Malasia dijo NO al FMI y salió de la crisis en un año
“El
poder corrompe. Igual que un gobierno puede corromperse cuando detenta
el poder absoluto, los mercados también pueden corromperse cuando los
investimos con ese mismo poder ilimitado.
Estamos viendo los efectos de ese poder hoy en día. El empobrecimiento y
miseria de millones de personas y su eventual esclavitud”
Mahatir Mohamed, primer ministro de Malasia, 1981–2003.
El FMI no es una entidad neutral. El FMI
tiene unos intereses muy concretos. Es una institución que representa
los intereses de Wall Street y las corporaciones estadounidenses. El FMI no se equivoca. Nunca se equivoca. Cuando
escribe en un informe que las reformas estructurales a lo mejor han ido
más allá de lo necesario. Es simplemente una muestra de cinismo o un
lapsus de honestidad. El FMI nunca comete la equivocación de elevar los
salarios, aumentar el gasto social, mejorar las condiciones laborales de
los trabajadores o aumentar el poder adquisitivo de la población. Ese
es un tipo de “equivocación” que nunca va a cometer.
No podemos creer que licenciados y
doctorados en Harvard, Yale, la London School of Economics, Cambridge,
Berkeley y muchas otras de las mejores instituciones académicas globales
puedan equivocarse repetidamente ¿Por qué iban a continuar tomando las mismas medidas que han causado tanto dolor y miseria a tantos pueblos? Siempre
las mismas medidas con los mismos lamentables resultados. Es fácil. Su
función es saquear países y eso lo hacen a conciencia y meticulosamente.
No tenemos que tener miedo a utilizar la palabra “saqueo”, pues eso es
lo hacen estas instituciones internacionales: *OMC, FMI, UE, BM,
etc. Pueden ser dogmáticos y crueles, pero no son tontos y saben muy
bien lo que hacen y a quién benefician siempre.
La crisis que ha vivido España no es
nada característico ni idiosincrático de este país. Está dentro de la
dinámica de la economía internacional. No es la corrupción ni la
incompetencia política – por mucho que sí existan objetivamente – el
principal causante de la crisis. El principal problema ha sido la
corrupción del sistema financiero global. Hoy totalmente quebrado. De
esta crisis de la deuda privada española podemos encontrar repetidos
antecedentes en el pasado cercano. Por ejemplo, en la crisis sufrida por
los países del Sudeste Asiático a finales de los 90.
Tras más de tres décadas de crecimiento
económico y reducción de las desigualdades y la pobreza, altas tasas de
ahorro, políticas industriales, gasto público en educación y ciencia; a
principios de los años 90 estos países fueron fuertemente presionados
por los Estados Unidos para abrir sus mercados financieros. Por
ejemplo, se obligó a Tailandia a quitar las limitaciones que tenían los
bancos para dar créditos inmobiliarios. Y Corea aceptó a regañadientes
que sus bancos y empresas pudieran endeudarse en moneda extranjera Con
la liberalización de sus mercados financieros llegó un enorme flujo de
dinero occidental – europeo y, sobre todo, estadounidense – a las
economías asiáticas –. Este dinero dedicado principalmente a la
especulación creó una gigantesca burbuja inmobiliaria en esta región.
¿Burbuja inmobiliaria con dinero
especulativo europeo y estadounidense? Me suena bastante familiar… Fue
una época de enormes beneficios, de congratulaciones de los financieros
internacionales porque sus medidas traían grandes cantidades de capital,
acababan con las ineficiencias económicas de los controles y las
regulaciones sobre éstos y, acarreaban un rápido crecimiento económico. Sin embargo, como siempre ocurre “contra todo pronóstico” la burbuja inmobiliaria explotó dejando
miles de edificios de oficinas y apartamentos vacíos. La enorme orgía
especulativa creada por los bancos estadounidenses y los mercados
internacionales acabó como acaban todas: reventando y, como siempre
ocurre, se llevó por delante el mercado financiero local ¿A qué parece
una experiencia muy cercana?
El estallido de la burbuja especulativa –
porque el dinero que llegó durante esos años sólo fue a especular –
provocó el pánico. Los banqueros se pusieron, podríamos decir,
nerviosos, aunque no es seguro porque sabían que a su rescate acudiría
el FMI y el Tesoro estadounidense. Qué, faltaría más, acudieron. Pero
surgió un problema. Los países del Sudeste Asiático no querían la ayuda
del FMI. Conocían como funcionaban las medidas del FMI y quienes iban a pagar las consecuencias del rescate financiero.
Pero, un poquito de extorsión por aquí y por allá, alguna llamada de
teléfono a horas intempestivas – ¿A qué os suena? – y todo arreglado.
Corea y Tailandia cogieron los préstamos del FMI.
