Publicamos un texto del p. Castellani que ha resultado profético. También vale la pena el artículo de Juan Manuel de Prada. Por cierto, ¿cómo entender que un hombre que se queja de que cada una de sus palabras son malinterpretadas piense que una entrevista de 12 mil palabras es una buena idea?
Ya que estamos con Satán y sus cositas,
veamos lo que siguió en seguida de la Confesión de Pedro. Les predijo
después Cristo por primera vez su Pasión e ignominiosa Muerte. Pedro
protestó y comenzó muy acalorado a disuadirlo ("no digas macanas") a
la manera de los criados viejos cuando reprenden al patrón mozo. Cristo le
reprendió a su vez con una violencia increíble: lo llamó
"¡Satán!" ¿Ayer no más era "bienaventurado" e "inspirado
por el Padre" y hoy es Satán?, se asombra san Agustín. Así es. La razón la
dio antes Cristo: "No es la carne y
la sangre, Simón Pedro, quien te ha dictado esta palabra, sino mi Padre
que está en los cielos": quien te ha dictado
AYER; pero HOY (distingue témpora et concordabis jura), es el afecto
natural de Pedro a Cristo quien dicta y habla; y su ambición, y sus
ilusiones acerca del Reino Mesiánico, tan pertinaces. Y el evangelista o
Cristo mismo quiso marcar este contraste y enseñar esto: que no es necesario
para el gobierno de la Iglesia, y la guarda de la Revelación, que el hombre
Pedro, o el hombre Pío, o el hombre Juan, sean puros e inmaculados; aunque
sea deseable. Pedro representa a Cristo y está en lugar de Cristo; y
cuando reconoce, confiesa, profesa y proclama a Cristo, habla con la voz
de Dios; pero el mismo Pedro como persona privada, hablando por sus
fuerzas naturales y con su entendimiento humano... puede decir y hacer en
efecto cosas indignas, escandalosas e incluso satánicas. Existen entre
nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el
Papa "gloriosamente reinante" en cualquier tiempo "es un
santo y un sabio", "ese santazo que tenemos de Papa", aunque no sepan
un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces,
es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles. Lo que cumple es obedecer
lo que manda el Papa (como estos no siempre hacen) y respetarlo en
cualquier caso, como Pontífice; y amarlo como persona, cuando merece ser
amado.
Los
defectos y los pecados personales son pasajeros; la función social del Monarca
Eclesiástico es permanente. "Satán” desapareció de allí al grito de
Cristo: "¡Atrás, Satanás!", y quedó Pedro el Primado. El Papa
como Papa está en lugar de Cristo; como hombre será juzgado (gravemente)
por Cristo; y no necesita ni que nosotros lo juzguemos ni que lo andemos
alabando a lo bobo.
Tomado de:
Castellani, L. Las Parábolas de Cristo. pp. 130-131.