Luis Zapater Espí, profesor universitario y miembro de ‘Soluciona’: “Tenemos derecho a un Estado que no esté vendido al extranjero ni a los separatistas”
Luis
Tovar.- Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de
Valencia y perteneciente a una extensa familia de reputados juristas,
Luis Zapater Espí (Valencia, 1970), es uno de los miembros de
“Soluciona”, un proyecto político que, a su juicio, nace en un momento
clave donde “nos jugamos sobre todo nuestra propia supervivencia como
nación”. Zapater sostiene que la estrategia política de “Soluciona” pasa
por combatir, sobre todo, el poder que ejerce la oligarquía financiera
sobre las familias españolas, la inmigración descontrolada y a los
separatistas.
Conferenciante y autor de varios libros sobre geoestrategia, Zapater
defiende el fin de las concesiones de nuestro país a las organizaciones
mundialistas, desde la Unión Europea al Club de Bilderberg, y denuncia
que “el pueblo español lleva sufriendo desde hace cuarenta años, como un
conejillo de indias, un proceso de experimentación social programado
por intereses económicos desde el exterior”.
-¿Qué opinión tiene de la necesidad de establecer un nuevo
proyecto político en la línea de lo que defendió en ‘La Ratonera’ el
concejal de Cádiz Antonio Ortiz?
Entiendo y apoyo completamente la idea porque en el momento actual no
sólo nos jugamos la economía, la seguridad o el empleo. Nos jugamos
sobre todo nuestra propia supervivencia como nación como en ninguna otra
etapa anterior de nuestra historia, porque en otras épocas, fuera con
la invasión musulmana en el año 711 o la francesa en 1808, el enemigo
venía de fuera. Hoy el enemigo lo tenemos dentro. Lo tenemos con esta
casta política parasitaria que vive del expolio de su propio pueblo, y
que a todos los críticos que la hemos denunciado llevan décadas
llamándonos fascistas y anti-demócratas.
Lo tenemos en los cientos de miles de personas que por ignorancia o
malicia no se sienten españoles y han tratado de sembrar odios y
discordias desde la bendita transición, y que por medio de la legalidad
traidora en unas veces y en otras por la violencia han ido consiguiendo
la desmembración de España.
Lo tenemos en esa oligarquía bancaria que sólo ha apoyado a los
grandes partidos y a los separatistas para seguir con sus trapicheos y
con su especulación a costa de millones de honrados ahorradores y a
costa de hundir la economía del Estado que ha tenido que salir a su
rescate.
Lo tenemos también en esa proporción de inmigración descontrolada que
no sólo no se adapta e integra en nuestra sociedad, sino que encima se
pone de parte del separatismo para destruir España. Por eso la idea
básica que creo debe presidir nuestro movimiento político es la
necesidad de proclamar nuestro derecho a la autodeterminación. Se acabó
de concesiones a la Unión Europea, a la OTAN, a los separatistas o al
Club de Bilderberg. Supongo que proclamar el derecho a la
autodeterminación de España escandalizará a los separatistas a pesar de
que ellos no sufren represalias por sus ideas y nosotros sí.
Pues bien, el pueblo español lleva sufriendo desde hace cuarenta
años, como un conejillo de indias, un proceso de experimentación social
programado por intereses económicos desde el exterior, desde el día en
que un tal Henri Kissinger, tras apoyar el asesinato de Carrero Blanco,
quiso promocionar a un desconocido Felipe González para asegurar la
transición a esto que llaman democracia. Hoy a nuestra soberanía sólo le
queda el nombre: Desde el Tratado de Maastricht de 1992 hemos cedido no
sólo nuestra economía sino la capacidad de dirección política a
Bruselas. Servimos de peones del imperialismo anglosajón en una
organización, la OTAN, que no nos sirve ni para garantizar la defensa de
Ceuta, Melilla y Canarias. Nuestros gobiernos están pendientes de un
estornudo de la Sra. Merkel y tenemos que hacer unos ajustes que no se
le exigieron a Alemania tras su deficitaria reunificación. Marruecos y
Gibraltar pisotean los derechos de nuestros ciudadanos y hasta las
repúblicas bananeras huelen nuestra debilidad.
Como corolario de la proclamación de nuestro derecho a la
autodeterminación debemos proclamar el derecho a tener un verdadero
Estado, que no esté vendido ni al extranjero ni a los separatistas.
-¿Cuáles son las tres líneas básicas que a su juicio debería tener el nuevo movimiento político?
Primera, la defensa de la Unidad Nacional: En lo político la lucha
contra el separatismo. En el ámbito constitucional y administrativo la
derogación o modificación radical del título VIII de la Constitución. En
el ámbito internacional: La consecución a largo plazo de un Estado
fuerte capaz de exigir la recuperación de nuestros territorios perdidos
hoy sometidos a soberanía extranjera como Gibraltar o el Sahara.
Segunda, la defensa de nuestra identidad como pueblo: Identidad
cultural, étnica y espiritual, basando nuestra idea de pueblo en una
concepción orgánica y natural, y no contractualita o liberal.
Tercera, la consecución de la armonía social por medio de la
articulación territorial ordenada y racional. Es decir, Estado unitario
con ligera descentralización local, provincial y regional basado en los
principios de unidad y solidaridad entre las regiones.
Asimismo, el apoyo a la familia, célula básica de la sociedad y la
economía social, que consistiría en la recuperación de los derechos
sociales que han sido enajenados por una clase política que ha vendido
España al capital internacional.
-¿Cuál cree que es la razón por la que, pese al descontento
cada vez más creciente de la población y que lleva décadas gestándose,
no haya habido un movimiento político de masas de orientación patriótica
capaz de aglutinarlo?
La razón principal es que quien controla la información tiene el
poder. Lo que no está en los medios en esta sociedad postmoderna no
existe. A un nivel más detallado, para contestar a esta pregunta habría
que hacer un recorrido en los últimos 40 años de historia aunque fuera
somero, desde Fuerza Nueva al proyecto de La España En Marcha.
Es triste que, desde la experiencia de la malograda Fuerza Nueva, que
consiguió nada menos que 375.000 votos, no ha habido un gran movimiento
nacional que aglutine a los patriotas españoles. Fuerza Nueva en su día
consiguió vertebrar las tres grandes familias patriotas (falangistas,
carlistas, y gente de derecha más allá de Alianza Popular), pero el
proyecto no pudo llegar a más de la consecución de un diputado por
varias causas: La criminalización de la organización por los medios y
por las cloacas del Estado, que iniciaron el camino a la provocación
interna que tanto han repetido con otros grupos patriotas, la represión
organizada por los ministros Fraga y Rosón, que fue especialmente dura, y
también por razones de organización y dirección política. Blas Piñar
consiguió un apoyo de todos los sectores sociales a un proyecto
nacional, pero a mi juicio tuvo el error de identificarse excesivamente
con el régimen anterior, y de otro lado con el nacional-catolicismo. Eso
evitó su crecimiento. De otro lado, no tuvo una idea exacta de quién
era el enemigo, y así creía que el PSOE estaba teledirigido por la URSS,
cuando en realidad estaba apoyado por Billy Brandt y los
socialdemócratas alemanes en conjunción con el Departamento de Estado de
los Estados Unidos.
Tras la experiencia de FN en 1982 empezó un largo camino en el
desierto. La descomposición de FN fue aprovechada por AP, que inició el
camino a la depuración del partido de ultraderechistas. Los intentos de
unificación de otros grupos resultaron en un fracaso a mi juicio por
varias causas:
La falta de un jefe que aglutinara a sectores diversos del espectro
nacional con los mismos presupuestos ideológicos básicos. La falta de
una debida organización para la lucha electoral adaptando la ideología
al momento y empleando estrategias adecuadas no basadas en la mera
retórica propia del siglo XIX o de los años treinta. La excesiva
división y enfrentamiento entre los grupos, azuzada por elementos
indeseables comprados por los servicios secretos del Estado La ausencia
de apoyo económico del timorato empresariado español. La criminalización
del discurso patriótico por los medios del sistema, que han
condicionado psicológicamente a la gente al rechazo de todo lo que huela
con el patriotismo o nacionalismo español.
En cuanto a la falta de un jefe, aunque nunca he militado en ningún
partido por motivos profesionales, he sido testigo por el contacto
tangencial con simpatizantes o miembros de las fuerzas nacionales del
exceso de egocentrismo de algunos jefes, la falta de modestia en sus
actitudes personales y el afán de imponer sus criterios estrechos de
miras.
En cuanto a la falta de organización y estrategia, algunos grupos (en
particular los falangistas y sus derivados), pensaron en términos de
dialéctica propia de los años 30 con un lenguaje político inadecuado a
la era tecnológica, más propio de la era industrial, de la época en que
había unas rigideces de separación de clases entre patronos y obreros
(hoy un empresario autónomo es generalmente una persona más
desfavorecida que un trabajador del escalón mas bajo). Estos grupos
nunca hicieron estrategias pre y post-electorales, a pesar de que me
consta haberles advertido en qué poblaciones de España se les votaba mas
en unas municipales ni siquiera se preocuparon de diseñar una
estrategia para ganar esos municipios, no realizaron estudios jurídicos
ni económicos sobre estrategias y propuestas, etc. Algunos falangistas
se quedaron en la mera nostalgia y otros acabaron en la extrema
izquierda por falta de una debida dirección.
Respecto al fraccionamiento y enfrentamiento entre grupos no solo fue
algo achacable a la falange, sino también a otros como los carlistas.
Resulta lamentable que la vieja rivalidad carlistas-falangistas perviva
en pleno siglo XXI y al respecto puedo decir que he sido testigo
recientemente, no hace mucho, de frases despectivas de unos contra
otros: Que si los carlistas son unos beatorros meapilas, que si los
falangistas viven en la impiedad y son todos socialistas, etc.
Por último, los grupos que han tratado de dar una imagen y mensaje
acorde con el siglo XXI que se autodenominan identitarios o
socialpatriotas han acabado muy enfrentados unos contra otros y no han
podido trascender a toda la sociedad. Ejemplo de ello ha sido la
concentración del 12 de octubre en Valencia, que hace unos años
convocaba miles de manifestantes de toda España, pero a medida que de
año en año fue llenándose de gente marginal y problemática, (sobre todo
chulos de gimnasio y gentes con comportamientos antisociales), se
provoco la espantada general de la gente normal y al final se suspendió.
El Proyecto DN se pensó como aglutinador desde fines de los 90, pero
ha sido saboteado desde su interior reiteradamente. En ningún otro grupo
patriótico el poder ha tenido tanta obsesión por introducir topos,
provocar peleas, reprimir penal y administrativamente, etc. Aquellos que
critican tanto a Canduela por lo menos deberían reconocer que nadie
como él en España ha estado tantos años al pie del cañón sufriendo todo
tipo de ataques (personales, legales e ilegales). El hecho de que
algunos autodenominados “patriotas” hayan diseñado una página web solo
para denigrarle, sin construir nada ni proponer nada alternativo me
parece repugnante.
-Hablando de Canduela, ¿Qué opina del proyecto de ‘La España en marcha’?
Creo que la base del proyecto estaba muy bien diseñada para unir a
tantos grupos que han estado tanto tiempo enfrentándose entre sí. Desde
hace muchos años no se unían cinco grupos que han tenido muchas
desavenencias. Las bases ideológicas del grupo, los puntos básicos que
firmaron las direcciones políticas de los cinco partidos eran correctas,
pero los deslices de Pedro Pablo Peña han dado al traste con el
proyecto, y de todos los líderes de la plataforma el único que ha dicho
las cosas claras para evitar consecuencias peligrosas, entre ellas la
posible ilegalización, ha sido Canduela. Por eso discrepo en el sentido
de que nadie de LEM pueda servir para un proyecto nuevo. En LEM hay
algunos militantes que pueden aportar al nuevo proyecto muchos años de
batalla, de valor probado y honestidad personal que al menos se deberían
tener en cuenta