domingo, 2 de diciembre de 2012

NO CREO EN ADIVINANZAS, PERO SI EN EL SENTIDO COMUN

Estimados, esto lo escribí el 8 de enero de 2008 en La Historia Paralela. En verdad, al releerlo, se me cayeron unas cuantas lágrimas. Saludos

José Milia
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¿Si a ella le va bien, nos irá bien a nosotros?



En el País del desa­tino y la men­tira no hay estu­pi­dez mayor que la de aque­llos que dicen — algu­nos con bue­nas inten­cio­nes, otros por acción psi­co­ló­gica y muchos por indi­ca­ción del bol­si­llo– “quiero que a Cris­tina le vaya bien, por­que si a ella le va bien nos irá bien a todos”.
Luego de cua­tro años de un gobierno que hoy en plena suce­sión se ha mos­trado como lo que es, donde el manejo de la res publi­cae se con­funde des­ca­ra­da­mente con la res prin­ceps y las deci­sio­nes inhe­ren­tes al des­tino de los argen­ti­nos no las toma el eje­cu­tivo en reunión de gabi­nete, no las refrenda el con­greso ni son ava­la­das por la jus­ti­cia sino que son deci­di­das alre­de­dor de una mesa decla­ra­da­mente domés­tica donde se sien­tan fami­lia­res y favo­ri­tos, este dis­pa­rate adquiere pro­por­cio­nes de catás­trofe.
En estos cua­tro años a la Argen­tina le ha ido bien. Eco­nó­mi­ca­mente. Pero no por obra de eco­no­mis­tas que dise­ña­ron pla­nes a largo plazo. No por obra de esta­dis­tas que pro­yec­ta­ron polí­ti­cas de estado a treinta años vista. No, le ha ido bien por­que la coyun­tura mun­dial así lo deter­minó. Coyun­tura que ha hecho que a estos “impro­vi­sa­dos” les entrara el dinero a manos lle­nas como pro­ducto de la expo­lia­ción que han ejer­cido sobre quie­nes pro­du­cen, sobre los que tra­ba­jan, mien­tras los alcahue­tes de turno cam­bian con ale­gría su dig­ni­dad por dine­ros y pre­ben­das. Cho­rros de dinero que les ha per­mi­tido com­prar con­cien­cias, pro­vin­cias y muni­ci­pios, que les ha posi­bi­li­tado orga­ni­zar subas­tas de prin­ci­pios y pago de favo­res a per­so­nas que decla­ma­ban una forma de ser y al final ter­mi­na­ban siendo “tra­ves­tis del rosedal”.
Es cierto que ya nada nos queda de aque­llos orgu­llo­sos y pro­bos varo­nes que hicie­ron la Inde­pen­den­cia, ni de los que lle­va­ron la gue­rra al cora­zón del Bra­sil y del Para­guay ni de los que a sable y lanza le gana­ron el desierto al indio, y, menos aún de aque­llos que pusie­ron a la Argen­tina entre los pri­me­ros paí­ses del mundo. Hoy, en esta lamen­ta­ble cuesta abajo que vive la Repú­blica, hemos mal­ven­dido los valo­res que nos hicie­ron gran­des y aun­que nos aver­gon­ce­mos cada vez que pen­sa­mos en ello, nos hemos con­ven­cido que el mejor lugar para guar­dar el cora­zón es el bol­si­llo. Tan guar­dado está en ese lugar que hasta los pre­sun­tos revo­lu­cio­na­rios piden un agui­naldo social como fun­da­mento de su gim­na­sia sediciosa.
Pero no nos deten­ga­mos en la “ver­güenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, y cen­tré­mo­nos en que sig­ni­fica que a la señora le “vaya bien”.
Que le vaya bien sig­ni­fica que la rapiña del esfuerzo de quie­nes pro­du­cen con­ti­nuará, pero seguirá habiendo tobas que se mue­ren de ham­bre, chi­cos des­nu­tri­dos y ado­les­cen­tes des­a­pa­re­ci­das en los cami­nos “libe­ra­dos” de la droga y la trata de blan­cas. Será la con­ti­nua­ción del manejo indis­cri­mi­nado de los fon­dos públi­cos en ima­gi­na­rias obras públi­cas. Será la entro­ni­za­ción de la ven­ganza supliendo a la jus­ti­cia. Será con­ti­nuar con el con­greso con­ver­tido en cueva de soplones.
