi puede leerse en nuestro artículo “Otra pústula que revienta”,
de 2005 una síntesis del estado moral del clero argentino en ese
momentos, que no ha hecho otra cosa que empeorar, y quienes son sus
acusadores en las sombras. Allí, en esos personajes deberían haber
buscado los datos.
Parece obvio que Francisco no durará mucho, pero lo suficiente como para hacer enormes daños. Uno de ellos, apresurar
-para que se ventee el olor nauseabundo del escándalo- sus delirantes
reformas: diaconisas, celibato optativo, homosexualidad justificada.
Tal vez se lo ha empujado a adelantar la agenda. Tal vez los más
confusos que comenzaban a dudar sean envueltos en una nube de humo, que
es su especialidad, y ahora sigan tras él.
Cuando
todo estalle no quedará sino mirar a quienes nunca aceptaron el
Concilio ni la Misa Nueva. El nuevo papa, si quiere hacer un bien a la
Iglesia y acaso lo dejan, no nos salvará con la reforma de la reforma ni con un retoque conservador. No quiero volver sobre lo dicho, pero es necesario.
La cornisa para caminar ya casi se ha desmoronado, y los equilibristas
deben elegir el lado por el que van a caer. Confío en que Dios nos hará a
todos la gracia de intervenir de un modo tan contundente que los que
elijan el non serviam lo harán con entera responsabilidad.
Los
que deban ejercer la diplomacia que lo hagan, los que estén destinados a
jugar en la política que se esmeren. Yo estoy entre los que no sabe
hacer ni una cosa ni otra, ni quiere aprender. Yo solo tengo esta
convicción surgida de la experiencia extensa de toda mi vida dedicada a
este objetivo: La restauración
católica será por la vía del culto y del reinado social de Nuestro Señor
Jesucristo. Dios ha resguardado el sacerdocio y el culto por medio de
una obra minúscula en sus orígenes que hoy es de importancia crucial
para el destino del catolicismo. La restauración que debemos realizar
día a día se nutre del fruto de ese resguardo. No podemos poner
esperanzas en el bullicio "provida", confuso e indiscriminado. Ni
despreciar sus aportes, que Dios aplica a la buena causa del modo que
quiere. No podemos invocar, ante la amenaza de los tiempos, una
"educación sexual" correcta, ni una misa nueva "bien rezada", ni una
piedad "sin catecismo bien aprendido". Esto es la garantía de la
derrota, lo viejo que ha fracasado. Pongamos la mirada en "lo eterno",
la sagrada doctrina, el culto sagrado, la sagrada Tradición.
Si
Dios quiere otro camino, ruego para que esta vez la intuición sea
equivocada. Y rompa el récord de inmerecidos aciertos. Me haría más
feliz.
Quien quiera conocer otros detalles puede leer aquí.