Los macristas de La Solano Lima critican la puesta en escena que hizo el kirchnerismo en el siguiente documento:
La velada boxística del 27 de abril, en cancha de Vélez Sarsfield, ha
quedado grabada con letras de oro en el libro de los escándalos del
deporte de los puños. El británico Martin Murray le ganó por tres puntos
al argentino Sergio “Maravilla” Martínez. Pero los jurados vieron otra
pelea y le dieron el triunfo por esa diferencia al campeón. Así,
Maravilla retuvo la corona de los medianos del Consejo Mundial de Boxeo
(CMB).
Fue visible y ostentosa la mano del gobierno kirchnerista en la
organización de la pelea. Se calcula que el Estado -es decir, todos los
argentinos- desembolsó quince millones de pesos para armar un circo
funcional al relato oficial que se nutre de la mentira y la
tergiversación de los hechos actuales y pasados.
El gobierno kirchnerista necesita alimentarse de épica. Sin épica, el
relato pierde poder de persuasión entre sus militantes rentados. Por
eso Vélez se tiñó de nacionalismo deportivo, vigorizado por periodistas
deportivos que degradan la actividad deportiva. Porque -como el gobierno
con la inflación o la inseguridad- esos periodistas creen que la gente
es idiota y lo que ellos relatan es lo que debemos ver, leer y oír.
En esta ocasión el tiro volvió a salirles por la culata a los
cultores del relato oficial, incluida la ristra de periodistas
deportivos que se empecinan en promover la liturgia patriotera. Tanto
los televidentes como los espectadores comprobaron que Maravilla perdió.
No hay mejor termómetro para medir un resultado boxístico que la cara
de los contendientes. Finalizado el combate, Murray lució un rostro
limpio, sin siquiera un rasguño. Maravilla terminó con varios cortes y
hematomas producto de los golpes recibidos.
No es la primera vez que en peleas por títulos mundiales los jurados
le roben al retador un triunfo por puntos. Por eso siempre se les exige
más para que puedan acceder a la corona. Una vergüenza instalada con
peso de verdad revelada. Ya que si un boxeador gana por un punto, gana.
¿O acaso en un partido de fútbol se les exige a los equipos que obtengan
una victoria con diferencia superior a un gol? Más allá de las
obviedades, la corrupción atraviesa el mundo del boxeo y los resultados
quedan expuestos para sorpresa e indignación de millones.
Desde lo estrictamente boxístico, Maravilla estuvo ausente del
cuadrilátero. Por lo menos el Maravilla que le ganó a Chávez Jr. En
ningún round penetró la guardia pétrea del británico. Tampoco fue capaz
de aplicarle un solo golpe que conmoviera a su rival, quien nunca
modificó su plan de pelea y fue al frente durante las doce vueltas.
Maravilla pretendió dar una exhibición con la guardia baja, pero luego
al recibir una contundente serie de precisos derechazos, optó por
recuperar la ortodoxia para evitar un papelón mayor. En el octavo, el
Murray lo volteó y esa diferencia de dos puntos no pudo descontarla, por
más que en los últimos dos rounds se abalanzara sobre Murray con más
fervor que golpes, alentado por un público desesperado que gritaba
“Argentina, Argentina” como si el país estuviera al borde de una
invasión extranjera.
El espectáculo estuvo armado en sintonía con el relato oficial que
pretendía vender el gobierno kirchnerista. Un campeón argentino versus
un retador británico. Otra vez la Patria contra el pirata inglés. La
jugada propagandística buscó instalar en el imaginario colectivo la
guerra de Malvinas. Maravilla nos iba a permitir -aunque sea por unos
minutos- reconquistar lo perdido, tomarnos revancha como cuando Maradona
les hizo el gol con la mano a los ingleses en el Mundial de 1986. De
ahí el discurso patriotero de los periodistas que instaban a forzar la
coloratura de la pelea que no era más que eso: una pelea de boxeo, pero
esta vez mezclada con la política por obra y gracia de un gobierno
interesado en entretener a las mayorías. Pan y circo para todos. Y
todas.
Nada estuvo librado al azar en Vélez. Maravilla subió al cuadrilátero
acompañado por el cantante René Pérez del grupo portorriqueño Calle 13,
al ritmo de una canción cuya letra reivindica la ideología de los
regímenes populistas del continente. Y el Himno Nacional fue
interpretado por Bajo Fondo liderado por Gustavo Santaolalla, un
ultracristinista que insiste con la re-reelección de la actual
Presidenta, aunque ello implique un atropello a la Constitución.
En ese contexto se desarrolló la pelea que ganó Murray en el
cuadrilátero y perdió en las tarjetas. Maravilla deberá replantear su
carrera. Con 38 años y un físico que muestra preocupantes señales de
agotamiento, no le queda demasiado margen para espectáculos organizados a
su conveniencia y a la medida del relato oficial. Esgrimir la
quebradura de su mano izquierda, suena a excusa tendiente a disimular el
resultado adverso. La pelea mostró a Maravilla lejos de la solvencia
que las circunstancias exigían. Y eso es lo que debe evaluarse. Si se
quebró y eso influyó, es harina de otro costal. El resultado final es el
que vale y las tarjetas no lo tuvieron en cuenta.
En síntesis, el kirchnerismo sigue siendo un relato, la cara de Maravilla Martínez después de la pelea.
La Solano Lima