Publicado en Revista Cabildo N°100
Mes de Diciembre de 2012
Mes de Diciembre de 2012
CULTURA DE LA VIDA
Miguel DE LORENZO
El Odio y la Mentira de los Abortistas
Miguel DE LORENZO
El Odio y la Mentira de los Abortistas
UN
país inquietante y gris, que se cae a pedazos, un Estado que destruye
ya no lo que toca, sino hasta lo que mira, ahora arrancó contra la vida.
Digo, contra lo que quedaba de la vida, o sea contra el inicio de la
vida.
De las otras vidas, la de los niños y los adultos ya se habían ocupado o desocupado y agraviado bastante.
Quedaba sí, la vida más inocente y desamparada que pueda imaginarse, como es la del embrión en el vientre de la madre.
Y contra ella fueron.
Ferozmente, según acostumbran.
Claro que viniendo de los K sólo se puede esperar lo peor, porque para eso están, y ese es su credo, odio, muerte, mentira.
En cambio llaman un poco la atención, apenas un poco más, los medios, los periodistas y sobre todo las mujeres de los medios. Y no es que tuviéramos buenas expectativas acerca de Ruiz Guiñazú, Sarlo, Ripoll, o Plager, o tantas otras que declararon su felicidad por haber abortado, o por su fervor abortista. Pero sobre todo en el primer caso, debemos preguntamos no sólo sobre el porqué de ese odio tremebundo, sino también acerca de la manera de expresarlo. Fondo y forma en el entramado del odio, preocupante declaración de la más grande hostilidad hacia la vida.
Escuchándolas, uno diría que nada parece aplacarlas fuera del aborto. Para ellas no hay otro camino diferente al de matar. Niegan a la mujer embarazada las mínimas formas de apoyo ya sea psíquico, humano, social, tampoco aceptan la posibilidad de la adopción, porque en el fondo desconocen la caridad, "parecería —bien dice Conrad— que la selva se hubiera apoderado de sus corazones".
Por eso cada vez que se hace pública una cuestión vinculada a la defensa de la vida (ya sea al comienzo o al final) salen de sus cuevas las vanguardias del cambio, los que "abren las cabezas" de la sociedad, legisladores, escritores, comunicadores, filósofos y otras yerbas exigiendo que "otros" (generalmente los médicos) maten inmediatamente a la persona en cuestión.
No deja de ser extraño que para estos tipos (y tipas), para los paladines de los derechos humanos, matar pueda ser considerado la solución.
Algunos dicen que como la ciencia les va achicando el verso y no tienen argumentos científicos válidos en que fundar esa exigencia tremebunda de muerte y de muerte inmediata, solo les quedan la ideología y... los gritos. Por eso gritan cada vez más fuerte, y agravian cada vez más bajo.
Pero en estos últimos años, los descubrimientos científicos acerca del comienzo de la vida son de tal precisión y jerarquía que ignorarlos, o negar esas certezas, no se puede lograr así nomás, ni siquiera con los chillidos de un zoológico entero.
Valgan a modo de ejemplo — entre muchos— dos o tres hallazgos de la biología y la genética absolutamente concluyentes.
En primer lugar en el cigoto, la primerísima forma de vida unicelular, fruto de la unión de óvulo y espermatozoide, ahí, ya están activos siete genes. Pensemos que esa celula es además la más especializada que pueda existir, en el sentido di que ninguna otra célula poseerá jamás las mismas instrucciones a lo largo de la vida del individuo que acaba de ser creado.
Debemos decir que a partir de la formación del cigoto y en el procéso que sigue a partir de ahí, la célula primordial tiene autonomía par auto duplicar el material genético además lo hace siguiendo pase coordinados de complejidad crecíente y mediante una progresiva diferenciación hacia formas cada vez más complejas y siempre con una orientación definida que ni se puede detener ni puede retroceder hacia etapas anteriores. Es decir que a partir del conocimiento de dinámica del desarrollo embrión, se puede ver que desde el inicio se trata de un organismo autónomo poseedor de todas las herramientas para alcanzar su pleno desarrollo.
Por si esto no alcanzara, el genetista inglés Jeffrey a fines de los noventa hizo un descubrimiento realmente extraordinario, él probó que a partir del estadio de 3 (TRES células ese individuo es único, rigurosamente diferente de cualquier otro individuo. Él fue quien déscubrió la denominada huella digital ADN contenida en las partes de ADN que no contiene genes y demostró que la posibilidad que se repita esa huella en otro individuo un número casi inexpresable, y dificultosamente imaginable, tanto como uno en 5000 billón de bilínes.
