MAL DE OJO: EL BERGOGLIO CULPABLE
EL ÚLTIMO ERROR DE HILLARY
No
recuerdo, en mi larga vida monacal, haber asistido a unas elecciones
presidenciales norteamericanas tan seguidas de cerca en mi monasterio.
La culpa la han tenido mis novicios, que andan pegados a sus tuites y a
las televisiones. Y mis Superiores, que andan servilmente pegados a los
novicios. Son progresistas de nuevo cuño. Adquirieron un progresismo
clerical en las Facultades de Teología que se les ha quedado pegado,
como el pringue en el puchero de mi abuela. Menos mal que tengo a Fray
Malaquías.
Y desde luego, esta mañana hemos disfrutado al terminar los
Maitines. Todos los monjes andaban cabizbajos, tristes y cetrinos. Con
unas ojeras atribuladas y murriosas. Se han pasado la noche escuchando
la radio (espero que no haya sido la COPE), mientras Fray Malaquías y yo
dormíamos a pierna suelta. Por eso esta misma mañana, cuando cantábamos
los dos vejestorios los Aleluyas, nos miraban de reojo para ver si en realidad lo decíamos por las elecciones norteamericanas.
He
de reconocer que llevo varios meses escuchando que iba a ganar la
Clinton, y casi casi me lo había creído. La veía tan apoyada y aupada
por todos -unos y otros-, que pensaba que iba a funcionar una vez más la
guillotina general. Se empecinaban -unos y otros-, en vaticinar el
desastre monumental del Planeta en caso de que ganara Donald. Y la
estabilidad y continunidad si ganaba Hilaria. El derrumbe del Sistema
Financiero si uno ganaba y el Cielo en la Tierra si vencía la otra. No
nos han dejado tener una opinión distinta de la prevista, a excepción de
algunos medios periodísticos, calificados por eso mismo de
anti-sistema. ¡Con lo que le gusta al Sistema eso del anti-sistema!
Cuando
se aventaban los correos de Hillary, las graves acusaciones del FBI,
los siniestros datos sobre su siniestra vida, negocios, arreglos y
chanchullos, las noticias sobre sus participaciones en los líos del
mundo árabe con su Isis y sus crímenes… nunca dejé de pensar que iba a
ganar con toda seguridad. Ya sabemos que a los oscuros jefes mundiales
les tiene todo esto sin cuidado. Además, suelen ser precisamente ellos
los que lo organizan.
Frente
a esto, las palabras despectivas de Trump hacia algunas mujeres, su
machismo (pecado super-capital del mundo moderno), su dinero, sus
modales y expresiones bastas, hasta su pelo… eran denunciados por todos.
O sea, que se le podía perdonar todo a Hillary, ante este
monstruo-pretendiente a la Casa Blanca. Realmente confieso que hasta
ayer, tenía que reconocer que la victoria de la Clinton estaba cantada.
Pero según leí en su momento, Hillary cerró la campaña citando al Papa. ¡Zas! ahí me desperté de mi sueño dogmático. Si ha citado a Francisco, entonces ya tiene encima el mal de ojo,
me dije. Como he denunciado en otras ocasiones, cada vez que algún
presidenciable, ministeriable o primerministrable acude a darle la mano a
Bergoglio, su derrota electoral está cantada. Y si se relaciona con él
de alguna manera, aunque sea de lejos, los augurios serán bastante
malos. Ya sé que desde hace mucho es conocido que Francisco estaba
decantado hacia la Candidata. Ya sé que el Soros es amiguete de los dos y
ha financiado a los dos, y mantiene a Obispos financiados para apoyar a
la Hilaria. Pero citarle como apoyo en el final de la campaña, ha hecho
que se desataran todos los malos agüeros. Los hígados de los pollos
demócratas se tornaron de un negro-infernal de forma automática.
Por
eso me acosté tranquilo. Bueno, antes de acostarme me fui a la celda de
Fray Malaquías para que me escanciara una gota de su licor tridentino. Y
brindamos en la celda mientras los novicios y demás monjes escuchaban
la COPE.
Por
cierto, ahora que lo pienso, también puede haber tenido algo que ver en
la victoria de Trump el hecho de que la cadena de los Obispos apostó
siempre por Doña Clinton. La prueba está en que ahora mismo presenta en
su página la noticia con este titular: Un país dividido.
Ahora me entero yo de que cuando alguien gana unas elecciones y otro
las pierde, el país está dividido. Pues claro. Unos ganan y otros
pierden. Seguro que estos de la cadena de los Obispos también recibieron
instrucciones de Roma. Se les ve el plumero.
En
fin, lo siento por los demócratas de todo el mundo, a los que siempre
se les llena la boca diciendo que el pueblo debe hablar, que el pueblo
vota y nunca se equivoca, que el pueblo es el que en cada papeleta
deposita un trocito de soberanía… y otras memeces. En este caso, como en
Colombia, el pueblo se equivoca. Faltaría más.
Yo le aconsejaría vivamente al nuevo Presidente de los Estados Divididos (Cope dixit), que ni se le ocurra ir a Roma. Por si acaso.