“Autogolpe” (Próximamente en esta sala)
No
son pocos los analistas y politólogos argentinos que, lejos de las
cámaras de TV y micrófonos de las radios, no descartan que el rumbo
político tomado por el gobierno esté suspicazmente direccionado hacia un
“posible” o “probable” autogolpe, llevado a cabo por el régimen “K”
ante el vertiginoso y dramático avance hacia el caos o colapso del
Estado.
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Claro está, que el destino seguro para esta clase de gobernantes
corruptos, de no mediar la perpetuación del poder, “son las rejas”. Y,
ante esta alta probabilidad de ocurrencia, el autogolpe se perfila con
cierto grado de posibilidad y alternativa conveniente para “zafar”.
Reconozco que no es políticamente correcto denunciar o comentar
públicamente este tipo de escenarios fatales. Es preferible y más
elegante el pálido divague sobre una realidad percibida interesada y
parcialmente, con devaneos sobre las próximas elecciones y analizando
las características de los candidatos, opositores y oficialistas, muchos
cómplices del kirchnerato, pero todos funcionales al mismo.
Puertas adentro y en apasionadas tertulias, personalidades con un
alto conocimiento de la economía, la política, las relaciones
internacionales, la sociología, etc., coinciden en una común percepción:
no ven a Kristina entregando la banda presidencial… y mucho menos su
banda personal, salvo quizás, Boudou.
Son percepciones, no informaciones que nos permiten inferir un
quiebre institucional. Pero es preocupante que muchos perciban lo mismo.
Sin embargo, y a título de información, hace pocos días Carlos
Kunkel, ex terrorista y hoy diputado, sugirió cínica y sarcásticamente
cerrar el Congreso Nacional. Arriesgó esta “fujimorización” en el
contexto de la re-reelección de Kristina sugerida camufladamente por su
hijo Máximo en su lanzamiento político público ante La Cámpora. Hoy esta
ocurrencia juvenil es impensable por anticonstitucional. Pero este
obstáculo, ¿en qué medida lo es para un régimen que no se ha destacado
por el respeto a la Constitución y sus leyes? Y, por favor, que Holanda
tenga a Máxima, no necesariamente significa que la Argentina deba tener a
Máximo.
Recuerde, estimado lector, que Kunkel fue el primer premonitor que
sugirió años atrás a la actual presidente (entonces senadora) como
sucesora de Néstor, y cuando nadie consideraba esta candidatura como
posible. Y el “terro-profeta Kunkel” acertó, para regocijo de otra
“profetisa”, la estalinista Diana Conti.
La presidente denuncia estallidos sociales y “matineé” de los mismos, conjuras y conspiraciones
internacionales y nacionales, “buitres” de todo plumaje (hasta
radios), etc. ¿Será una subconsciente (o no tanto) búsqueda de una
profecía autocumplida, deseada y auspiciada por la arquitecta egipcia y
exitosa abogada patagónica-platense?
Llama también la atención que el gobierno cambie los juegos criollos
del “truco” y la “taba” (siempre caemos de “culo”) por los “palitos
chinos”. ¿Acaso especulan con otro tipo de “palitos” orientales?
¿Creerán ahora que “el que apuesta al yuan, gana” ¿Estará en el apoyo
“amarillo” el soporte económico-financiero para tratar de aventar la
crisis una vez consolidados en el poder? ¿Tiene algo que ver la
concesión a China de una amplia zona para la instalación de una
plataforma satelital en nuestro territorio, afectando nuestra soberanía e
integridad territorial y otros intereses regionales o continentales?
Hace un tiempo muchos no creían verse reflejados en Venezuela,
algunos al menos veían borrosa la imagen de la Argentina en ese
“espejo”. Hoy no son pocos los que, preocupados, ven más nítida nuestra
imagen en el mismo. Los divagues públicos de Maduro son perfectamente
emulados por Kristina, ambos inspirados por un “pajarico” y por “él”.
Dios nos guarde.
En fin, lector, lo que acabo de señalar puede parecer disparatado,
pero no sería el único disparate que hemos y estamos soportando como
sociedad. Al menos alertar sobre situaciones no deseadas, quizás poco
probables pero no imposibles, puede servir para desalentarlas y evitar
que las runflas se perpetúen en el poder, y que las alternativas
políticas que se ofrecen asuman sus roles responsable y patrióticamente,
construyendo genuinos y sólidos liderazgos, y eviten, finalmente, que
la Argentina persista en su actual rumbo, que conduce inexorablemente
hacia el “Estado Fallido”.