El último argumento que mencionaremos, tiene que ver con la imunidad celular. Específicamente con las llamadas moléculas HLA (Human Leucocyte Antigen). Carossella, un científico argentino radicado en Francia, descubrió que, pocos días después de que se forma el cigoto y antes de que se implante, en el cuerpo materno se origina la molécula HLA-G que permite la implantación del huevo fecundado en el útero, sin que lo destruyan las células defensivas maternas.
Es decir que el cuerpo de la madre reconoce en el feto características inmulógicas claramente distintas a las suyas y sus defensas lo destruirían a no ser por la molécula HLA-G que permite la tolerancia feto maternal.
Bastarían estas tres referencias científicas para acabar con tanta mentira repetida hasta el hartazgo. Una de sus ficciones preferidas, es la que dice que la mujer con su cuerpo hace lo que quiere, —la ciencia, recién lo vimos, demuestra todo lo contrario— que no es su sino otro cuerpo y otra persona, nueva y distinta lo que está en su vientre.
Si hasta dentro del fatigoso repertorio de payadas y mentiras, se las ingeniaron para incluir al pensamiento mágico. Parece que, según esta gente, llegado a un determinado número de semanas de gestación, acaso por obra y gracia de algún encantamiento, surge un ser humano. Lo que antes era un montón de células, una nada, ahora, de golpe, es un hombre, A nadie puede escapar lo ridiculamente absurdo del planteo, que ignorando las certezas o negando las evidencias biológicas, es lo mismo, intentan ponerle distintas fechas al comienzo de la vida, exclusivamente para acomodar el momento del aborto a lo que les convenga, ó les venga en gana. Es evidente que también el odio miente.
Pero es que también los datos epidemiológicos dicen otra cosa respecto a proteger la salud de la madre. En Irlanda, por ejemplo, donde el aborto es ilegal casi siempre, la tasa de mortalidad materna es 5 por cada cien mil nacidos vivos, tres veces inferior a la de Reino Unido, 13 por cien mil nacidos vivos, y a la de Estados Unidos, 17 por cada cien mil nacidos vivos, países en los que aborto es ampliamente permitido. Chile, donde el aborto está muy limitado, tiene una de las tasas de mortalidad materna mas bajas de América latina, más baja que en Cuba en donde el aborto no tiene restricciones.
De las otras vidas, la de los niños y los adultos ya se habían ocupado o desocupado y agraviado bastante.
Quedaba sí, la vida más inocente y desamparada que pueda imaginarse, como es la del embrión en el vientre de la madre.
Y contra ella fueron.
Ferozmente, según acostumbran.
Claro que viniendo de los K sólo se puede esperar lo peor, porque para eso están, y ese es su credo, odio, muerte, mentira.
En cambio llaman un poco la atención, apenas un poco más, los medios, los periodistas y sobre todo las mujeres de los medios. Y no es que tuviéramos buenas expectativas acerca de Ruiz Guiñazú, Sarlo, Ripoll, o Plager, o tantas otras que declararon su felicidad por haber abortado, o por su fervor abortista. Pero sobre todo en el primer caso, debemos preguntamos no sólo sobre el porqué de ese odio tremebundo, sino también acerca de la manera de expresarlo. Fondo y forma en el entramado del odio, preocupante declaración de la más grande hostilidad hacia la vida.
Escuchándolas, uno diría que nada parece aplacarlas fuera del aborto. Para ellas no hay otro camino diferente al de matar. Niegan a la mujer embarazada las mínimas formas de apoyo ya sea psíquico, humano, social, tampoco aceptan la posibilidad de la adopción, porque en el fondo desconocen la caridad, "parecería —bien dice Conrad— que la selva se hubiera apoderado de sus corazones".
Por eso cada vez que se hace pública una cuestión vinculada a la defensa de la vida (ya sea al comienzo o al final) salen de sus cuevas las vanguardias del cambio, los que "abren las cabezas" de la sociedad, legisladores, escritores, comunicadores, filósofos y otras yerbas exigiendo que "otros" (generalmente los médicos) maten inmediatamente a la persona en cuestión.
No deja de ser extraño que para estos tipos (y tipas), para los paladines de los derechos humanos, matar pueda ser considerado la solución.
Algunos dicen que como la ciencia les va achicando el verso y no tienen argumentos científicos válidos en que fundar esa exigencia tremebunda de muerte y de muerte inmediata, solo les quedan la ideología y... los gritos. Por eso gritan cada vez más fuerte, y agravian cada vez más bajo.
Pero en estos últimos años, los descubrimientos científicos acerca del comienzo de la vida son de tal precisión y jerarquía que ignorarlos, o negar esas certezas, no se puede lograr así nomás, ni siquiera con los chillidos de un zoológico entero.
