Genealogía del (neo)conservadurismo eclesial (II)
Esta
entrada da cuenta de las grandes corrientes de opinión entre los padres
conciliares del Vaticano I. Dos grandes sectores integraban una mayoría
favorable a la proclamación del dogma de la infalibilidad y una minoría
era contraria.
Dentro de la mayoría hay que destacar a un pequeño sector, el de los
ultramontanos o infalibilistas extremos, que si bien no consiguieron una
definición dogmática tan amplia como sus deseos, décadas más tarde se
cobrarían su "venganza" por otra vía. Pero sobre esta "venganza"
trataremos en una entrada posterior.
El
tema de la infalibilidad pontificia creó una fuerte polarización en la opinión
pública en la segunda mitad del siglo XIX. Los defensores de la infalibilidad
propusieron que se definiera como dogma. Los anti-infalibilistas reaccionaron
movilizando sobre todo la opinión pública liberal y difundiendo el temor de que
tal definición no sólo impediría toda reconciliación entre la fe y la libertad
moderna, sino que estimularía además las pretensiones medievales de dominio del
papado sobre los Estados. Si se mira bien, se ve que bajo la cuestión de la
infalibilidad papal se ocultaba una mucho más honda, referente a la relación
entre la Iglesia y las libertades propugnadas por el liberalismo…
Por
lo que sabemos, la actitud de la mayoría de los padres conciliares del Vaticano
I dependía sobre todo de este dilema. En la mayor parte se abrió camino la
convicción de que el silencio del concilio acerca de la infalibilidad sería
considerado por la opinión pública como una decisión negativa. Hay pues que
reducir a sus justos términos las ideas expuestas con cierta ligereza por A. B.
Hasler de que el Vaticano I fue resultado de las artimañas y manipulaciones de
Pío IX, a quien presenta como un psicópata. Es cierto que Pío IX condujo el
concilio hacia la meta que ambicionaba, y que también en él se afianzó la
convicción de que el silencio del concilio sobre la infalibilidad habría significado
el fracaso del concilio. Es sabido también que el papa mostró poca sensibilidad
hacia las razones teológicas y pastorales de la minoría. Y, sin embargo, la
realidad está muy lejos de las manipulaciones y presiones de que habla Hasler.
K. Schatz, que ha estudiado a fondo la cuestión, afirma: «La definición de la
infalibilidad pontificia y del primado jurisdiccional son ciertamente más el
resultado de una evolución histórica gradual que de los manejos políticos de determinadas
personas. Si hubo sofismas y limitaciones de la libertad, no cabe duda de que
los padres conciliares, en general, tuvieron libertad de decisión, información
y articulación. La minoría, que comprendía al 20% de los padres conciliares...,
tuvo ocasiones suficientes para poner de manifiesto su punto de vista, de
palabra y por escrito».
Conviene
recordar también que las dos tendencias presentes en el concilio representaban
una relación distinta con el mundo moderno. La mayoría tendía a presentar la
doctrina de la Iglesia como un contradogma opuesto a los principios de la
Revolución francesa, ofreciendo al mundo un principio de autoridad capaz de
salvarlo del caos. La minoría, en cambio, tenía mayor sensibilidad histórica,
quería evitar hacer más honda la separación entre la Iglesia y la sociedad, y
ponía el acento en la vinculación existente entre la infalibilidad papal y la
Iglesia universal, en cuanto que el papa debía ser considerado como
representante de toda la Iglesia, que en sus decisiones no puede proceder
arbitrariamente, sino que está ligado a la tradición y el testimonio de la Iglesia.

Tomado de:
Ardusso, F. Magisterio eclesial. Madrid: 1995. Ps. 222-226