DE LA POLÍTICA ECONÓMICA DEL “MODELO”
En el comienzo de la
gestión de la segunda presidencia de Cristina Fernández esta expresó, en una de
sus habituales aluviones de palabras, que se
comenzaría con la “sintonía fina” en la economía del país.
Pocos ciudadanos entendieron cabalmente a que se refería la
presidente. Pero los analistas políticos y económicos aclararon acertadamente,
que los largos
años de despilfarro y dispendios de la gestión de los Kirchner, terminaba abruptamente y que se adecuarían las
tarifas y costos al momento actual.
Los ocho años de populismo demagógico que les permitió seducir a un
cuarto de toda la población de la Argentina y afianzarse en el poder, se venía
abajo, primero lentamente, hasta que terminaría estrellándose con la realidad,
siempre escondida u ocultada perversamente, por el oficialismo. Los años de engaños y mentiras afloraron
cruelmente.
Se terminó la época de bonanza originada por un extraordinariamente escenario
mundial ampliamente favorable para los negocios del país. Se terminó la fiesta. Se terminó el permanente artilugio de tirar
manteca al techo para mostrar arteramente una situación económica floreciente.
La verdad apareció en el segundo mandato de la presidente con
toda su crudeza. Pero además y como una cruel ironía, la consecuencia directa
fue el de haber desperdiciado todos estos años de crecimiento sostenido a tasas
cercanas a los dos dígitos.
Se cumplió lo que los analistas preanunciaban ya desde el
comienzo de la era kirchnerista, como un rumbo equivocado, contradictorio y
errático de la economía del gobierno. En realidad está mal empleada la palabra
rumbo, ya que la dirección general del gobierno en este aspecto, estuvo siempre confuso y para nada
definido.
Pero estos analistas preanunciaban acertadamente que la meta
o el objetivo final no podía ser otro que un descomunal fracaso con nuevamente
un grave deterioro para todos los argentinos.
A medida que pasaba el tiempo cada vez más analistas,
periodistas y formadores de opinión se adherían a las predicciones de siete u
ocho años atrás. Hoy en día ya no quedan dudas de ningún tipo.
Dentro de los muchos graves errores del kirchnerismo en su gestión,
sin duda alguna, esta fue la más grave.
Muchos años del mayor crecimiento de la economía argentina
en la Historia, casi una década, en un situación mundial ampliamente favorable
para el país, fueron dilapidados y malgastados en demagogia, pequeñeces
partidarias y politiquería barata, en
vez de haber sido invertido en desarrollar la infraestructura económica de
nuestra postergada Nación.
Se hizo exactamente lo contrario a lo que se debería haber
hecho. Casi todos los países sudamericanos lo hicieron correctamente (excepto
Cuba y Venezuela, tan cercanos al oficialismo) y ahora gozan de una economía
floreciente.
Volviendo a nuestro maltratado país. La inflación, nunca
reconocida por el gobierno en su verdadera dimensión, que apareció tibiamente
hace algunos años, hoy compite afanosamente por ubicarse ente los países de
mayor inflación del mundo.
El problema energético y el atraso de las tarifas públicas tantas
veces y hace tanto tiempo anunciados por
los especialistas, no tuvo atención del
gobierno, o en su incapacidad, no pudo solucionarlos, y hoy los montos multimillonarios
que se gastan en estos rubros, asfixia a nuestra economía.
Un déficit fiscal cada vez mayor. El gasto público aumentó
más del doble comparándolo con el del año 2003. Hoy ronda el 45 %
del PBI. Un crecimiento tan pronunciado es casi insostenible y constituye otro aspecto que ahoga a nuestra economía.
El desequilibrio del Tesoro Nacional trepará en 2012 a $ 55.000 millones pese a las “ayudas” que recibe
del Banco Central y la ANSES. Si se suman las provincias, el agujero se amplía
a $ 85.000 millones.
