LA IGLESIA Y EL LIBERALISMO (1ra. parte)
Revista "ROMA" Nº 63-64
JUNIO-JULIO 1980
INTRODUCCIÓN
Es propósito de ROMA que se ame y se
obedezca al Magisterio del Papa en todos los órdenes. Dicho Sagrado
Magisterio es la explicitación de los principios contenidos en la
Tradición y las Escrituras, que son las fuentes de la Religión Católica, única verdadera, fuera de la cual no hay salvación. La
Doctrina Social de la Iglesia es teocéntrica, o sea, coloca todo bajo
la soberanía suprema de Dios Nuestro Señor. Cristo es Rey de los
individuos, pero también de las sociedades. Mientras que las ideologías
de la Revolución1 son antropocéntricas, "humanistas", es decir, proponen
como norma suprema del orden social a la mera voluntad humana,
desligada de todo orden superior objetivo. En esto consiste la
"liberación".
En el
liberalismo el individuo, en el socialismo el Estado, son los que fijan
lo que está bien y lo que está mal, sin sujetarse para nada al Autor
del bien ni a las leyes puestas por Él.
No es difícil darse cuenta que tales teorías tendrán como norma el
egoísmo, sea del individuo, sea de la facción que se apoderó del poder
público, y que a la larga todo derecho objetivo desaparecerá. La
historia lo prueba. Los estados que más se señalan en la actualidad en
la defensa de los "derechos humanos", han suprimido el derecho más
primario de todos, el de la vida, al autorizar el aborto, o sea, el
homicidio del inocente. Siempre que algo moleste a la voluntad sin freno
de los hombres es lícito suprimirlo, sostienen los revolucionarios. El
"pueblo soberano" no admite superior. El orgullo no tolera limitación.
La destrucción del criterio objetivo del bien que el liberalismo realizó, fue un antecedente de Lenin, quien sostuvo que decir la verdad es prejuicio burgués y que todo lo que ayuda a la revolución es moral, negando él también, al igual que los liberales, la existencia de la verdad y del error.
Algunos han tachado de liberal al sistema económico respetuoso del derecho de la propiedad privada, quizás con la secreta intención de desprestigiar a este principio inherente a la Civilización Católica. Nada más falso; el derecho de propiedad personal, incluidos los medios de producción es un derecho natural, valedero para todas las épocas, conforme al Magisterio Pontificio. Es precisamente el liberalismo, al corroer todo el edificio social y pulverizar todo principio estable, el que abre la puerta a la estatización, colectivización o comunitarización de la propiedad, y también a la esclavitud total.
El liberalismo es padre del socialismo. Esta paternidad, que denunciaron hace casi un siglo el gran Donoso Cortés y otros pensadores, es confesada por los mismos dirigentes de la Unión Soviética, quienes rinden culto a los "próceres" de la Revolución Francesa. La Revolución es una y tiene etapas. Lutero engendró a los jacobinos, éstos a Lenin, y este último a Cohn Bendit2, por filiación natural.
Por esto, para completar el estudio que presentamos a nuestros lectores, recomendamos vivamente la lectura atenta de la encíclica "Divini Redemptoris" en donde el Papa Pío XI declara al comunismo "intrínsecamente perverso".
Al contrario de los liberales y marxistas, en la Sociedad Católica, los hombres se sujetan a Dios y a su Ley. Carecen de "derechos" para atentar contra lo que el Creador ha establecido, sea por la Revelación, sea por un orden natural impreso en la creación. Pero como Dios Nuestro Señor es autor de la verdad, de la belleza y del bien, esta sociedad es la única que puede proporcionar la felicidad a los hombres, a la vez que es la única que es justa, ya que da a cada uno lo que es suyo, a Dios lo de Dios y al César lo del César. Los hombres gozan en ella de la verdadera libertad, para labrarse la salvación con responsabilidad. Allí el poder público asegura las condiciones que facilitan la vida virtuosa y florece una civilización en que la vida merece vivirse. El lema del Estado Católico es la misma sentencia de la Anunciación : "Ecce ancilla Domini, fiat Mihi secundum verbum tuum"3 y su Reina la que es modelo de humildad, la Santísima Virgen María.
El Magisterio Pontificio constituye un cuerpo de doctrina coherente al que debe acatamiento, hasta interno, todo católico, aún cuando algunos documentos circunstanciales emanados de las más altas autoridades religiosas la contradigan. En ese caso hipotético, lo enseñado por la jerarquía eclesiástica no forma parte del Magisterio, sino es un error anticatólico. El hecho de documentos contradictorios del Magisterio de la Iglesia se ha dado en la historia, y dice el cardenal Cayetano, uno de los más ilustres teólogos católicos venerado por la Iglesia durante siglos, quien vivió en los siglos XV y XVI y fue uno de los máximos comentaristas de Santo Tomás y adversario de Lutero: "En cuanto al axioma, donde está el Papa y allí está la Iglesia, vale cuando el Papa se comporta como Papa y Jefe de la Iglesia en caso contrario, ni la Iglesia está con él, ni él con la Iglesia".
El desconocimiento de lo que integra el Magisterio es una de las causas de la crisis actual.
