Míster máster
Pablo Casado, el niño bonito de la
derechita blandita, acusa a Abascal de no saber nada de nada: ni de
economía, ni de sanidad, ni de educación, ni de política exterior. Por
lo visto, el candidato del PP no se ha leído las cien (¡100!) propuestas
de VOX y por eso no sabe lo que propone Abascal. Es lo que sucede
cuando uno se pasa el día mirándose ante el espejo y ensayando
posturitas que queden bien en la tele. Pobrecito, no es mucho texto,
pero se ve que la letra impresa le marea. Ya no tiene la energía
sobrehumana que le permitió aprobar media carrera de Derecho en un
trimestre, cosa inaudita en los anales académicos. ¿Cómo no se puso a
opositar a notarías o registros? En un par de semanas de estudio las
habría sacado con la gorra. Y no digamos ya si le hubiesen acompañado
las recomendaciones que le avalaron en el señoritil colegio
universitario en el que, por lo que cuentan los profesores y publicaron
los periódicos, le facilitaron la obtención de la licenciatura. Sin
duda, no le falta desparpajo a Míster Máster, cuyos títulos académicos
tienen la misma validez que el doctorado de Sánchez o los estudios de Derecho de Pepiño Blanco.
Casado es el heredero de Rajoy; fue el que ejerció de médium espírita
de la Convención de Sevilla, donde se manifestaron todos los
ectoplasmas de la derecha blandita, muelle, cobardica, mansurrona y
claudicante: Rajoy, Soraya, Méndez de Vigo, los arquitectos de ese 155
que se vino abajo en tres meses, como una chapuza de tente mientras
cobro, y que dejó a España hecha una escombrera, un solar, un campo de
ruinas sobre el que ha plantado su chiringuito de sacamuelas el doctor
Sánchez. Para perpetrar lo que el PP de Mariano, Soraya y Casado hizo en septiembre y octubre de 2017 no hace falta tanto máster ni tanta oposición, la verdad. Cualquier ciudadano de a pie lo habría resuelto mejor con un poco de carácter y dignidad que tuviese.
Los españoles tenemos un perfecto conocimiento de la utilidad de los
saberes de estos chicos tan listos del PP, los de los papeles de
Bárcenas y los procesos inacabables por corrupción, los que mantienen
las leyes de género y se comprometen a no dar ni un paso atrás en
la tiranía del hembrismo, los que se envuelven en la bandera española y
luego destierran la lengua común de la enseñanza en Baleares y Galicia,
los que, en lugar de dimitir y convocar elecciones, le permitieron a
Sánchez auparse al poder y deshacer el país a su gusto durante unos
meses aún más vergonzosos que los últimos de Mariano, Soraya y Casado.
¿Quién es Casado? El bolso de Soraya en el asiento de Rajoy.
¿Quién es Casado? El bolso de Soraya en el asiento de Rajoy, el PP
blando y acomplejado de siempre, que ahora se envuelve en la bandera
española para ver si recupera alguno de esos votos que cree que le
pertenecen, que considera suyos por derecho divino y que no dudará ni un
segundo en volver a traicionar, como ya está haciendo en Andalucía.
Para aspirar a ser el dueño de la casa común de la derecha, lo primero que debería hacer Míster Máster es ser de derechas.
Todos nos conocemos de sobra; en Andalucía ya está volviendo la cabra al monte y los juanmas nos
dan ración doble de susanismo sin Susana. En Galicia no hace falta un
partido nacionalista, ya se encarga Feijoo de aniquilar la españolidad
de la región. Y eso por no hablar de los innumerables gúrteles que
se avecinan. Con estos antecedentes, ¿qué chota burriciega y tiñosa nos
pretende vender Míster Máster? Cierto que a Casado no le faltan artes
de chalán, de vendemantas de feria, de fabricante de crecepelos
milagrosos, pero ya estamos saturados de tanto embeleco, de tanto
engañabobos, de tanto bálsamo de Fierabrás. Ya no le compramos la moto.
No hay que tener memoria de elefante para recordar qué ha hecho el PP
en los últimos siete años que estuvo en el poder, cuatro de ellos con
mayoría absoluta: proseguir la política de Zapatero al pie de la letra,
rendirse ante la izquierda en la lucha ideológica y asumir sin
rechistar todos sus dogmas, desde el hembrismo hasta la memoria
“histórica”, desde las inmersiones lingüísticas hasta la capitulación
ante ETA y sus sucesores. Y todo ello, por supuesto, debidamente
aderezado con sobres, puertas giratorias y demás chanchullos. Estas son
las “esencias” (más bien fecales) del PP.
Eso sí que lo sabemos todos, Míster Máster