La fuga de capitales
en Argentina ascendió a U$S 22.000 millones en los últimos 12 meses, tan
sólo en octubre, salieron del país capitales por U$S 3.700 millones. A ello se suma la falta de
inversión extranjera. Países como el nuestro o Venezuela, donde se han
implementado políticas de estado intervencionistas y en los cuales persiste la
inestabilidad legal, afecta fuertemente en la confianza de los inversores… y
todos sabemos que la clave del crecimiento y desarrollo es precisamente la
inversión.
El cada vez mayor
retraso cambiario hace que la exportación disminuya por reducir su rentabilidad
o pierden mercados externos, el turismo extranjero disminuye y el turismo
de argentinos al exterior se incrementa; el mercado interno es el único lugar
donde la industria puede vender y, por lo tanto, la presión inflacionaria sube
y la economía se va cerrando cada vez más.
A lo expuesto, simplemente como un ejemplo de los terribles
errores y equivocaciones en el modelo de los Kirchner, hay que agregarle
un sinfín de disparates y torpezas, reñidas con cualquier teoría económica y
que simplemente cito en aras de la brevedad de la nota:
- El cepo cambiario que vulnera las libertades individuales garantizadas por nuestra Constitución.
- El escandaloso, salvaje y brutal ajuste tarifario.
- El altísimo porcentaje, cercano al 50 % de trabajadores informales. (Empezando por los del Estado).
- Nuevamente, la persistencia en la caída del empleo.
- La brecha entre el sector más rico y el más pobre de la sociedad.
- El capitalismo de “amigos”.
- El incremento de diferentes tipos del dólar estadounidense (Dólar blue, negro, turista, financiero, etc).
- Los escandalosos subsidios estatales sin control adecuado.
- La enorme presión tributaria, 37% del PBI. Duplica la presión fiscal de América Latina, cuya media se estima en torno al 20%.
- El tan cacareado desendeudamiento de nuestro país. Es cierto, la deuda en relación al PBI se redujo substancialmente. No obstante, según algunas fuentes, la deuda total actual (deuda externa e interna) supera a la deuda del año 2001.
- La estatización de empresas fuertemente deficitarias, en las cuales no se avizora una solución en el mediano plazo. Vg. Aerolineas Argentinas.
- La increíble confiscación dolosa de YPF, verdadera rapiña, apelando al falso nacionalismo de muchos argentinos.
- Las deudas con el Club de París, el Ciadi y los holdouts.
Y así se podría seguir enumerando los graves problemas del
país que la actual dirigencia no le encuentra salida ni solución aceptable.
Pero como si lo enumerado fuera poco, todo el sistema
administrativo del país cubierto con el flagelo de una corrupción desembozada, abierta y escandalosa.
En el concierto de las Naciones tenemos el triste privilegio de estar en el
puesto 102, sobre 175 países investigados.
Todo lo expresado se refleja en la práctica en
lo que Cristina llamó “sintonía fina”,
pero que en realidad es un brutal, despiadado y salvaje ajuste tarifario y una
grave y casi terminal emergencia económica. Todos los argentinos deberemos
solventar los gastos de esta prolongada e irresponsable “fiesta kirchnerista”.
Se desinfló el globo de los Kirchner. Fue solo
una perversa y malintencionada utopía.
El resultado de tanto desmanejo, incapacidad y corrupción nos
lleva a un retroceso y a una crisis parecida a la del año 2001.
Y la reacción
popular, es lamentablemente similar al fracaso de la gestión de Alfonsín y del
gobierno de la Rua: asaltos, aumento de los delitos y saqueos de supermercados
y comercios de toda índole.
El pomposo nombre del modelo denominado “crecimiento con inclusión social con matriz diversificada” ha sido
un
descomunal fracaso, un verdadero engaño
y una nueva frustración para los argentinos.
¡Quiera Dios que la violencia comenzada hace unos días no se
extienda!
No obstante, será difícil cambiar la situación con esta inepta,
incapaz y corrupta dirigencia, empezando por la presidente y su círculo más
cercano.
25-12-12
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL