Patrona
de los ciegos y protectora de la vista
OPINIÓN
Hay en los campos una humilde planta, que
poco se levanta del suelo; pareciera que por consideración y respeto a la
vegetación vecina, evitara criarse y hacerle sombra. Esta planta modesta y delicada,
casi un simple yuyo, se distingue por sus flores. Sus flores son de un azul
pálido, delicado, triste digamos; y esas flores azulinas en las noches de sereno llenan su cáliz de roció; parecen
pequeñas copas, conservando el agua pura que les ha bajado desde el cielo. La
sabiduría que a través de los siglos ha observado atentamente a la naturaleza,
ha descubierto que la agüita guardada por esta humilde flor azul, es buena para
la vista, es un colirio para los ojos, un buen remedio para las irritaciones oculares.
Por eso, por ser un remedio ocular, un
medicamento para la vista, a esta modesta y delicada planta se la llama "santalucía".
Se le ha dado el nombre de la santa virgen y mártir a la que se recuerda como
protectora de la vista, como patrona de los ciegos. Santa Lucía, de Siracusa,
en Sicilia, era una niña que de corta edad quedó huérfana de padre; su madre
pretendió casarla con un hombre rico, pero pagano; ella se negó, pues tenía
dispuesto consagrarse a Cristo Jesús. La joven Lucía pidió a su madre la
entrega de los bienes que le
correspondían por herencia del padre, y una vez en posesión de ellos los
repartió entre los pobres; su pretendiente, sintiéndose ofendido y despreciado,
la denunció a las autoridades, a ella y a los cristianos que promovían estas
actitudes incomprensibles entre paganos; el prefecto Pascasio la condenó y se
propuso meterla en un lupanar; pero
Lucía contó con una fuerza milagrosa que la protegió del vejamen y luego la
salvó del fuego; para matarla los paganos debieron atravesarle la garganta con
una espada. Y la santa virgen de Siracusa tuvo fuerzas para morirse recién
después de recibir la comunión.
Murió Lucía el 13 de diciembre. Era el año
302. Aunque no tenemos seguridad sobre el año, sí estamos seguros de que su
martirio ocurrió durante la persecución dispuesta por el tremendo emperador
Diocleciano. La santa virgen Lucía, que recordamos con fiesta en el aniversario
de su muerte, el 13 de diciembre,
tiene bajo su patronato celestial la
protección de la vista y el amparo de los ciegos.
Como laico me adhiero a su culto con este homenaje a la santa
siciliana que estamos recordando, y lo hago en nombre de los ciegos, el sector
de la discapacidad que de más ternura y consideración ha gozado siempre en el
ámbito social.
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN