sábado, 22 de diciembre de 2012
Como se vuelve de todo esto?
Néstor Kirchner le ha legado a su esposa la tormenta perfecta.
Millones de pobres, rehenes de planes sociales, pendiendo de la delgada soga de la bonanza económica. Ya pretérita.
Kirchner
era un ladrón astuto. Un político. Quizá más atrevido. De los que en
lugar de tres gallinas, se llevan el gallinero entero, junto con el
jardín y con la casa.
Muerto el ladrón, Cristina hizo lo único que podía hacer. Rodearse de gente tan absurda como ella.
Toda
gente que se ha quedado entrampada entre la ideología y el dinero.
Girando inútilmente hacia la nada. Porque constituyen un oxímoron. Son
de River y de Boca al mismo tiempo. Y no se puede.
Predican la
revolución pero depositan en Cayman Islands. Aman su boato pero lo
exhiben obscenamente ante los que ni comen. Nunca supieron cómo
escaparse de esa trampa.
Pero no creas que es solamente
hipocresía. Es, también, haber sostenido una ideología opuesta a la vida
que llevaron. Y a todo lo que robaron. Son veteranos de la vida, con
cerebro adolescente. Muchachos viejos.
Kirchner sabía que estaba estafando al mundo. Cristina se cree que de verdad está haciendo una revolución. Y ahí está el grave problema.
"Cualquiera hace socialismo con plata ajena" dijo la presidente hace unos días.
Y
se lo creía. Nunca advirtió que estaba hablando de sí misma. De la
1050. De los Fondos de Santa Cruz. De los retornos de los subsidios. De
la narcosolidaridad bolivariana.
Esa es la trampa que entrampa
al gobierno todo, y guillotina a la República. El gobierno se tomó en
serio la sanata de Néstor. Y el tuerto se murió sin avivarlos.
Pero
está claro que, a esta gente, el régimen kirchnerista (que terminó en
el 2010), la utilizó durante una década. Rehenes electorales de Néstor
Kirchner durante 7 años. Vasallos de una reinecilla absurda por 5 más.
A estas alturas está claro que al país no le hacía falta Cristina Kirchner.
El
ministerio de propaganda oficialista sembró tanto falso relato entre la
gente que hoy día los propios kirchneristas (los que quedan) no
entienden de dónde sale toda esta gente que, simplemente, va y se lleva
lo que se quiere llevar. A como dé.
Sistemáticamente engañados
por Cristina Fernández cuando lloraba al reinaugurar las piletas de
Ezeiza y les contaba que el criadero de chanchos de San Luis era una
epopeya histórica, o cada vez que anunciaba algunos nuevos centenares de
miles de créditos para viviendas que jamás llegarían.
Siempre invocándolo a “Él”. Un santo que de muerto hizo lo mismo que en vida: defraudó a todos sus devotos.
Pero
está claro que, otra vez, un sector de la población se hartó de estar
harto. Primero fue la clase media alta, luego el campo, luego la clase
media completa, desde el empleado al gerente, luego los trabajadores
sindicalizados, y ahora los más pobres. Cada uno a su manera salió a la
calle.
Y creo que, a estas horas, todos tenemos las mismas incógnitas.