Deterioro acelerado y preocupante de la Administración Cristina
por EDGAR MAYNARD
Axel Kicillof ha logrado su objetivo de desplazar a Juan Carlos Fábrega
de la presidencia del Banco Central. Kicillof tiene ahora el control
total de la economía argentina. Sin embargo, ¿eso garantizará que mejore
la evolución de las cuentas públicas y se active el nivel de actividad?
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Más bien parece que la Administración Cristina se prepara para un
ajetreado acto final.
El Frente para la Victoria avanza hacia su derrumbe acelerado. Ahora se
apresta a protagonizar un descalabro monetario y cambiario que
arrastrará a la Argentina a días complejos. Si faltaba algo para
confirmar las previsiones negativas, ocurrieron 3 hechos muy graves este
miércoles 01/10:
> la tasa del crédito más barato que hay en la banca comercial, el
llamado call-money, trepó durante la jornada de 11% a 23%, un aumento
desmesurado, demostración del riesgo de impago que invade la economía
doméstica y que anticipa más recesión;
> el índice Merval, de las actividades en la Bolsa de Comercio de
Buenos Aires, cayó estrepitosamente -8,22% durante la rueda; y
> ocurrió el arribo de Alejandro Vanoli, hasta entonces un díscolo
titular de la Comisión Nacional de Valores, a la presidencia del Banco
Central, en reemplazo de Juan Carlos Fábrega, forzado a renunciar luego
de las gravísimas imputaciones que le hizo, sin mencionarlo, Cristina
Fernández de Kirchner el martes 30/09 y por cadena nacional.
El deterioro del capital humano convocado por el Frente para la Victoria
es tan acelerado como sorprendente.
En mayo de 2003, Néstor Kirchner asumió "con más pobres que votos", tal
como él afirmaba, con el siguiente gabinete de ministros: Roberto
Lavagna (Economía), Ginés González García (Salud), Alberto Fernández
(Jefatura del Gabinete de Ministros), Aníbal Fernández (Interior),
Daniel Filmus (Educación), Gustavo Béliz (Justicia), Rafael Bielsa
(Cancillería), José Pampuro (Defensa), Carlos Zannini (Secretaría Legal y
Técnica), Julio De Vido (Planificación Federal), Alicia Kirchner
(Desarrollo Social), Carlos Tomada (Trabajo). También Alfonso Prat Gay
(BCRA).
En octubre de 2014, el gabinete nacional que acompaña a Cristina
Fernández de Kirchner, quien ganó en 2011 con el 54,11% de los
sufragios, es el siguiente: Axel Kicillof (Economía), Julio Manzur
(Salud), Jorge Capitanich (Jefatura del Gabinete de Ministros),
Florencio Randazzo (Interior), Alberto Sileoni (Educación), Julio Alak
(Justicia), Héctor Timerman (Cancillería), Agustín Rossi (Defensa),
también Zannini, De Vido, Alicia K y Tomada. Y Alejandro Vanoli al
frente del BCRA.
Integrante del llamado Grupo Fénix (economistas de ideas sesentistas más
que setentistas) en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de Buenos Aires, donde fue profesor titular de Finanzas
Internacionales I y II en la Maestría de Estrategia Económica
Internacional; y luego fue profesor adjunto de Economía Internacional
Monetaria; autor, junto a Benjamín Hopenhayn, del ensayo “Globalización
Financiera: Cambios en los Mercados de Capital y efectos en los países
subdesarrollados” (2002), carece de antecedentes como banquero y abunda
en un enfoque tan ideológico como desactualizado de lo que es la
economía contemporánea.
Si bien en su curriculum-vitae él afirma haber sido analista de
Planificación Financiera en la Compañía Gillete de Argentina
(1983-1988), casi todos sus antecedentes son docentes, hasta que llegó
el Frente para la Victoria al poder, y entonces Vanoli se hizo
funcionario público.
La trayectoria que va de Prat Gay y Redrado a Vanoli corrobora el
derrumbe del Frente para la Victoria, al menos en lo que se refiere a la
política monetaria, y puede encontrar ejemplos muy ilustrativos tanto
en el deterioro de las reservas internacionales del Banco Central como
la expansión de la base monetaria a fuerza de una emisión descontrolada
de moneda local que carece de respaldo o contrapartida.
El ciclo está concluyendo de la peor manera posible.
