EL ÚNICO ENEMIGO QUE EL RÉGIMEN NO PUEDE DOBLEGAR...
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política
No
es preciso desarrollar un meduloso tratado acerca de la importancia que
ha cobrado Internet en los últimos años, y la manera como esta afecta
los cursos de acción de los gobiernos en gran parte del globo. Baste
decir que, en la Argentina, la cifra de usuarios conectados a banda
ancha supera los dos millones de personas, y este número por cierto no
incluye al volumen de ciudadanos que invierten horas en los cibercafés
para enterarse de las noticias del día, al no disponer de un ordenador
personal en sus hogares.
La
Administración Kirchner, en sus dos períodos -el de Néstor Carlos y
Cristina Fernández-, es la que mejor ha sabido vislumbrar el impacto de
las nuevas tecnologías en la opinión pública. Aspecto que se ve
refrendado al analizarse las políticas oficiales, como también al
observar el crecimiento que ha exhibido el fenómeno de las tecnologías
de la información en el país, con posterioridad al año 2000.
Como
breve introducción, es del interés de cualquier estudio el seguimiento
cercano de la forma en la que los medios masivos de comunicación
(mayormente prensa escrita) se han volcado al espacio de la Red para no
quedar fuera de los cambios en el espectro tecnológico en primer
término, y para cubrir mejor, es decir, con mayor eficacia e inmediatez
las necesidades de la sociedad, en segunda instancia. Los diarios
nacionales de tirada masiva han invertido grandes cifras en la World
Wide Web, sobre todo en los últimos diez años. Y -coincidiendo con ese
crecimiento- el esfuerzo de atención sobre los denominados "nuevos
medios" también se ha incrementado, de parte de gobiernos recientes.
Otra
consecuencia directa del fenómeno ha sido la puesta en marcha de sitios
web que, en más de un caso, han sabido competir en aparente igualdad de
condiciones con enclaves periodísticos tradicionales, como La Nación y
Diario Clarín.
Como
correlato, la utilización de estas novedosas tecnologías para la
recolección de información por parte de los jóvenes o de individuos
aggiornados tecnológicamente, sumado este factor al aburrimiento frente
al modo pesadamente estandarizado y convencionalista de los medios
tradicionales para cubrir las noticias (especialmente políticas), dieron
lugar a la aparición de espacios independientes que se han granjeado
cierta reputación de corte underground en lo que hace a la presentación
de eventos destacados en el día a día.
Hoy
puede decirse que El Ojo Digital es parte de ese amplio espectro en
donde destacan Seprin.com, Urgente 24, LaPoliticaOnline.com,
InformadorPublico.com, PeriodicoTribuna.com.ar, OPISantaCruz.com.ar,
Agencia Nova y JorgeAsisDigital.com, para referir sólo algunos.
Los
otrora "grandes medios" han perdido el monopolio de la lectura de los
hechos políticos del día, pero tampoco es correcto apreciar esta
realidad como un escenario de competencia entre uno y otro polo
informativo. Más bien al contrario: unos se vuelven complementarios de
los otros. A los efectos de ilustrarlo mejor, se cita el caso de quien
primero revisa las publicaciones en línea de La Nación o Diario Clarín
(con el objetivo de informarse acerca de lo sucedido en la jornada
presente o la anterior), y luego pasa revista a webs como las
mencionadas, en busca de opiniones, rumores o, simplemente, para ver
"quién tiene el dato".
Desde
luego, en la variedad, el control de medios con el que tanto
protagonismo ha cosechado la Administración kirchnerista, ha visto la
necesidad de ampliar su margen de acción. Incluso durante la etapa de
Alberto Fernández en el gobierno del Dr. Kirchner -cuando aquel ocupaba
el rol principal en la Jefatura de Gabinete de Ministros-, bastaba con
"consensuar" las tapas principales de los periódicos Clarín y La Nación,
abandonándose la preocupación por lo que refirieran el resto de los
medios.
Hoy
día, la faena se ha visto afectada por la necesidad de la ampliación.
Una vez neutralizada la "amenaza informativa" que presentan los medios
de la órbita del Grupo Clarín, y reposicionada en la mente del
consumidor de noticias la cobertura de La Nación -en forma de "periódico
opositor"-, el control comunicacional debe también abarcar a los medios
que pululan por la "autopista de la información".
Néstor
Kirchner, desde su arribo a Balcarce 50, ha sabido categorizar
apropiadamente la amenaza que representaban para él estos nuevos medios.
Oportunamente, delegó la responsabilidad por el seguimiento y la
infiltración de aquellos en manos de la Secretaría de Inteligencia (S.I.
o ex SIDE), y en grupos de tareas "especiales" de militantes
cibernéticos. Estos últimos dieron comienzo a las tareas de control
desde los despachos ocupados por la juventud kirchnerista (en su
momento, Jóvenes K, antes conducidos por Nicolás Trotta), para terminar
atomizados actualmente en la forma de numerosos equipos
interdependientes que aterrizan con sus comentarios pro-gobierno en
foros on-line o incluso alterando los resultados de encuestas de opinión
en las páginas web de los medios de prensa.
En
la forma más elegante, estos grupos operan mediante la inserción de
comentarios afines a las políticas del gobierno, falseando resultados de
encuestas en línea mediante votos provenientes desde las mismas IPs o
diferentes terminales o workstations dentro de un mismo edificio. Otros
operativos se enfocan específicamente en atacar a otros lectores que
expresan opinión contraria al oficialismo ante una noticia en
particular. Se llega al extremo de amenazar a los lectores a través de
su correo electrónico, toda vez que este sea visible desde su perfil.
Por regla general, este tipo de ataques informáticos de corte ideológico
proviene desde oficinas que la Secretaría de Inteligencia administra en
el exclusivo barrio de Puerto Madero. Un conjunto especificado de
páginas web se sigue con periodicidad y cobran especial relevancia
aquellos artículos o el material que critique con fuerza la figura de la
Presidente de la Nación, a su esposo, o al Jefe de Gabinete, Aníbal
Fernández.
De
cualquier forma, y a pesar de la sofisticación y la complejidad de los
equipos de que la inteligencia local dispone para optimizar su trabajo,
resalta el hecho de que los mismos empleados desconocen su
funcionamiento y posibilidades. Ello ha permitido, a más de un medio en
línea, denunciar que los votos para determinada encuesta tuvieron su
origen en el mismo rango de IPs. En los casos en que se llevaron a cabo
ataques contra páginas de Internet de información independiente y que,
por esta vía, quedaron offline o fuera de conexión, el rastro del hacker
o cracker es detectable. Este ha sido el caso de la página de El Ojo
Digital, que acusara un ataque hace algo más de dos años, y cuyo origen
pudo rastrearse hasta una oficina de Observaciones Judiciales de la S.I.
Esta dependencia recibe en la jerga, el nombre de Ojota.
Sin
embargo, Internet se ha ido heterogeneizando aún más. Hoy, el fenómeno
del microblogging captura la atención del grueso de los sitios de
noticias en Internet, en la forma de Twitter. Esta invención -en
apariencia revolucionaria- permite a los medios reportar noticias o
escenarios incluso más rápidamente que la publicación on-line de una
nota. De hecho, lo que ha preocupado a muchos gobiernos es su
combinación con mensajes de texto o SMS desde teléfonos celulares, cuya
tecnología hoy inclusive permite el envío inmediato de fotografías.
En
ocasión del conflicto en Irak, instantáneas de los ataúdes de soldados
estadounidenses tomadas desde teléfonos móviles llegaron a las páginas
de la prensa escrita y sitios de Internet. Precisamente, lo que el
férreo sistema de control informativo de la Administración Bush y del
Pentágono pretendían evitar. Realidad que llevó al entonces ministro de
Defensa, Donald Rumsfeld, a declarar: Funcionamos con restricciones de
tiempos de paz, con requerimientos legales, en una situación de guerra
en la era de la información, donde la gente va arriba y abajo con
cámaras digitales, tomando esas increíbles fotografías y pasándoselas,
contra la ley, a los medios de comunicación, para nuestra sorpresa".