Sig­ni­fi­cará que cual­quier grupo con pre­ten­sio­nes de pro­testa social estará auto­ri­zado a con­ver­tir pue­blos y ciu­da­des en caó­ti­cos hor­mi­gue­ros, o a cor­tar calles, rutas y puen­tes con la pre­ten­sión de decre­tar que se puede o no hacer en la Repú­blica. Será la entro­ni­za­ción de la “sen­sa­ción de inse­gu­ri­dad” como manera de ava­sa­llar a la gente que no pueda pagar segu­ri­dad pri­vada. Será man­te­ner las polí­ti­cas de cen­tra­lismo – ya incluso se designa a los alre­de­do­res de Bue­nos Aires como “área metro­po­li­tana” para darle enti­dad social y eco­nó­mica – y poder man­te­ner con el omní­modo poder de “la caja” sub­yu­ga­das a las provincias.
Que le vaya bien sig­ni­fica seguir con un País en el que sólo un ocho por ciento accede a la medi­cina pre­paga mien­tras el resto de los habi­tan­tes sopor­tan obras socia­les que son la fuente de riqueza y poder de caci­ques sin­di­ca­les o mal­vive y mal se cura en hos­pi­ta­les que se vie­nen abajo sin equi­pos ni man­te­ni­miento ni renovación.
Que le vaya bien será man­te­ner el con­ur­bano para­si­ta­rio como un gran corral donde se encie­rra la hacienda elec­to­ral – ese inmenso grupo humano mar­gi­nado y sin futuro — siem­pre dis­puesta en su indi­gen­cia a ser com­prada con cha­pas, man­tas y elec­tro­do­més­ti­cos para defi­nir una elec­ción. Será ver y escu­char a minis­tros men­tir des­ca­ra­da­mente mien­tras se con­ti­núa con el des­pojo de la Nación, y un sesenta por ciento de los argen­ti­nos no tiene agua, cloa­cas y vivien­das dignas.
Que le vaya bien será ver a las Fuer­zas Arma­das pade­cer a órde­nes de quie­nes des­hon­ran a dia­rio el uni­forme, ese uni­forme que estos genu­fle­xos han con­ver­tido en librea de laca­yos. Será la per­ma­nen­cia de la jus­ti­cia lenta y obse­cuente, mari­cona y cobarde siem­pre dis­puesta a tra­tar con leve­dad al delin­cuente y que por regla gene­ral per­dona a quie­nes deten­tan el poder a cam­bio de canon­jías espu­rias. Será ver como el nar­co­trá­fico sigue rutas libe­ra­das y a caba­llo de una edu­ca­ción cada vez más per­mi­siva y trans­gre­sora, inca­paz de trans­mi­tir valo­res esen­cia­les, ver como nues­tra juven­tud sigue en el faci­lismo de la droga y el sexo bus­cando un efí­mero paraíso. Será con­ti­nuar viendo el triste espec­táculo de dipu­tados y sena­do­res que borran hoy, des­ca­ra­da­mente, lo que legis­la­ron años atrás a cam­bio de una micros­có­pica por­ción de poder que les per­mita ele­var su ego e incre­men­tar su hacienda. Será ver a Obis­pos mirar para otro lado mien­tras muchos cató­li­cos y sus pas­to­res son per­se­gui­dos sola­pa­da­mente, y al mismo tiempo hacer­les sen­tir que están ame­na­za­dos y sin res­puesta cada vez que algún tras­no­chado con el bene­plá­cito de la casa real intente impo­ner a la Repú­blica leyes que pasan por encima del dere­cho natural.
Que le vaya bien será final­mente — cuando nos haya ganado la indi­fe­ren­cia y el has­tío — el momento en que ellos, los que le lamen las botas de Ferra­gamo a la señora, tiren por el inodoro a la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal, y mane­jen al País y a noso­tros con un vul­gar remedo de par­ti­das reales.
¿Ud. cree que si a ella le va bien nos irá bien a todos?

josemilia_686@hotmail.com