FUE INVÁLIDA LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI – EXPLICACIÓN CANÓNICA – APOYATURA DE REVELACIONES PRIVADAS
Si bien no podemos coincidir en
un todo con el autor, creemos que puede aportar en el siguiente artículo
algunos puntos interesantes para conocer.
EL CISMA PROFETIZADO, ¿ESTÁ CONSUMADO?
Original (excepto el título y la foto) de Alberto Villasana
San Francisco de Asís: “Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma”.
Ana Catalina Emmerick, religiosa agustina: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia (…) Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
La Santísima Virgen dijo explícitamente en la Salette: “Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo”.
El Papa Benedicto XVI dio a conocer a la
Iglesia su renuncia el lunes 11 de febrero de 2013. Ese día leyó una
Declaratio que surtió efecto, por deseo suyo, el 28 de febrero a las
8:00 de la tarde. Sin embargo, la decisión de renunciar la tomó con un
mes y medio de antelación. Antes de las Navidades de 2012, y con motivo
del expediente que le fue entregado el 17 de diciembre, llegó a la
conclusión de que era mejor hacerse a un lado por el bien de la Iglesia.
De esa decisión fueron testigos su hermano, el Padre George Ratzinger, y
otros prelados cercanos al Papa, tal y como lo declaró el Cardenal de
Barcelona Lluis Martínez Sistach.
El expediente que le llevó a renunciar
fue elaborado por la comisión de tres cardenales que el Papa nombró para
investigar el origen de la filtración de documentos confidenciales
conocida como “Vatileaks”.
Pero es lógico que al Papa no le
preocupaban tanto los documentos publicados en el libro “Sua Santità”,
escrito por Gianluigi Nuzzi, sino uno específico filtrado directamente
al periódico “Il Fatto Quotidiano”, y es el que le entregó personalmente
el Cardenal Darío Castrillón, traducido al alemán, y que se refiere al
conocimiento que tuvo el Cardenal de Palermo, Paolo Romeo, de que
existía un complot para asesinar al Papa.
El expediente que le entregaron a
Benedicto XVI los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi, con la
investigación sobre el complot para asesinarlo, llevó al Papa a imaginar
el terremoto que su muerte hubiera ocasionado a la Iglesia, desatando
una pugna infernal de influencias y maniobras turbias derivadas de los
antagonismos internos de la curia de cara a la sucesión. No por temor a
la muerte, sino por el posible daño a la Iglesia, el Papa decidió que
mejor era retirarse para desmontar las amenazas y adelantar una sucesión
pacífica.
En un Informe que elaboró el sacerdote
jesuita Arnaldo Zenteno, publicado el 9 de abril de 2013 en
grupobasesfys.blogspot.mx, señala lo siguiente en el número 3):
“En el encuentro almuerzo con Benedicto XVI en Castel Gandolfo, este le confió al Papa Francisco que una de las causas que influyeron en su renuncia eran las amenazas que recibió y por temor a ser envenenado, pues ya se había tomado la decisión de matarlo, por lo que Benedicto XVI en una jugada para neutralizar ese atentado contra su vida, hace pública su renuncia con lo cual desarmó el intento de matarlo”.
En este sentido, si bien es cierto que el
Papa declaró renunciar “libremente”, el hecho es que en mayor o menor
medida fue forzado por la presión de una acometida, por lo que su
libertad, según la doctrina canónica, fue condicionada “in radice”. Si
bien el Papa tomó la decisión de renunciar de acuerdo a las facultades
que le concede el Código de Derecho Canónico, la tomó bajo la coacción
de una violencia moral, lo cual, según el No. 125 del mismo Código,
invalida desde la raíz la decisión última y hace inválido el acto. Es
como quien libremente decide casarse pero, si hay ocultos presión, miedo
o engaño, el matrimonio es nulo por inexistencia, aunque se haya
expresado públicamente un compromiso manifiestamente “libre”.
Hay que reconocer que si bien la Iglesia
ha considerado siempre una ley sagrada que la elección del Papa es ad
vitam, es bueno que el Derecho Canónico contemple la posibilidad de la
renuncia para casos de extrema gravedad, como puede ser el exilio, la
persecución u otra causa grave. En este sentido, la renuncia prevista en
el Canon 332 del C.D.C. es como una puerta de salida de emergencia, y
es conveniente que exista, tanto así que le ayudó a Benedicto XVI a huir
de la amenaza que se cernía sobre su persona y sobre la Iglesia, a
pesar de que él era consciente, máxime con el ejemplo heroico de su
antecesor, de que la elección papal es ad vitam y no es negociable, como
tampoco pueden ser negociables sus cláusulas.
Además, hay un elemento adicional al de
la presión, para afirmar que la renuncia de Benedicto XVI fue inválida, y
es la evidencia de que en el decreto leído por el Papa no existió
renuncia legítima alguna debido a un error en latín.
En la Declaratio de la “renuncia” del
Papa Benedicto XVI, tal y como fue oficialmente difundido por El
Vaticano y publicado en L´Osservatore Romano, existe un solecismo muy
evidente, es decir, un error sintáctico que consiste en poner de forma
incorrecta los elementos de una frase.
En la parte medular de la renuncia se
lee: “declaro me ministerio Episcopi Romae Successoris Sancti Petri,
mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commissum renuntiare” (en
español: “yo declaro renunciar al ministerio de Obispo de Roma, sucesor
de San Pedro, que me ha sido confiado por las manos de los cardenales el
19 de abril de 2005″). Esa frase es totalmente ininteligible, al
contener un error gramatical, pues “commissum”, que depende de
“ministerio”, es complemento del verbo renuntiare, por lo cual debería
estar en dativo, en concordancia con él, es decir, debería decir
commisso.
Ahora bien, en derecho canónico, todo
escrito legislativo que contenga una falta de latín es nulo. Ya el Papa
San Gregorio VII (cfr. Registrum 1.33) declaró nulo un privilegio
acordado a un monasterio por su predecesor Alejandro II, “en razón de la
corrupción de la latinidad”.
Otro ejemplo. En la epístola decretal Ad
audientiam, del Papa Lucius III, que se encuentra en el cuerpo del
derecho canónico (cfr. Epístolas decretales de Gregorio IX, de
Rescriptis, c. XI) se establece que “la falsa latinidad invalida un
rescrito papal”. En ese decreto, el Papa prohibió dar crédito a
cualquier documento pontificio “si contiene una falta de construcción
evidente”. La glosa (en el texto oficial publicado por orden del Papa
Gregorio XIII, en 1582) explica porqué un decreto papal “no debe
contener ninguna falta”, y porqué cualquier error de latín constituye
tal presunción de nulidad “que ninguna prueba en sentido contrario puede
ser admitida”.
Afirmar que un decreto es nulo no
significa que necesariamente se trate de un documento falso. Pero si
revela un error que puede ser manifiesto o subrepticio, es decir el Papa
Benedicto XVI pudo haberlo redactado con descuido, o cubriendo un
verdadero mensaje oculto al haber sido la renuncia realizada bajo
presión. Lo primero resulta bastante inverosímil, pues es de suponer que
un texto tan importante fue revisado por el Papa no una sino varias
veces.
En conclusión, no parece que el error de
latín cometido por Benedicto XVI haya sido una indolencia, sino un
propósito intencional, lo cual nos estaría hablando no solo de la
nulidad absoluta del decreto pontificio, lo cual es un hecho, sino
también de la presión por la que fue motivado, así como de la puerta
trasera que el Papa Benedicto quiso dejar abierta.
Lo cierto es que, a partir del 13 de
marzo de 2013 comenzaron a cumplirse las profecías que hablan de “Dos
Papas en Roma”, existiendo oficialmente uno emérito y otro en funciones.
Jamás en la historia de la Iglesia se ha dado esta situación, predicha
por santos y místicos, y es muy difícil que vuelva a suceder.
Lo grave es que, según las profecías y
revelaciones privadas, cuando haya dos Papas en Roma (pueden ser los
actuales u otros dos en el futuro) habrá un cisma en la Iglesia, una
división ocasionada por una herejía del Papa ilegítimo y la reacción del
verdadero Vicario de Cristo, el cual alzará la voz para denunciar la
apostasía. En ese momento, habrá una repentina invasión de Rusia sobre
Europa, en coincidencia con la Guerra de Ezequiel (Ez 38), que consiste
en el ataque de Rusia y países árabes en contra de Israel. Entonces, el
Papa legítimo será perseguido y tendrá que huir de Roma para refugiarse,
mientras que el antipapa se quedará gobernando la Iglesia apoyando la
falsa paz, la sacrílega unificación de las religiones. Esa falsa paz
será el soporte religioso del gobierno mundial del anticristo. El
antipapa traicionará la fe aceptando la coalición de todos los credos y
renunciando a la propia identidad católica.
Dice San Francisco de Asís: “Habrá un
Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma”. Y la beata Ana
Catalina Emmerick, religiosa agustina, precisa: “Vi una fuerte oposición
entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa
iglesia (…) Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el
mundo”.
La Santísima Virgen dijo explícitamente en la Salette: “Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo”.
Y hay otras muchas revelaciones privadas y anuncios de jerarcas de la Iglesia:
• Dice el P. Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.
• Dio a conocer el Papa San Pio X: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará de incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”.
• Juan de Rocapartida: “Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.
• Nicolas de Fluh: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.
• El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: “Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo”.
• La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: “Italia será sacudida por una gran revolución (…) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro”.
• Las palabras de Juan de Vitiguero: “Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia”.
• Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: “El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro”.
• Enzo Alocci: “El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia”.
• La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”.
• La mística María Steiner: “La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor”.
• Las revelaciones en Garabandal: “El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse”.
• Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, le confió la Santísima Virgen: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo”.
• Dice el P. Paul Kramer, “El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada”.
• Dio a conocer el Papa San Pio X: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará de incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”.
• Juan de Rocapartida: “Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio”.
• Nicolas de Fluh: “El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo”.
• El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: “Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo”.
• La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: “Italia será sacudida por una gran revolución (…) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro”.
• Las palabras de Juan de Vitiguero: “Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia”.
• Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: “El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro”.
• Enzo Alocci: “El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia”.
• La Beata Ana María Taigi: “La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”.
• La mística María Steiner: “La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor”.
• Las revelaciones en Garabandal: “El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse”.
• Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, le confió la Santísima Virgen: “Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo”.
• Papa Paulo VI: “El humo de Satanás ha entrado por las grietas de la Iglesia” (Homilía del 29 de junio de 1972).
• Según San Pablo, el anticristo se
manifestará precisamente después de que el Papa sea echado a un lado:
“Tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene, entonces se
manifestará el impío” (2 Tes 2, 6-8).
Escribía el Canónico Roca, iluminista
excomulgado que colaboró en la infiltración contra la Iglesia: “En su
forma actual, el Papado desaparecerá, el nuevo orden social se
implantará desde Roma pero al margen de Roma, sin Roma, a pesar de Roma,
contra Roma. Y esa nueva Iglesia aunque tal vez no deba conservar nada
de la disciplina escolástica y de la forma rudimentaria de la Iglesia
antigua, recibirá sin embargo de Roma la consagración y la jurisdicción
canónica”.
La nueva iglesia apoyará la unificación
de las religiones y la falsa paz, cumpliéndose lo dicho por Jesucristo
en el sentido de que incluso los elegidos podrán ser engañados.
El Cardenal Karol Wojtyla fue muy claro
cuando declaró, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977:
“Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad
haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la
anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación
descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que
la Iglesia entera tiene que aceptar”.
Si la renuncia de Benedicto XVI fue nula
por inexistencia, el Cónclave fue inválido, ya que nunca hubo sede
vacante. Ese hecho plantea una cuestion acuciante: ¿no seguira Benedicto
XVI siendo el Vicario de Cristo a los ojos de Dios? ¿No será Benedicto
XVI quien tenga que huir de Roma en medio de la persecución? Son
preguntas que se iran resolviendo con el tiempo.
En 1917 les fue revelado a tres
pastorcitos en Fátima, Portugal, la misma revelación que tuvo el Papa
San Pío X unos años antes, solo que de forma todavía más precisa: “Vimos
a un obispo vestido de blanco, que teníamos el presentimiento fuera el
Santo Padre, huir de una ciudad en ruinas tembloroso y con paso
vacilante”.
La versión de Fátima apunta todavía más a
que pudiera tratarse del Papa que renunció, a Benedicto XVI, y
explicaría la frase “Vimos a un obispo vestido de blanco, que teníamos
el presentimiento fuera el Santo Padre”. Si hubiera sido evidente que se
trataba del Papa reinante, lo habrían dicho de forma innegable. En
cambio, vieron a un “obispo vestido de blanco”. Ellos nunca se pudieron
imaginar el tema de la “renuncia”, por lo que solo tuvieron “el
presentimiento”.
El segundo elemento es todavía más
preciso y revelador: lo vieron huyendo “tembloroso y con paso
vacilante”, lo cual puede deberse a su avanzada edad.
Y un tercer elemento también revelador:
de ese mismo obispo vestido de blanco que antes ven huyendo de Roma,
después afirman, a la hora en que es asesinado sobre una colina, que se
trataba del “Santo Padre”.
Posteriormente a la huida del Papa
legítimo, el antipapa se quedará en Roma liderando la “nueva iglesia”,
apoyando la unión apóstata de las religiones. Es la “abominación
desoladora” anunciada desde antiguo por el profeta Daniel, instaurada en
el lugar santo.
En palabras del Cardenal Luigi Ciappi,
teólogo personal del Papa Juan Pablo II: “El Tercer Secreto se refiere a
que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá
de la cúspide de la Iglesia”.
Solo dos cosas son seguras en este
momento: que por primera vez en la historia hay Dos Papas en Roma, y que
Benedicto XVI está más presente que nunca. Baste recordar unas de sus
últimas palabras estando aún en la Sede de Pedro: “Ustedes estarán a mi
lado, a pesar de que para el mundo yo permanezca oculto”: Benedicto XVI,
Discurso al Clero Romano, 14 de Febrero de 2013.