La hora de lo urgentísimo
Por Nicolás Márquez (*)
Una de las acepciones del concepto guerra es definido como “Lucha o
combate, aunque sea en sentido moral”. Vale decir, no es necesario que
estemos a los tiros para considerarnos estar en una suerte de guerra
civil. Guerra civil fría, afortunadamente, pero en la Argentina prima
una enemistad u hostilidad declarada al parecer insalvable.
Se equivocaría otra vez la descolorida oposición, si ante cada
conflicto o cada ataque que le toca padecer o enfrentar con el
oficialismo, aquella obrase como si se estuviese simplemente ante un
competidor política y moralmente equivalente, que simplemente tiene otra
visión del mundo, la cual es tan respetable como la que ofrecería una
alianza democrática disidente.
En efecto, acá no se trata de un duelo de caballeros en pie de
igualdad en donde hay reglas de juego equitativas, y en el cual los
actores en pugna pueden transitar los casilleros de la contienda como si
se estuviese jugando al juego de la oca, ante la mirada atenta de un
juez imparcial que controla de manera imperturbable la partida. Pensar
la puja en estos términos tan cándidos, implicaría haber vivido diez
años de kirchnerismo en vano, y ya Santo Tomás nos enseñó en el 1200
que: “En política la ingenuidad es pecado”.
Entonces no hay otra alternativa que concientizarse de los siguiente:
el oficialismo está conformado por verdaderos piratas de Estado, que
juegan con las cartas marcadas, que manejan dinero inmoral, que
controlan el 80% de los medios de comunicación (y pretenden secuestrar
al 20% restante), que acaban de tomar por asalto lo que queda de
justicia independiente (nombraron a 4 de los 7 jueces de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y a la vez pusieron al 60 por ciento de
los jueces en actividad), que condicionan con fondos públicos a la gran
clientela electoral, que disponen de la emisión indiscriminada de
moneda para financiar sus programas proselitistas, que disponen del
aparato de espionaje de la SIDE y del hostigamiento de la AFIP para
perseguir, amedrentar u hostigar a toda manifestación de pensamiento
disidente, y que a la vez hacen uso y abuso de las estructuras de
propaganda estatal y paraestatal para llevar adelante campañas de
autoelogio y/o desprestigio a sus enemigos declarados.
Insistimos. La lucha entre la oposición y el kirchnerismo no es una
simple disparidad de criterios en el marco de una convivencia
republicana convencional. Estamos en pie de guerra. De una guerra fría,
puesto que afortunadamente no hay, por el momento, sangre a la vista
(aunque haya cientos de presos políticos y varios periodistas opositores
procesados o perseguidos judicialmente).
En la guerra no es la prioridad convencer, sino vencer.
Urge entonces, que todo el espectro opositor deponga diferencias de
segundo orden y se una electoralmente aferrada a la Constitución
Nacional levantando como estandarte prioritario la reconquista de la
institucionalidad.
Mil diferencias pueden separar entre sí a los votantes o dirigentes
opositores si indagamos en asuntos económicos, religiosos, espirituales o
filosóficos. Pero el apego al Estado de derecho debe ser hoy el blasón
unificador que guíe y conduzca a una generosa coalición republicana que
brinde de cara a octubre una hidalga batalla triunfal a expensas de la
camarilla de malvivientes que detenta el poder del Estado.
San Agustín nos enseñó con perenne sabiduría la siguiente máxima: “En lo esencial, unidad; en lo demás, libertad”.
Este tiene que ser el lema que debe abrazar el inorgánico arco
opositor. En lo esencial unidad. Y lo esencial hoy no es otra cosa que
rescatar la institucionalidad, defender el sistema republicano, sostener
las libertades individuales y preservar la inviolabilidad del derecho
de propiedad.
La Argentina hoy es una barca que corre riesgo grave de hundirse y lo
primordial es llegar ilesos a la isla más cercana. Una vez logrado ese
objetivo, ya habrá tiempo de sobra para debatir sobre otros asuntos
que, sin dejar de ser importantes, ahora no son los urgentísimos.
La Prensa Popular | Edición 195 | Martes 30 de Abril de 2013