Señor Víctor Heredia.
No hace falta, señor Heredia, que nos recalque su “defensa de la
diversidad”. ¿Pero es que acaso los porteños no podemos tener
diversidad de opiniones? ¿O sólo es un derecho suyo?
Y sigue Ud. con los insultos — ¿Eso también forma parte de su
diversidad? — pontificando que quien no haya votado al Frente para
la Victoria lo hizo “por escuchar a los traidores”, por haber
perdido las convicciones y coincidir “con aquellos que hace rato
perdieron las propias aliándose a sus enemigos especulativamente”.
Qué profundidad Sr. Heredia!! Con su absurda generalización
me recuerda Ud. a nefastos personajes de la historia universal
que no viene al caso enumerar, descuento que Ud. los conoce y admira.
Parece que su diversidad — adjetivo que supone el respeto de los
que piensan diferente — ha patinado y groseramente. Calificar de
miopes o aliados de traidores por el simple hecho de no
coincidir con su opinión, no me resulta muy democrático que
digamos. Aunque le aseguro que esta posición suya no me sorprende
en absoluto. En la última década ya he sido calificado de
destituyente, gorila, pro corpos, y muchos otros epítetos que
seguramente Ud. conoce de memoria.
Pero este barato calificativo de “aliado de traidores” me termina de demostrar su catadura moral.
Y finalmente, señor Heredia, ya que Ud. es tan “diverso” le
pediría que recapacite, si es que está dentro de su
posibilidades, y comprenda que si no voté a Filmus, Taiana,
Cabandié, habrá sido porque consideré que hay otros candidatos
que cumplen mejor con las expectativas que me genera un acto tan
importante como es una elección de autoridades. Y no necesito que
venga un komisario a decirme por quién tengo que votar y que si no lo
hago por sus pichones soy un MIOPE. En última instancia prefiero ser
miope, pero fiel a mi conciencia y convicciones en forma gratuita
y no ser lacayo mercenario de un absolutismo vergonzoso.
Imagine qué podría decir yo de alguien tan diverso como Usted que
bate el parche con la mano izquierda, pero aferra la derecha a sus
abultados bolsillos, por alguien que se prende en la humillante,
infundada y vergonzosa cacería de dos jóvenes por el sólo hecho de
portar el apellido Noble y al mismo tiempo desconoce cruelmente a
su propio hijo.
Me parece que el miope no soy yo.
Salúdalo atte.
Autor: Juan Manuel Otero