Es cierto que los Kirchner siempre subestimaron la economía, y mucho más
la política monetaria. Néstor Kirchner libró una competencia ridícula,
infantil, además de innecesaria, con Roberto Lavagna por quien conducía
la economía y quien era el autor de la reestructuración de la deuda
pública externa (que ha demostrado ser un fracaso. Algo que debería
contemplar Sergio Massa, más allá de lo que le recomiende Organización
Techint). El orgullo cavernícola de Kirchner era llevar la contabilidad
del Estado en una libreta en la que registraba lo que le importaba: la
recaudación de AFIP y las reservas del BCRA.
Kirchner decidió humillar a Lavagna designando como su sucesora a Felisa
Miceli, quien permanecía en rol decorativo al frente del Banco de la
Nación Argentina que ya por entonces controlaba Juan Carlos Fábrega,
quien mantenía una vieja relación con Kirchner, quien así obtenía
favores para Lázaro Báez y la Constructora Austral, que nunca se supo si
era totalmente de Báez o totalmente de Kirchner.
Los préstamos políticos, los favores más irregulares, la utilización del
Banco Nación como caja política K, construyeron el ascenso de Fábrega.
Es bueno recordarlo para que nadie piense que es una pelea entre buenos y
malos. Es el propio Universo K que se está descomponiendo. Pero es
cierto que Fábrega conoce de operación bancaria cotidiana, algo que
Miceli nunca se enteró, ni los siguientes ministros de Economía, con la
excepción de Martín Lousteau, quien había conducido el Banco de la
Provincia de Buenos Aires para Felipe Solá. Pero lo de Lousteu fue
efímero y se llamó 125.
Tampoco Axel Kicillof entiende algo de sistema financiero, pero tal como
no sucedía desde Amado Boudou, Cristina Fernández de Kirchner descansa
plenamente en él. Si bien son etapas bien diferentes de la gestión
Cristina, podría concluirse que Kicillof tiene más poder del que jamás
tuvo Boudou (para comenzar, Kicillof es Máximo Kirchner, vía el
camporonga Eduardo De Pedro, y Boudou nunca lo fue), y por eso se le
concedió la cabeza de Fábrega, a quien detestaba, y por cuyo derrumbe
hizo muchísimo desde bastante antes de sabotearle el ajuste salarial a
los empleados del BCRA, origen del conflicto laboral vigente (y que
Vanoli sin duda superará, concediendo el aumento que Cristina obligó a
Fábrega a retrotraer... Sería ridículo que Vanoli asumiera en el BCRA
con el riesgo cierto de bloqueo del clearing bancario, tal como la
Comisión Interna Gremial amenazaba ya a Fábrega).
Si se consideran las críticas de Cristina Fernández de Kirchner a la
gestión Fábrega, vertidas el martes 30/09, como el eje de lo que será la
gestión Vanoli, sólo cabe esperar presión y hasta persecución a
entidades bancarias y cambiarias, consolidación del cepo cambiario, un
intento de reprimir por la fuerza lo que Cristina considera es un
complot de la City en su contra.
Deberá recordarse que Cristina no sólo descubrió, 12 años después de
comenzada la Administración Kirchner, que hay muchos expedientes en el
BCRA pero ninguna condena, sino que además ella alcanzó la revelación de
que hay un dólar contado con liquidación (que el bizarro Guillermo
Moreno había desactivado y Axel Kicillof recuperó para impedir que se
escapara tanto el dólar libre, mal llamado "blue"), y ahora la
Presidenta de la Nación se enojó porque dice que hubo 'insider
information' o filtración anticipada de información calificada desde el
BCRA hacia el sistema bancario, que permitió a algunas entidades
multiplicar sus negocios. Probablemente la imputación más
descalificadora a la gestión Fábrega.
Hay un tema muy interesante a tener en cuenta: cuando Fábrega llegó al
BCRA en reemplazo de la patética Mercedes Marcó del Pont (a quien los
Kirchner iban a enviar a su casa para que Fábrega tomara el control del
Nación, pero en la crisis con Redrado por el uso de las reservas del
BCRA la enviaron al frente de la autoridad monetaria, demostración de la
importancia que Cristina le concede a ese cargo), convocó a numerosos
ex funcionarios, gente de la 'vieja guardia' para instrumentar controles
que consideró que no estaba en condiciones de ejecutar con la 'línea'
actual. ¿Qué hará al respecto Vanoli? Porque él conoce casi nada de la
operación cotidiana, y la gente de la 'línea' menos.
En cualquier caso, Vanoli por Fábrega es un cambio previsto por algunos
que consideran que la Administración Cristina avanza hacia un colapso
que no quiere ni pude evitar. Y el deterioro está adquiriendo un vértigo
que obliga a preocuparse muchísimo por las horas que vendrán.