La manía de hacer juicios temerarios sobre los demás alcanza ahora al Papa Francisco
Ya hablé aquí hace unos días de la entrevista al Papa Francisco en la revista jesuita La Civiltà Cattolica y las groseras manipulaciones mediáticas de las que ha sido objeto. Vuelvo ahora sobre ello tras leer un artículo publicado en Abc el sábado. En ese artículo el conocido escritor católico español Juan Manuel de Prada escribe la siguiente conclusión sobre la entrevista papal: “he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años”.
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A propósito de lo que dice el Papa de que “jamás he sido de derechas”, el escritor y columnista de Abc escribe lo siguiente:
“Cuando alguien se declara de derechas se convierte, ipso facto, en un aguafiestas de la democracia; y lo que la democracia necesita son animadores, no aguafiestas. Sospecho que ahora mismo no hay en el mundo un solo demócrata, del Papa abajo, que se atreva a decir que es de derechas.“
No entiendo esta reflexión. El Papa Bergoglio a título personal
afirma que no es de derechas, declaración con la que el Papa no está
haciendo un acto magisterial como Pontífice. Y ya está. Yo no recuerdo
haberle oído a ningún Papa proclamarse de derechas o de izquierdas, y no
he visto hasta ahora que nadie se lo haya tomado tan dramáticamente. Yo soy de derechas y esas palabras del Papa no han afectado a mi posicionamiento político ni lo más mínimo,
de la misma forma que no me afectaría que el Papa dijese que no es
aficionado a los libros de Tolkien o que es hincha de la selección
argentina y no de la española. Lo que me importa es que el Papa sea fiel a la doctrina de la Iglesia, y viene demostrando que lo es. De hecho, 24 horas antes de que Juan Manuel de Prada publicase ese injusto artículo, Francisco se pronunció el viernes sin ambigüedades en defensa de la vida. ¿Está mal que haga esto sin añadirle una etiqueta de derechas? ¿Las etiquetas son ahora más importantes que los principios, acaso?
En vez de dejarlo ahí, Juan Manuel de Prada va a más y da por ciertas las manipulaciones periodísticas que atribuían al Papa algo que no dijo,
poniendo en su boca que acusaba a la Iglesia de estar “obsesionada” con
el aborto y la homosexualidad, palabra que el Papa no ha pronunciado en
esa entrevista, como ya señalé aquí el jueves. Así pues, Juan Manuel de Prada construye su opinión sobre los titulares que han falseado la entrevista del Papa, lo cual es una irresponsabilidad suya como comunicador, y más aún como comunicador católico. Y sobre esa falsedad, el escritor lanza un juicio temerario en toda regla:
“Otra forma de animar la democracia consiste en no hablar de las cuestiones que la democracia juzga escabrosas y como de lumpen católico, como por ejemplo el aborto. (…) Un verdadero demócrata no debe hablar de ciertos temas escabrosos, pues le dirán que está obsesionado (como si denunciar las miles de vidas gestantes que cada día son arrojadas al vertedero fuese «obsesión»); y, si es un demócrata en pugna con sus creencias, deberá en todo caso ver, oír y callar, so pena de ser considerado lumpen católico.”
El Papa nunca ha dicho que no se deba hablar del aborto. Juan Manuel de Prada está aceptando como cierta una mentira.
Eso lo ha escrito, además, en un artículo publicado el sábado, cuando
el columnista de Abc ya había tenido tiempo de sobra para comprobar que
esa palabra atribuida al Papa era una cita falsa. ¿Rectificará Juan Manuel de Prada en su próximo artículo?
De cumplir con su deber y rectificar, la rectificación no debería
quedarse ahí. Y es que si ya es irresponsable dar por cierto un titular
manipulador que contradecía las palabras y actuaciones del Papa, más grave aún es lanzar juicios temerarios contra el Papa como el que cuela al final de este párrafo:
“Yo, que soy el hombre más insensato del mundo, estuve durante muchos años entregándome alegremente al martirio, en un combate con el mundo que me ha dejado hecho jirones, con mi carrera literaria tirada en la papelera y convertido en el hazmerreír de todos mis colegas; y este diario ejercicio de inmolación lo hacía con alegría, porque consideraba que mi obligación no era complacer al mundo, sino combatirlo hasta el último aliento.” (…) “Y, siguiendo el ejemplo del ilustre entrevistado, me dedicaré desde hoy a complacer y halagar al mundo, para evitar su condena“.
Dejando a un lado la modestia que brilla por su ausencia en esas líneas, ya es el colmo que sobre una falsedad Juan Manuel de Prada construya una acusación tan grave e injusta contra el Papa,
presentándolo como un demagogo que renuncia a sus principios para
ganarse el favor del público. El columnista de Abc se ha pasado varios
pueblos, y puesto que se dice titular de tan altos valores morales, espero que tenga la gallardía y la honradez de rectificar, porque lo que hace es moralmente abyecto.
Dicho sea de paso, ¿qué clase de martirio se atribuye un católico que
se atreve a lanzar juicios temerarios contra el Papa, en público y por
escrito, en cuanto ciertos medios le dicen sobre el Papa algo que no le
encaja, sin molestarse en verificarlo? ¿Qué clase de ejercicio de inmolación
en aras de la fe es el que practica quien se apresura a juzgar y
condenar al Papa, pero no a contrastar la información que lee en ciertos
medios?
No entiendo que un católico que es además escritor y columnista de
prensa, y que por tanto tiene una responsabilidad añadida a la de
cualquier hermano en la fe que carezca de las tribunas públicas que a él
se le ofrecen, se permita el lujo de montar esta escena tan lamentable.
Precisamente una de las formas de persecución que sufrimos los
cristianos hoy en día procede del sistemático linchamiento al que nos
someten ciertos medios, dirigiendo contra nosotros las más
groseras mentiras y manipulaciones con el objeto de sembrar la duda, el
rechazo y la discordia entre los católicos. Es preocupante que haya
católicos que acogen ciertas informaciones sin el más mínimo sentido
crítico, algo inexcusable en un momento en el que las nuevas tecnologías
ponen a nuestro alcance todas las herramientas necesarias para
desenmascarar una mentira periodística como la que se lanzó sobre el
Papa el jueves. Pero más grave aún es la responsabilidad de
quien dando crédito a una mentira, la toma como trampolín para lanzar
juicios temerarios contra los demás, en este caso nada menos
que contra el Papa. En fin, ya he visto esa mecánica puesta en práctica
demasiadas veces por parte de algunos que parecen creer que se puede
ganar el cielo paseando por el barro el honor de los demás. Basta ya,
por favor. Un poco de sensatez. Un poco de caridad. Un poco de
amor por la verdad. Un poco de respeto por el honor de los demás,
empezando por el honor del Papa.