Idéntica situación se dio durante los atentados en las estaciones de
subterráneo de Londres en 2005 cuando, a pesar del cerco impuesto a los
medios y a todo lo "publicable", salieron a la luz fotografías tomadas
in situ con celulares por los ciudadanos que se encontraban en medio del
caos posterior a las detonaciones. Otro tanto sucedió en los días
posteriores a los atentados de Atocha en Madrid cuando el presidente del
gobierno español, José María Aznar, consensuaba con la prensa
tradicional un elaborado goteo de reportes que detallaban la manera en
que el grupo guerrillero ETA se preparaba para el atentado. No obstante,
apenas advertida, la maniobra de prensa fue cuestionada duramente por
los ciudadanos ibéricos que posteaban en sus blogs o bitácoras en línea
acerca de las intenciones propagandísticas del gobierno. En apariencia,
este intentaba ocultar la posibilidad de que el atentado contra la
formación estuviera directamente relacionado con la presencia de
militares españoles en Irak y Afganistán.
El
fenómeno en cuestión ha sido denominado por teóricos contemporáneos
como swarming social (enjambre), entendido como un rápido agrupamiento
de individuos que utilizan telefonía celular, radiollamadas o pagers,
Internet o cualquier otro tipo de tecnología para confluír en un mismo
tiempo y espacio. Sin importar que ese encuentro se dé en un espacio
real o virtual. También referido como clustering, autores en España han
sabido bautizar al concepto como ciberturbas, explorándose sus
relaciones incluso con la biología molecular.
En
pocas palabras, se refleja lateralmente la hipótesis de que la
información -en los tiempos actuales, donde las nuevas tecnologías
juegan un rol preponderante- no solo se vuelve imposible de controlar
para los gobiernos sino que, apropiadamente dirigida, puede contribuír
incluso a su desestabilización. Escenario teórico en donde se vuelve
inasequible la interposición de objeciones "destituyentes" dado que el
swarming, en sí mismo, no tiene rigor organizativo o planificado sino
que -al menos en los ejemplos observados globalmente- conlleva una
constitución azarosa e incluso se interrelaciona con variables
psicosociales o de percepción frente a la calidad de la dirigencia
política en una determinada conjunción temporal-espacial.
Puesto
en un ejemplo más ilustrativo y en un nivel local, un grupo determinado
de personas podría ver exitosa una convocatoria a una demostración
pública o un cacerolazo, motorizados a través de cadenas en correos
electrónicos, teléfonos móviles, microblogging en Twitter y
promocionados desinteresadamente en Facebook o sitios web de corte
underground, sin habérselo planteado como objetivo previamente.
Este
escenario con cierta probabilidad de ocurrencia preocupa y ha sido
previsto por las Administraciones Kirchner y Fernández. La faena de
anticipación y "desarme" tiene lugar todos los días de cada semana, en
todos los espacios electrónicos informativos posibles, más especialmente
teniendo en cuenta los tiempos presentes, en donde son noticia los
escasos índices de aprobación o "popularidad" que exhibe el matrimonio
regente.
En
definitiva, se ha pasado de una etapa de manipulación de los titulares
principales de la prensa escrita y la presentación de encuestas de
opinión fraudulentas a una lid indefinida en donde el oficialismo se
enfrenta a un escenario de fragmentación informativa con rasgos
asimétricos que en mucho se asemeja a la operatividad de la que echa
mano, por ejemplo, el terrorismo fundamentalista de Al Qaida. Aunque en
este último ejemplo, el factor involucrado es el swarming militar.
La
amenaza del swarming social o "swarming civil" es considerado con
idéntica preocupación por el gobierno de la República Popular China, que
ha puesto un esfuerzo notable en el control de los contenidos en
Internet, en cualquiera de sus expresiones (blogs o páginas personales).
Los intentos de la nomenklatura del Partido Comunista Chino por
eliminar la oficina local de Google se circunscriben -con toda lógica- a
ese temor.
En
un mismo sentido, congresistas cercanos al círculo íntimo kirchnerista,
han llegado al extremo de solicitar proyectos de ley con pedido de
informes a NIC.AR y Cancillería para que entreguen información sobre los
titulares de páginas web específicas, bajo el poco creíble argumento de
que exhiben una "agenda coincidente con la defensa del Proceso Militar"
y de que "muestran simpatías con objetivos destituyentes".
En
el caso argentino, los objetivos del gobierno federal a partir del uso
de estas herramientas son compatibles con la necesidad de "ganar tiempo"
ante la opinión ciudadana, con tal de ilustrar que el concepto de
imagen devaluada que se ha adherido a la Presidente y su esposo son solo
una construcción mediática que proviene de espacios de poder que
persiguen fines antagónicos.