De un amigo de la Web, seguramente uno de aquellos que la injusticia y las mentira lo conmueve, por haber elegido la virtud del amor y sentido común en abundancia, aquello que Dios dispuso para todo ser humano, pero usándolo como nosotros optemos, como con la misma libertad que el mismo Dios nos diera, fue receptor de posturas distintas, y hoy fastidian conduciendo hacia el mismo desprecio. De él recibí estas estrofas redactadas brillantemente, sobre quien supongo fue un mártir en defensa de la patria. Como comparto en todo sus sentimientos, no creí nada mas oportuno que acompañarlo desde el blog, rogando al cielo por el merecido destino de todos aquellos ELLOS como él mismo titulara su escrito. A quienes defendieron la Nación y a cada uno de nosotros, en la "reptilesca" guerra provocada desde el averno, hoy no merecen menos que compartieramos su postura antes quienes se erigen en sus jueces.
A ELLOS:
A ellos, que vistieron el uniforme de la patria con honor. A ellos, que un día la patria les reclamó que den su vida. A ellos, que emprendieron una lucha difícil contra un enemigo claro, que hoy se le pretende ver como monaguillos del bien. A ellos, que obedientes se avinieron a defender la patria sin ningún interés particular, de rangos, de cargos, económicos, solo a luchar por defensa de la nación contra un enemigo que levantó sus armas, vistiendo uniformes, teniendo cargos militares, apoyo del exterior; invadiendo poblaciones, matando civiles y militares y llevando el máximo caos al país entero. A ellos, que hoy son desconocidos por sus propias fuerzas armadas, por los propios poderes de la nación, por su propio presidente. A ellos, que en silencio llevan el peso de la cruz de una guerra que han triunfado en honor a la patria y obedientes a los poderes de la nación. A ellos, que nada se les reconoce. A ellos, que hoy son tratados como delincuentes. A ellos, que a pesar del interés malicioso del trato que le dan los hombres que detentan los poderes del estado, como grandes soldados se avienen a soportar este peso injusto. A ellos, que la historia sabrá darles el honor que hoy detrás de un manto blanco o detrás del interés particular del gobierno, pretenden desconocerles. A ellos, que lo único que han sido, son simplemente soldados.
A ellos, que mantienen el carácter de hombres castrenses amantes de sus fuerzas armadas, sirvientes de la patria creyentes en haber cumplido el mandato de la nación. A ellos, que son obligados a someterse como presos comunes y ser agredidos en cada trato que se les brinda. A ellos, que no les otorgan ni derechos a defenderse en el marco de las normas que corresponden. A ellos, que los han alejado de sus familias y tratados como presos y sin pena alguna encerrados en cárceles comunes y en muchos casos por una década. A ellos, que bien saben hasta los propios autores de esta persecución injustificada, que resultan ser grandes soldados. A ellos, que la templanza los acompaña. A ellos, que no esperan nada de la nación y solo entienden haber cumplido con su mandato como soldados en un conflicto en donde su propia patria le ordenó actuar. A ellos, que actuaron obedientes en forma castrense. A ellos, que deben culminar sus días sin el deber de una nación en rendirles honor y solo esperando el momento del encuentro de los clarines celestiales que sonarán dando cuenta del verdadero reconocimiento en justicia que Dios les tiene. A ellos, que la historia, sin duda, no podrá olvidar y deberá rendir el reconocimiento debido. A ellos, que como mi padre, fueron y son grandes y orgullosos soldados de una patria que los ha olvidado, no porque no los reconozca, sino porque grupos que buscan su interés particular y pecuniario, conjuntamente con un gobierno parcial y lejos de los intereses del pueblo, han nublado la verdadera historia, la han distorsionado y pretenden transformar a los verdaderos monstruos de esa guerra en monaguillos sirvientes del bien.
Entonces, a ellos, los grandes soldados que hoy injustamente enfrentan juicios sin sustento constitucional, ausentes de todas las garantías y con una parcialidad manifiesta frente a la gran presión del poder ejecutivo; a ellos, a estos soldados de la patria, es mi gran deseo que tengan una navidad cercana a Dios, esperando un año nuevo, que les mantenga el valor que los ha hecho, a cada uno, UN GRAN SOLDADO.
Dr. GUILLERMO FELIPE CORONEL
Hijo de un gran soldado, el mayor de ejército Don Julio César Coronel; herido en combate en la guerra contra los delincuentes guerrilleros, a quienes hoy se les pretende rendir homenaje desde el Gobierno Nacional; y muerto en la batalla de esta maliciosa guerra de desprestigio y olvido, que ha gestado el Gobierno Kirchnerista. Pero triunfante, por saber que no pudo mentirosamente condenarlo: muy por el contrario, DEBIÓ ABSOLVERLO.
A ellos, que vistieron el uniforme de la patria con honor. A ellos, que un día la patria les reclamó que den su vida. A ellos, que emprendieron una lucha difícil contra un enemigo claro, que hoy se le pretende ver como monaguillos del bien. A ellos, que obedientes se avinieron a defender la patria sin ningún interés particular, de rangos, de cargos, económicos, solo a luchar por defensa de la nación contra un enemigo que levantó sus armas, vistiendo uniformes, teniendo cargos militares, apoyo del exterior; invadiendo poblaciones, matando civiles y militares y llevando el máximo caos al país entero. A ellos, que hoy son desconocidos por sus propias fuerzas armadas, por los propios poderes de la nación, por su propio presidente. A ellos, que en silencio llevan el peso de la cruz de una guerra que han triunfado en honor a la patria y obedientes a los poderes de la nación. A ellos, que nada se les reconoce. A ellos, que hoy son tratados como delincuentes. A ellos, que a pesar del interés malicioso del trato que le dan los hombres que detentan los poderes del estado, como grandes soldados se avienen a soportar este peso injusto. A ellos, que la historia sabrá darles el honor que hoy detrás de un manto blanco o detrás del interés particular del gobierno, pretenden desconocerles. A ellos, que lo único que han sido, son simplemente soldados.
A ellos, que mantienen el carácter de hombres castrenses amantes de sus fuerzas armadas, sirvientes de la patria creyentes en haber cumplido el mandato de la nación. A ellos, que son obligados a someterse como presos comunes y ser agredidos en cada trato que se les brinda. A ellos, que no les otorgan ni derechos a defenderse en el marco de las normas que corresponden. A ellos, que los han alejado de sus familias y tratados como presos y sin pena alguna encerrados en cárceles comunes y en muchos casos por una década. A ellos, que bien saben hasta los propios autores de esta persecución injustificada, que resultan ser grandes soldados. A ellos, que la templanza los acompaña. A ellos, que no esperan nada de la nación y solo entienden haber cumplido con su mandato como soldados en un conflicto en donde su propia patria le ordenó actuar. A ellos, que actuaron obedientes en forma castrense. A ellos, que deben culminar sus días sin el deber de una nación en rendirles honor y solo esperando el momento del encuentro de los clarines celestiales que sonarán dando cuenta del verdadero reconocimiento en justicia que Dios les tiene. A ellos, que la historia, sin duda, no podrá olvidar y deberá rendir el reconocimiento debido. A ellos, que como mi padre, fueron y son grandes y orgullosos soldados de una patria que los ha olvidado, no porque no los reconozca, sino porque grupos que buscan su interés particular y pecuniario, conjuntamente con un gobierno parcial y lejos de los intereses del pueblo, han nublado la verdadera historia, la han distorsionado y pretenden transformar a los verdaderos monstruos de esa guerra en monaguillos sirvientes del bien.
Entonces, a ellos, los grandes soldados que hoy injustamente enfrentan juicios sin sustento constitucional, ausentes de todas las garantías y con una parcialidad manifiesta frente a la gran presión del poder ejecutivo; a ellos, a estos soldados de la patria, es mi gran deseo que tengan una navidad cercana a Dios, esperando un año nuevo, que les mantenga el valor que los ha hecho, a cada uno, UN GRAN SOLDADO.
Dr. GUILLERMO FELIPE CORONEL
Hijo de un gran soldado, el mayor de ejército Don Julio César Coronel; herido en combate en la guerra contra los delincuentes guerrilleros, a quienes hoy se les pretende rendir homenaje desde el Gobierno Nacional; y muerto en la batalla de esta maliciosa guerra de desprestigio y olvido, que ha gestado el Gobierno Kirchnerista. Pero triunfante, por saber que no pudo mentirosamente condenarlo: muy por el contrario, DEBIÓ ABSOLVERLO.