Suicidio saudita
Arabia
Saudita retomó el plan qatarí tendiente a derrocar el régimen laico en
Siria pero Riad parece incapaz de adaptarse al brusco retroceso de
Estados Unidos. No sólo rechaza el acuerdo ruso-estadounidense sino que
incluso prosigue la guerra y está anunciando diversas represalias para «castigar» a Estados Unidos. En opinión de Thierry Meyssan, esa obstinación equivale a un suicidio colectivo de la familia Saud.
Red Voltaire
| Damasco (Siria)
Abandonada en Siria por Estados Unidos, ¿se
suicidará Arabia Saudita a falta de lograr llevarse la victoria? Eso es
lo que puede pensarse al ver los siguientes acontecimientos:
Ante la incredulidad que suscitaron esas declaraciones y
los comentarios conciliadores del Departamento de Estado, el príncipe
saudita Turki Ben Faisal explicó a la agencia Reuters que su
enemigo personal Bandar había hablado en nombre del reino y que esa
nueva política no será objeto de revisión. Lo cual quiere decir que
no existen divergencias al respecto entre las dos ramas rivales de la
familia reinante en Arabia Saudita –los Sudairi y los Shuraim– sino una
visión común que comparten los dos bandos.
En resumen, Arabia Saudita insultó a Rusia en julio pasado, insultó a
China hace 2 semanas. Y ahora insulta a Estados Unidos. El reino
anuncia que va a retirar sus inversiones de este último país,
probablemente para volverse hacia Turquía y Francia, aunque ningún
experto ve cómo pudiera ser eso posible. Ese comportamiento puede tener
dos explicaciones: Riad finge cólera para que Washington pueda continuar la guerra en Siria sin responsabilizarse con ella o la familia Saud está cometiendo un suicidio político.
La primera hipótesis parece estar en contradicción con las palabras
de Bandar ante los embajadores europeos. Si estuviese jugando a favor de
Estados Unidos por debajo de la mesa, el jefe de los servicios secretos
sauditas tendría especial cuidado en no ponerse a predicar revoluciones
a sus aliados.
La segunda hipótesis recuerda el comportamiento de los camellos,
animal preferido de los beduinos sauditas. Esos cuadrúpedos tienen la
reputación de alimentar sus rencores durante largos años y de ser
incapaces de vivir en paz mientras no hayan logrado concretar su
venganza, sea cual sea el precio a pagar por ello.
Pero Riad parece haber olvidado que la supervivencia de Arabia
Saudita está en juego desde que John O. Brennan fue nombrado director de
la CIA, en marzo de 2013. Brennan, quien estuvo destacado en Arabia
Saudita, es un resuelto adversario del dispositivo que sus predecesores
montaron en el pasado con Riad: el yihadismo internacional. Brennan
estima que si bien esos elementos hicieron un buen trabajo en su momento
–en Afganistán, Yugoslavia y Chechenia–, hoy se han hecho demasiado
numerosos e incontrolables. Lo que empezó siendo una banda de
extremistas árabes enviados a combatir contra el Ejército Rojo se ha
convertido con el tiempo en una constelación de grupos, presentes desde
Marruecos hasta China, que hoy luchan más con la perspectiva de imponer
el modelo de sociedad saudita que para vencer a los adversarios de
Estados Unidos.
Ya en 2001, Estados Unidos había planeado liquidar al-Qaeda
atribuyéndole los atentados del 11 de septiembre. Pero, con el asesinato
oficial de Osama ben Laden en mayo de 2011, Washington prefirió
rehabilitar esa red y la utilizó profusamente en Libia y en Siria. Sin
al-Qaeda nunca hubiese sido posible el derrocamiento de Muammar
el-Kadhafi, como ha quedado demostrado con la llegada de Abdelhakim
Belhaj –ex número 2 de al-Qaeda en Libia– al cargo de gobernador militar
de Trípoli. Según la visión de Brennan, es necesario reducir el
yihadismo a su mínima expresión y conservarlo únicamente para su uso
como fuerza de apoyo de la CIA en ciertas circunstancias.
El yihadismo no sólo es la única fuerza efectiva de Arabia Saudita,
cuyo ejército se divide en dos unidades que obedecen cada una a uno de
los clanes de la familia Saud, sino que además se ha convertido en la
única razón de ser del reino en la medida en que Washington ya no
necesita a Arabia Saudita para que le garantice el petróleo ni tampoco
para que predique la causa de la paz con Israel. Lo anterior explica
el regreso del Pentágono al viejo plan de los neoconservadores: «Expulsar de Arabia a los Saud», según el título de un PowerPoint
proyectado en julio de 2002 a los miembros del Consejo Político
del Departamento de Defensa. Ese proyecto prevé el desmantelamiento de
Arabia Saudita en 5 zonas, 3 de las cuales estarían llamadas a
convertirse en Estados independientes entre sí mientras que las otras
2 pasarían a formar parte de otros países.
Al optar por probar fuerza con Estados Unidos, la familia Saud no
deja opción a los estadounidenses. Es poco probable que Washington
permita que unos cuantos beduinos adinerados le digan lo que tiene que
hacer, lo cual hace muy previsible que decida meterlos en cintura. En
1975, Washington no vaciló en ordenar el asesinato del rey Faisal.
Esta vez, es muy probable que actúe de forma aún más radical.
Fuente
Al-Watan (Siria)
Al-Watan (Siria)