por Alfredo R. Weinstabl
alfredo@weinstabl.com.ar
Como es habitual en los Kirchner ante situaciones políticas duras o
difíciles se refugiaban en su bunker patagónico esperando que la cresta
de la ola volviera a su nivel normal.
Respetuosamente, salvando las distancias, y simplemente como ejemplo, se
trata de un comportamiento similar a un animal salvaje o alguna
alimaña, que ante un peligro, se oculta en su madriguera hasta que este
desaparezca y se vuelva a una situación sin riesgos.
Era una costumbre del matrimonio Kirchner. Seguramente el ex presidente
lo hacía como una estrategia política, mientras que la actual mandataria
casi seguramente lo hace por sus desequilibrios emocionales, la ya
conocida y habitual “lipotimia” de la mandataria.
http://www.urgente24.com/sites/default/files/imagecache/imagen-nota-622x342/notas/2012/10/04/cristina%20desesperada.jpgEs
perfectamente comprensible la angustia y frustración de la presidente
ante la seguidilla de estruendosos fracasos de todo tipo que está
cosechando. Mas cuando alguien conlleva la patología del famoso
trastorno bipolar.
¡La “líder” de los argentinos recluida en su casa de Rio Gallegos o en
su refugio patagónico en Calafate, prácticamente sin dar señales de vida
y casi alejada de los asuntos oficiales!
¿No debería un Líder, así en mayúscula, estar en primera fila en
momentos de crisis, en su puesto de mando, buscando paliar la tormenta
en vez de dejar el manejo de la cosa pública se arregle sola o en manos
de sus reconocidos ineptos segundones?
Estrategia o enfermedad da el mismo resultado. La cuestión es no dar la
cara.
¿A que viene este introito? A que en vísperas de Navidad es desataron
en varias provincias y en diferentes localidades, saqueos y graves
hechos de vandalismo a comercios y supermercados y en el que perdieron
la vida cuatro personas y que hicieron recordar los tristes y violentos
acontecimientos de fines del año 2001.
A continuación transcribo unos párrafos de un excelente editorial
(recomiendo su lectura) de un conocido matutino al respecto (ref.1):
“…Pero lo más desafortunado pasó por el sugestivo silencio de Cristina
Fernández de Kirchner. Cuando en vísperas de la Navidad, la ciudadanía
podía esperar un mensaje presidencial que intentara llevar tranquilidad y
certezas, la jefa del Estado optó por refugiarse en la Patagonia y no
formuló comentario alguno frente a los trágicos hechos”.
Más adelante continúa diciendo que “…Se imponía un mensaje tendiente
a pacificar los espíritus alterados, un llamado a poner fin a estériles
disputas y a presuntos odios de clase; en fin, a la reconciliación
entre los argentinos”.
En concreto la editorial señala una atinada crítica a la ausencia de
la presidente mientras sus ministros repartían acusaciones por todos
los lados. Un ejemplo característico de la ausencia de un líder, alguien
que maneje y conduzca la emergencia.
Recién cuatro días después de los hechos, apareció la presidente en
la Casa Rosada pronunciando un largo (no podía ser de otra manera) y
embrollado discurso, en donde tocó varios temas saltando de un tema a
otro, sin relación entre ellos, citando porcentajes y cifras, que de los
presentes nadie entendía, y de los televidentes nadie entendía, pero
tampoco creía.
Parecía enojada, molesta y acelerada y sin el menor atisbo de
autocrítica habló de los saqueos producidos la semana anterior, repartió
culpas y responsabilidades entre los sindicalistas, el peronismo, entre
otros, y principalmente a los gobernadores que según ella son los
responsables de la seguridad. De esta manera desligó totalmente de estos
acontecimientos al gobierno nacional.
Didáctica y académicamente un verdadero desastre.
La presidente debería saber que hablar de corrido no es precisamente
hablar bien. En realidad los que hablan de corrido frecuentemente
confunden sus conceptos.
En ese popurrí de temas desordenados y confusos y esa larga catarata
de palabras en la que se potenciaba a sí misma, arremetió también contra
la Corte Suprema de Justicia, el Poder Judicial y contra los
gobernadores “…que piensan más en las elecciones del 2015 que en su
propia gestión…”
Por supuesto utilizó el acostumbrado latiguillo de los Kirchner
“…que detrás de los saqueos se encuentra una actitud destituyente…”
Llamó particularmente la atención la soberbia y la insolencia barata
con la cual fustigó al Poder Judicial. Recordó que ella era la que
“…juntaba la plata para que funcione la Justicia…”. ¿Que tendrá que ver
esto con lo que el tema que desarrollaba? ¿Quién sino el Poder Ejecutivo
es el que recauda para el funcionamiento de las Instituciones del país?
Definitivamente sus discursos dividen cada vez más a los argentinos.
Además no solo sus discursos, sino su proceder y sus actitudes
evidencian bien a las claras que Cristina Fernánez no está ni
mínimamente a la altura de sus importantes responsabilidades.
Así anda el país. ¿Cómo terminará esta tragicomedia?
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.a