Por eso, por encontrar que es gran obra de caridad mostrar las verdades olvidadas, para disipar la confusión actual en que principios condenados por los Romanos Pontífices se presentan a la opinión pública como si fueran "voz de la Iglesia", presentamos este compendio de DOCTRINA DE LOS PAPAS. Alertando, a la vez, sobre la paradoja que por la vía liberal se llega a la esclavitud Comunista. Suplicamos a nuestros lectores que se tomen el trabajo de reunirse en círculo de estudio para meditar estos principios salvadores de la Sociedad.
Se deja constancia que los Documentos Pontificios publicados no son íntegros. Se ha cuidado en reunir los pronunciamientos de los Papas que nos iluminan sobre estos temas tan olvidados, que trata este pequeño volumen de doctrina católica. Ponemos a éste bajo la protección de la Nuestra Madre Santísima, Mediadora de todas las gracias y Corredentora del género humano esperando que, por el advenimiento del reinado de su Corazón Inmaculado, reinen la verdad, la belleza y el bien en lo ancho de la tierra.
La destrucción del criterio objetivo del bien que el liberalismo realizó, fue un antecedente de Lenin, quien sostuvo que decir la verdad es prejuicio burgués y que todo lo que ayuda a la revolución es moral, negando él también, al igual que los liberales, la existencia de la verdad y del error.
Algunos han tachado de liberal al sistema económico respetuoso del derecho de la propiedad privada, quizás con la secreta intención de desprestigiar a este principio inherente a la Civilización Católica. Nada más falso; el derecho de propiedad personal, incluidos los medios de producción es un derecho natural, valedero para todas las épocas, conforme al Magisterio Pontificio. Es precisamente el liberalismo, al corroer todo el edificio social y pulverizar todo principio estable, el que abre la puerta a la estatización, colectivización o comunitarización de la propiedad, y también a la esclavitud total.
El liberalismo es padre del socialismo. Esta paternidad, que denunciaron hace casi un siglo el gran Donoso Cortés y otros pensadores, es confesada por los mismos dirigentes de la Unión Soviética, quienes rinden culto a los "próceres" de la Revolución Francesa. La Revolución es una y tiene etapas. Lutero engendró a los jacobinos, éstos a Lenin, y este último a Cohn Bendit2, por filiación natural.
Por esto, para completar el estudio que presentamos a nuestros lectores, recomendamos vivamente la lectura atenta de la encíclica "Divini Redemptoris" en donde el Papa Pío XI declara al comunismo "intrínsecamente perverso".
Al contrario de los liberales y marxistas, en la Sociedad Católica, los hombres se sujetan a Dios y a su Ley. Carecen de "derechos" para atentar contra lo que el Creador ha establecido, sea por la Revelación, sea por un orden natural impreso en la creación. Pero como Dios Nuestro Señor es autor de la verdad, de la belleza y del bien, esta sociedad es la única que puede proporcionar la felicidad a los hombres, a la vez que es la única que es justa, ya que da a cada uno lo que es suyo, a Dios lo de Dios y al César lo del César. Los hombres gozan en ella de la verdadera libertad, para labrarse la salvación con responsabilidad. Allí el poder público asegura las condiciones que facilitan la vida virtuosa y florece una civilización en que la vida merece vivirse. El lema del Estado Católico es la misma sentencia de la Anunciación : "Ecce ancilla Domini, fiat Mihi secundum verbum tuum"3 y su Reina la que es modelo de humildad, la Santísima Virgen María.
El Magisterio Pontificio constituye un cuerpo de doctrina coherente al que debe acatamiento, hasta interno, todo católico, aún cuando algunos documentos circunstanciales emanados de las más altas autoridades religiosas la contradigan. En ese caso hipotético, lo enseñado por la jerarquía eclesiástica no forma parte del Magisterio, sino es un error anticatólico. El hecho de documentos contradictorios del Magisterio de la Iglesia se ha dado en la historia, y dice el cardenal Cayetano, uno de los más ilustres teólogos católicos venerado por la Iglesia durante siglos, quien vivió en los siglos XV y XVI y fue uno de los máximos comentaristas de Santo Tomás y adversario de Lutero: "En cuanto al axioma, donde está el Papa y allí está la Iglesia, vale cuando el Papa se comporta como Papa y Jefe de la Iglesia en caso contrario, ni la Iglesia está con él, ni él con la Iglesia".
El desconocimiento de lo que integra el Magisterio es una de las causas de la crisis actual.
Por eso, por encontrar que es gran obra de caridad mostrar las verdades olvidadas, para disipar la confusión actual en que principios condenados por los Romanos Pontífices se presentan a la opinión pública como si fueran "voz de la Iglesia", presentamos este compendio de DOCTRINA DE LOS PAPAS. Alertando, a la vez, sobre la paradoja que por la vía liberal se llega a la esclavitud Comunista. Suplicamos a nuestros lectores que se tomen el trabajo de reunirse en círculo de estudio para meditar estos principios salvadores de la Sociedad.
Se deja constancia que los Documentos Pontificios publicados no son íntegros. Se ha cuidado en reunir los pronunciamientos de los Papas que nos iluminan sobre estos temas tan olvidados, que trata este pequeño volumen de doctrina católica. Ponemos a éste bajo la protección de la Nuestra Madre Santísima, Mediadora de todas las gracias y Corredentora del género humano esperando que, por el advenimiento del reinado de su Corazón Inmaculado, reinen la verdad, la belleza y el bien en lo ancho de la tierra.