Valgan a modo de ejemplo — entre muchos— dos o tres hallazgos de la biología y la genética absolutamente concluyentes.
En primer lugar en el cigoto, la primerísima forma de vida unicelular, fruto de la unión de óvulo y espermatozoide, ahí, ya están activos siete genes. Pensemos que esa celula es además la más especializada que pueda existir, en el sentido di que ninguna otra célula poseerá jamás las mismas instrucciones a lo largo de la vida del individuo que acaba de ser creado.
Debemos decir que a partir de la formación del cigoto y en el procéso que sigue a partir de ahí, la célula primordial tiene autonomía par auto duplicar el material genético además lo hace siguiendo pase coordinados de complejidad crecíente y mediante una progresiva diferenciación hacia formas cada vez más complejas y siempre con una orientación definida que ni se puede detener ni puede retroceder hacia etapas anteriores. Es decir que a partir del conocimiento de dinámica del desarrollo embrión, se puede ver que desde el inicio se trata de un organismo autónomo poseedor de todas las herramientas para alcanzar su pleno desarrollo.
Por si esto no alcanzara, el genetista inglés Jeffrey a fines de los noventa hizo un descubrimiento realmente extraordinario, él probó que a partir del estadio de 3 (TRES células ese individuo es único, rigurosamente diferente de cualquier otro individuo. Él fue quien déscubrió la denominada huella digital ADN contenida en las partes de ADN que no contiene genes y demostró que la posibilidad que se repita esa huella en otro individuo un número casi inexpresable, y dificultosamente imaginable, tanto como uno en 5000 billón de bilínes.
El último argumento que mencionaremos, tiene que ver con la imunidad celular. Específicamente con las llamadas moléculas HLA (Human Leucocyte Antigen). Carossella, un científico argentino radicado en Francia, descubrió que, pocos días después de que se forma el cigoto y antes de que se implante, en el cuerpo materno se origina la molécula HLA-G que permite la implantación del huevo fecundado en el útero, sin que lo destruyan las células defensivas maternas.
Es decir que el cuerpo de la madre reconoce en el feto características inmulógicas claramente distintas a las suyas y sus defensas lo destruirían a no ser por la molécula HLA-G que permite la tolerancia feto maternal.
Bastarían estas tres referencias científicas para acabar con tanta mentira repetida hasta el hartazgo. Una de sus ficciones preferidas, es la que dice que la mujer con su cuerpo hace lo que quiere, —la ciencia, recién lo vimos, demuestra todo lo contrario— que no es su sino otro cuerpo y otra persona, nueva y distinta lo que está en su vientre.
Si hasta dentro del fatigoso repertorio de payadas y mentiras, se las ingeniaron para incluir al pensamiento mágico. Parece que, según esta gente, llegado a un determinado número de semanas de gestación, acaso por obra y gracia de algún encantamiento, surge un ser humano. Lo que antes era un montón de células, una nada, ahora, de golpe, es un hombre, A nadie puede escapar lo ridiculamente absurdo del planteo, que ignorando las certezas o negando las evidencias biológicas, es lo mismo, intentan ponerle distintas fechas al comienzo de la vida, exclusivamente para acomodar el momento del aborto a lo que les convenga, ó les venga en gana. Es evidente que también el odio miente.
Pero es que también los datos epidemiológicos dicen otra cosa respecto a proteger la salud de la madre. En Irlanda, por ejemplo, donde el aborto es ilegal casi siempre, la tasa de mortalidad materna es 5 por cada cien mil nacidos vivos, tres veces inferior a la de Reino Unido, 13 por cien mil nacidos vivos, y a la de Estados Unidos, 17 por cada cien mil nacidos vivos, países en los que aborto es ampliamente permitido. Chile, donde el aborto está muy limitado, tiene una de las tasas de mortalidad materna mas bajas de América latina, más baja que en Cuba en donde el aborto no tiene restricciones.
El registro Eurocat informa que en Francia el 96% de los fetos Down es abortado. Al respecto hace pocos años un diputado parisino declaraba. "La verdadera pregunta que me hago es por qué queda ese 4 por ciento". Está claro que el hombre sin Dios, parece estar recorriendo todas las profundidades del horror y todo indica que se siente cómodo y hasta satisfecho en ese territorio. Esa progresiva acentuación del espanto que se acercaba, la percibía Salvatore Quasimodo:
"Eres aún aquel de la piedra y de honda, hombre de mi tiempo. Yo te he visto, dentro del carro de fuego. Te he visto, con tu ciencia exacta dispuesta al exterminio. Eras tú, sin amor, sin Cristo". •