La Indonesia de Suharto puso más
reparos, poniendo como decía Robert Rubin – el entonces secretario del
Tesoro – en peligro “la confianza” de “los mercados internacionales y
los inversores domésticos” al no aplicar las reformas (estructurales) y,
no combatir “la corrupción” ¿A qué os suena? Pero, Suharto acabó
aceptando el préstamo y los recortes sociales y, Suharto acabó cayendo,
porque los préstamos y las reformas del FMI no estabilizaron el Sudeste Asiático sino que lo condenaron al caos,
porque el dinero no fue a estabilizar estos países sino directamente a
rescatar a los bancos e inversores estadounidenses – y a las grandes
fortunas nacionales – que rápidamente sacaron los dólares del FMI,
avalados, respectivamente, por los pueblos de Corea, Tailandia e
Indonesia, que luego pagarían el desastre de las apuestas inmobiliarias
de estos bancos. Y, las reformas hundieron la economía en una profunda
crisis.
Por tanto, asistimos a como el dinero
del FMI tomado por estos países va directamente a los bancos
estadounidenses que han especulado, que sacan rápidamente ese dinero del
país hundiendo la economía, convirtiendo el dinero de su rescate en
deuda pública y, luego esta deuda tendría que ser pagada por los
trabajadores con recortes sociales, nuevos impuestos y la privatización
de bienes públicos ¿A qué resulta familiar? El paro se
multiplicó por 10 en Indonesia, llegando al 15%; por cuatro en Corea y
por tres en Tailandia. En países donde no existía un seguro por
desempleo las consecuencias eran gravísimas. El PIB se hundió. Las
medicinas dejaron de estar al alcance de la población, al igual que la
educación. Además el FMI retiró los subsidios a la alimentación y la
energía provocando una gran carestía. Y todo ello para rescatar a unos bancos corruptos, para que éstos, luego volvieran a un país plagado de gangas.
Según Robert Rubin y los financieros internacionales la crisis se debió a la corrupción intrínseca de estos países y a sus malas instituciones
¿no resulta esto bastante familiar? Dicho esto por una persona que
venía de Goldman Sachs y que, más tarde, posibilitó la fusión ilegal de
Citicorp y Travellers Group, creando posteriormente una ley ad hoc – que
derogaba la ley Glass–Steagall – para legalizarla y, que junto con
Larry Summers y Alan Greenspan desreguló el mercado de derivados, no
deja de ser “curioso” ¿Cómo te quedas cuando te llama corrupto
un tipo que le facilita saltarse la ley a una institución bancaria para
luego acabar en esa misma institución cobrando 126 millones de dólares?
Entonces, tenemos a países que llevaban
tres décadas de crecimiento, superávit económico y una importante
reducción de la pobreza, que de repente, tenían que ser reformados de
arriba abajo porque los bancos estadounidenses estaban al borde de la
quiebra por sus malas apuestas inmobiliarias ¿Cómo va a reformar
tu país otro tipo, Larry Summers, que tras desregular el mercado de
derivados con el apoyo de Alan Greenspan se levanta más tarde 20
millones de dólares de un fondo de inversión dedicado a esos menesteres?
¿Puede haber mayor corrupción y cinismo que la de estos banqueros que a
cambio de cientos de millones hunden a millones de seres humanos en la
miseria y la desesperación? Es difícil.
No todo les salió tan bien como esperaban. El FMI resbaló en Malasia. El presidente Mohamed aguantó la extorsión y no se plegó al matón de los mercados,
cesó a su ministro de Hacienda partidario del FMI – una figura, Anwar
Ibrahim, ampliamente ensalzada por la prensa estadounidense – y tomó las
medidas más repudiadas por el FMI, los mercados y la ideología del
“libre mercado”. Primero, Malasia tenía a sus bancos estrictamente
regulados y protegidos, no les había permitido endeudarse fuertemente con los mercados internacionales. Cuando la crisis estalló con más virulencia, Malasia bajó los tipos de interés y ordenó que toda su moneda – el ringgit – que se encontrara fuera del país volviera inmediatamente. Además, prohibió durante un año la salida de las inversiones extranjeras a corto plazo. Malasia practicó el control de capitales mediante un impuesto a la salida de los mismos.
Con estas medidas Malasia salió en un
espacio muy breve de tiempo de la crisis, un año. Evitó el ataque de los
especuladores a su moneda y a su mercado financiero. Protegió a sus empresas que no sufrieron los tipos de interés leoninos recomendados por el FMI, evitando las quiebras masivas que se produjeron en Tailandia, Corea o Indonesia, que exacerbaron la crisis económica. Y protegió a sus trabajadores no aplicando recortes y reformas sociales que hubieran hundido a éstos en la miseria a cambio de recibir un préstamo del FMI para rescatar a los bancos extranjeros.
Malasia se enfrentó a la “buena” economía y a la corrupción de los mercados financieros y sus instituciones.
Esta crisis tiene enormes paralelismos con la española y también,
enormes enseñanzas para nosotros. Aquí por orden de la Unión Europea y
del FMI, los banqueros internacionales y las grandes fortunas siguen
siendo rescatados de sus malas apuestas a costa de todos nosotros. Sus
intereses no son los nuestros. Malasia fue un mal alumno, no hizo los
deberes y cometió todos los pecados habidos y por haber contra la
ortodoxia de los mercados. No hay nada como de vez en cuando desobedecer, ser un mal alumno y no hacer los deberes.
* Organización Mundial de Comercio (OMC), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Unión Europea (UE).
Fuente: Lavozdebida