Defensa mafiosa de Cristina Fernández de Kirchner
“Si a un juez se le ocurriera detener a Cristina Kirchner, podría aparecer muerto”.
La
ex presidente Cristina Fernández de Kirchner es objeto de numerosas
investigaciones judiciales vinculadas con toda suerte de episodios de
corrupción. Por esta razón, en las últimas semanas han crecido las
especulaciones que sugieren que la ex presidente podría efectivamente
terminar presa como consecuencia de alguna de esas investigaciones. La
sensación generalizada de la opinión pública argentina es que la ex
presidente y su equipo cercano de gobierno podrían haber protagonizado
esquemas de corrupción que, por los montos en juego y por su extensión,
no tienen precedente en la historia argentina.
Ante la
eventualidad de que Cristina Fernández de Kirchner pudiera ser objeto de
alguna orden de prisión en cualquiera de los procesos abiertos en su
contra, el entorno de Cristina Fernández de Kirchner acaba de desplegar
sus alfiles mafiosos. No es una novedad, desde que siempre en su
gobierno la ex presidente tuvo una inusual cercanía con grupos violentos
de choque, a los que presumiblemente se asignara un papel siempre
intimidatorio y amenazante.
Entre ellos hay dos notorios
“operadores” particularmente afectos a intimidar. El primero es un
personaje siniestro, muy cercano al gobierno de Irán, al que admira
públicamente, llamado Luis D’Elía. El segundo es Fernando Esteche, el
dirigente de un grupo violento llamado “Quebracho” (nombre de un árbol
de madera dura, típico del noreste argentino) cuyos miembros concurren a
las manifestaciones pública armados de bastones y cadenas, con los
rostros cubiertos, de modo de no poder ser fácilmente identificados. Y
poder amedrentar constantemente. Con mucha frecuencia y desde hace años
ya, al culminar las manifestaciones, atacan, saquean e incendian los
comercios que tienen la desventura de estar cerca del lugar en el que
ocurren las protestas de las que participa Quebracho
Fernando
Esteche acaba de enviar un mensaje público claramente intimidatorio, al
señalar que “si a un juez se le ocurriera detener a Cristina Kirchner,
podría aparecer muerto”. Como consecuencia de ello, el fiscal de la
ciudad de La Plata, Marcelo Romero, ciudad en la que opera con
frecuencia Quebracho, denunció a su líder por el delito de “intimidación
pública”. A lo que agregó el pedido de que se le realicen pericias
psiquiátricas.
Para el fiscal, el dicho de Fernando Esteche
“supera con holgura la libertad de expresión, internándose en el plano
de la ilegalidad, sobre todo por tratarse de un dirigente político con
seguidores y adherentes, y por haberse pronunciado públicamente”. Créase
o no, Fernando Esteche tiene “presencia académica” en algunos
institutos universitarios vinculados al periodismo de reciente creación,
que formaron y siguen formando parte de la “máquina de aplaudir”
construida por Cristina Fernández de Kirchner, con dineros públicos.
El
fiscal Romero sostuvo asimismo que Fernando Esteche “ha utilizado y
manipulado el lenguaje para enviar un mensaje cuasi mafioso, intolerable
en un Estado de Derecho y repugnante a la convivencia democrática”.
Esto es lo que supone advertir abiertamente que cualquier magistrado que
decidiera encarcelar a Cristina Fernández de Kirchner podría ser objeto
de una represalia inmediata. Incluyendo su posible destitución,
apartamiento de la causa, o “aparecer muerto”.
Para quienes no
conocen este perfil mafioso que acompañó a Cristina Fernández de
Kirchner durante su gestión, la frase de Fernando Esteche puede
significar poco. En cambio, para quienes viven y han vivido en la
Argentina y han observado, por años, el accionar violento e impune de
Quebracho, la frase comentada es simplemente “más de lo mismo”. Triste
quizás, pero esa y no otra fue la realidad argentina a lo largo de la
última década y uno de sus principales actores violentos continúa -queda
visto- actuando como si nada hubiera cambiado en la República
Argentina. Esto es, como si la intimidación pública no hubiera sido y
sigue siendo un delito específicamente previsto en el Código Penal de la
República Argentina, en el título de los delitos contra el orden
público.
Fernando Esteche sabe que hasta ahora sus tumultos o
desórdenes, así como sus intimidaciones, no le generaron demasiados
problemas graves, pese a que ha tenido ciertamente que enfrentar el
accionar judicial. Vuelve entonces a desafiar la paz social y a tratar
de presionar sobre las instituciones, a través del miedo.
De esta
manera hace de nuevo evidente una faceta característica del accionar
político de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. No obstante, la
sociedad argentina nunca se acostumbró a ella. El problema es que los
“kirchneristas” sí se acostumbraron al actuar violento, del que -al
menos por ahora- parecen no haber renunciado. (EDE)
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas