Estimados, esto lo escribí el 8 de enero de 2008 en La Historia Paralela. En verdad, al releerlo, se me cayeron unas cuantas lágrimas. Saludos
José Milia
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¿Si a ella le va bien, nos irá bien a nosotros?
En el País del desatino y la mentira no hay estupidez mayor que la de aquellos que dicen — algunos con buenas intenciones, otros por acción psicológica y muchos por indicación del bolsillo– “quiero que a Cristina le vaya bien, porque si a ella le va bien nos irá bien a todos”.
Luego de cuatro años de un gobierno que hoy en plena sucesión se ha mostrado como lo que es, donde el manejo de la res publicae se confunde descaradamente con la res princeps y las decisiones inherentes al destino de los argentinos no las toma el ejecutivo en reunión de gabinete, no las refrenda el congreso ni son avaladas por la justicia sino que son decididas alrededor de una mesa declaradamente doméstica donde se sientan familiares y favoritos, este disparate adquiere proporciones de catástrofe.
En estos cuatro años a la Argentina le ha ido bien. Económicamente. Pero no por obra de economistas que diseñaron planes a largo plazo. No por obra de estadistas que proyectaron políticas de estado a treinta años vista. No, le ha ido bien porque la coyuntura mundial así lo determinó. Coyuntura que ha hecho que a estos “improvisados” les entrara el dinero a manos llenas como producto de la expoliación que han ejercido sobre quienes producen, sobre los que trabajan, mientras los alcahuetes de turno cambian con alegría su dignidad por dineros y prebendas. Chorros de dinero que les ha permitido comprar conciencias, provincias y municipios, que les ha posibilitado organizar subastas de principios y pago de favores a personas que declamaban una forma de ser y al final terminaban siendo “travestis del rosedal”.
Es cierto que ya nada nos queda de aquellos orgullosos y probos varones que hicieron la Independencia, ni de los que llevaron la guerra al corazón del Brasil y del Paraguay ni de los que a sable y lanza le ganaron el desierto al indio, y, menos aún de aquellos que pusieron a la Argentina entre los primeros países del mundo. Hoy, en esta lamentable cuesta abajo que vive la República, hemos malvendido los valores que nos hicieron grandes y aunque nos avergoncemos cada vez que pensamos en ello, nos hemos convencido que el mejor lugar para guardar el corazón es el bolsillo. Tan guardado está en ese lugar que hasta los presuntos revolucionarios piden un aguinaldo social como fundamento de su gimnasia sediciosa.
Pero no nos detengamos en la “vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, y centrémonos en que significa que a la señora le “vaya bien”.
Que le vaya bien significa que la rapiña del esfuerzo de quienes producen continuará, pero seguirá habiendo tobas que se mueren de hambre, chicos desnutridos y adolescentes desaparecidas en los caminos “liberados” de la droga y la trata de blancas. Será la continuación del manejo indiscriminado de los fondos públicos en imaginarias obras públicas. Será la entronización de la venganza supliendo a la justicia. Será continuar con el congreso convertido en cueva de soplones.
Significará que cualquier grupo con pretensiones de protesta social estará autorizado a convertir pueblos y ciudades en caóticos hormigueros, o a cortar calles, rutas y puentes con la pretensión de decretar que se puede o no hacer en la República. Será la entronización de la “sensación de inseguridad” como manera de avasallar a la gente que no pueda pagar seguridad privada. Será mantener las políticas de centralismo – ya incluso se designa a los alrededores de Buenos Aires como “área metropolitana” para darle entidad social y económica – y poder mantener con el omnímodo poder de “la caja” subyugadas a las provincias.
Que le vaya bien significa seguir con un País en el que sólo un ocho por ciento accede a la medicina prepaga mientras el resto de los habitantes soportan obras sociales que son la fuente de riqueza y poder de caciques sindicales o malvive y mal se cura en hospitales que se vienen abajo sin equipos ni mantenimiento ni renovación.
Que le vaya bien será mantener el conurbano parasitario como un gran corral donde se encierra la hacienda electoral – ese inmenso grupo humano marginado y sin futuro — siempre dispuesta en su indigencia a ser comprada con chapas, mantas y electrodomésticos para definir una elección. Será ver y escuchar a ministros mentir descaradamente mientras se continúa con el despojo de la Nación, y un sesenta por ciento de los argentinos no tiene agua, cloacas y viviendas dignas.
Que le vaya bien será ver a las Fuerzas Armadas padecer a órdenes de quienes deshonran a diario el uniforme, ese uniforme que estos genuflexos han convertido en librea de lacayos. Será la permanencia de la justicia lenta y obsecuente, maricona y cobarde siempre dispuesta a tratar con levedad al delincuente y que por regla general perdona a quienes detentan el poder a cambio de canonjías espurias. Será ver como el narcotráfico sigue rutas liberadas y a caballo de una educación cada vez más permisiva y transgresora, incapaz de transmitir valores esenciales, ver como nuestra juventud sigue en el facilismo de la droga y el sexo buscando un efímero paraíso. Será continuar viendo el triste espectáculo de diputados y senadores que borran hoy, descaradamente, lo que legislaron años atrás a cambio de una microscópica porción de poder que les permita elevar su ego e incrementar su hacienda. Será ver a Obispos mirar para otro lado mientras muchos católicos y sus pastores son perseguidos solapadamente, y al mismo tiempo hacerles sentir que están amenazados y sin respuesta cada vez que algún trasnochado con el beneplácito de la casa real intente imponer a la República leyes que pasan por encima del derecho natural.
Que le vaya bien será finalmente — cuando nos haya ganado la indiferencia y el hastío — el momento en que ellos, los que le lamen las botas de Ferragamo a la señora, tiren por el inodoro a la Constitución Nacional, y manejen al País y a nosotros con un vulgar remedo de partidas reales.
¿Ud. cree que si a ella le va bien nos irá bien a todos?
josemilia_686@hotmail.com
José Milia
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¿Si a ella le va bien, nos irá bien a nosotros?
5 ComentariosPublicado el 11 de January, 2008 en Columnistas, josé Luis Milia, Opinion, La Historia Paralela
En el País del desatino y la mentira no hay estupidez mayor que la de aquellos que dicen — algunos con buenas intenciones, otros por acción psicológica y muchos por indicación del bolsillo– “quiero que a Cristina le vaya bien, porque si a ella le va bien nos irá bien a todos”.
Luego de cuatro años de un gobierno que hoy en plena sucesión se ha mostrado como lo que es, donde el manejo de la res publicae se confunde descaradamente con la res princeps y las decisiones inherentes al destino de los argentinos no las toma el ejecutivo en reunión de gabinete, no las refrenda el congreso ni son avaladas por la justicia sino que son decididas alrededor de una mesa declaradamente doméstica donde se sientan familiares y favoritos, este disparate adquiere proporciones de catástrofe.
En estos cuatro años a la Argentina le ha ido bien. Económicamente. Pero no por obra de economistas que diseñaron planes a largo plazo. No por obra de estadistas que proyectaron políticas de estado a treinta años vista. No, le ha ido bien porque la coyuntura mundial así lo determinó. Coyuntura que ha hecho que a estos “improvisados” les entrara el dinero a manos llenas como producto de la expoliación que han ejercido sobre quienes producen, sobre los que trabajan, mientras los alcahuetes de turno cambian con alegría su dignidad por dineros y prebendas. Chorros de dinero que les ha permitido comprar conciencias, provincias y municipios, que les ha posibilitado organizar subastas de principios y pago de favores a personas que declamaban una forma de ser y al final terminaban siendo “travestis del rosedal”.
Es cierto que ya nada nos queda de aquellos orgullosos y probos varones que hicieron la Independencia, ni de los que llevaron la guerra al corazón del Brasil y del Paraguay ni de los que a sable y lanza le ganaron el desierto al indio, y, menos aún de aquellos que pusieron a la Argentina entre los primeros países del mundo. Hoy, en esta lamentable cuesta abajo que vive la República, hemos malvendido los valores que nos hicieron grandes y aunque nos avergoncemos cada vez que pensamos en ello, nos hemos convencido que el mejor lugar para guardar el corazón es el bolsillo. Tan guardado está en ese lugar que hasta los presuntos revolucionarios piden un aguinaldo social como fundamento de su gimnasia sediciosa.
Pero no nos detengamos en la “vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, y centrémonos en que significa que a la señora le “vaya bien”.
Que le vaya bien significa que la rapiña del esfuerzo de quienes producen continuará, pero seguirá habiendo tobas que se mueren de hambre, chicos desnutridos y adolescentes desaparecidas en los caminos “liberados” de la droga y la trata de blancas. Será la continuación del manejo indiscriminado de los fondos públicos en imaginarias obras públicas. Será la entronización de la venganza supliendo a la justicia. Será continuar con el congreso convertido en cueva de soplones.
Significará que cualquier grupo con pretensiones de protesta social estará autorizado a convertir pueblos y ciudades en caóticos hormigueros, o a cortar calles, rutas y puentes con la pretensión de decretar que se puede o no hacer en la República. Será la entronización de la “sensación de inseguridad” como manera de avasallar a la gente que no pueda pagar seguridad privada. Será mantener las políticas de centralismo – ya incluso se designa a los alrededores de Buenos Aires como “área metropolitana” para darle entidad social y económica – y poder mantener con el omnímodo poder de “la caja” subyugadas a las provincias.
Que le vaya bien significa seguir con un País en el que sólo un ocho por ciento accede a la medicina prepaga mientras el resto de los habitantes soportan obras sociales que son la fuente de riqueza y poder de caciques sindicales o malvive y mal se cura en hospitales que se vienen abajo sin equipos ni mantenimiento ni renovación.
Que le vaya bien será mantener el conurbano parasitario como un gran corral donde se encierra la hacienda electoral – ese inmenso grupo humano marginado y sin futuro — siempre dispuesta en su indigencia a ser comprada con chapas, mantas y electrodomésticos para definir una elección. Será ver y escuchar a ministros mentir descaradamente mientras se continúa con el despojo de la Nación, y un sesenta por ciento de los argentinos no tiene agua, cloacas y viviendas dignas.
Que le vaya bien será ver a las Fuerzas Armadas padecer a órdenes de quienes deshonran a diario el uniforme, ese uniforme que estos genuflexos han convertido en librea de lacayos. Será la permanencia de la justicia lenta y obsecuente, maricona y cobarde siempre dispuesta a tratar con levedad al delincuente y que por regla general perdona a quienes detentan el poder a cambio de canonjías espurias. Será ver como el narcotráfico sigue rutas liberadas y a caballo de una educación cada vez más permisiva y transgresora, incapaz de transmitir valores esenciales, ver como nuestra juventud sigue en el facilismo de la droga y el sexo buscando un efímero paraíso. Será continuar viendo el triste espectáculo de diputados y senadores que borran hoy, descaradamente, lo que legislaron años atrás a cambio de una microscópica porción de poder que les permita elevar su ego e incrementar su hacienda. Será ver a Obispos mirar para otro lado mientras muchos católicos y sus pastores son perseguidos solapadamente, y al mismo tiempo hacerles sentir que están amenazados y sin respuesta cada vez que algún trasnochado con el beneplácito de la casa real intente imponer a la República leyes que pasan por encima del derecho natural.
Que le vaya bien será finalmente — cuando nos haya ganado la indiferencia y el hastío — el momento en que ellos, los que le lamen las botas de Ferragamo a la señora, tiren por el inodoro a la Constitución Nacional, y manejen al País y a nosotros con un vulgar remedo de partidas reales.
¿Ud. cree que si a ella le va bien nos irá bien a todos?
josemilia_686@hotmail.com