Otro revés electoral para Francisco - Flavio Infante
No somos nadie para presagiar cómo serán las cosas bajo Trump,
pero nos place ver vindicada la justicia más elemental al paso que el
progre-clericalismo de Bergoglio experimenta su enésimo traspié, el de
resonancias las más orbitales. Un papocesarismo redivivo en tan impropia hora,
y en figura tan anodina, merecía ser desmentido en todas sus insolentes
injerencias por aquel que el propio pontífice llamó, con rusoniano ditirambo, «el soberano» -supuesto el caso de que
perviva ese sujeto colectivo que por inercia aún llamamos “pueblo” en este
hacinamiento de átomos humanos.
Se recordará que Bergoglio, fiel a su
estratagema de zaherir sin nombrar, se había entreverado meses atrás en la puja
electoral estadounidense fustigando a quienes -como Trump- proponen construir
muros, que no puentes, y aquel que retiñe el consabido estribillo del “no
juzgar” no dudó en descalificar como “no cristiano” al candidato que se oponía
sin complejos a la invasión migratoria patrocinada por las élites financieras.
Mejor trato recibió de Francisco la candidata derrotada,
maguer ésta se declarara a favor del aborto y la ideología de género, a más de
amenazar con intervenir a “las religiones” para des-dogmatizarlas y a pesar de
que recientemente se ventilara, con ocasión del llamado Wikileaks, la
participación de su jefe de campaña en repugnantes happenings regados con efluvios humanos (sangre, esperma, leche
materna), no menos que las incursiones de Hilaria con Bill su consorte en el
escabroso mundo de la pedofilia a bordo de jets privados. Todo esto sin contar
las decenas de muertes accidentales de allegados que sabían más de lo
conveniente, y las evidencias bastante avanzadas de la práctica del satanismo.
Diríase un menú que, revirtiendo sobre la figura de un complaciente Francisco, exhibe
en éste -a falta del carisma de infalibilidad, que los papas “pastoralistas” del Vaticano II no han querido comprometer- la
indefectibilidad de sus preferencias personales, siempre adscritas a lo peor de
la marea gnóstica que está llevando al mundo a la irremontable locura y al
suicidio.
De este hombre que gusta de hablar con su rostro, podemos
imaginar aquel que compondrá, con arte y primor inigualables, con ocasión de la
foto con el flamante presidente norteamericano cuando éste lo visite, apenas traspuestas
las murallas vaticanas.
Visto en: In
Expectatione
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista